Después de presenciar la negligencia flagrante de los héroes y lo podrido que está el mundo, Saitama se sumerge en un mundo turbio donde la línea entre el bien y el mal se desdibuja. Desilusionado y desencantado, abraza su papel como antihéroe, luch...
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Era un aparente día normal en Ciudad Z, con la rutina cotidiana desplegándose bajo un cielo despejado. Saitama, después de completar su riguroso entrenamiento matutino—100 flexiones, 100 abdominales, 100 sentadillas y una carrera de 10 kilómetros—se dirigía hacia su casa con una sensación de satisfacción. No obstante, la paz fue abruptamente interrumpida por gritos desgarradores que cortaban el aire tranquilo. Al principio, las escenas de pánico se filtraban lentamente en su consciencia hasta que, finalmente, se vio rodeado por personas aterrorizadas que corrían en todas direcciones.
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Levantando la vista, Saitama divisó la causa de tal caos: un monstruo de piel rosada y brillante, con garras afiladas como cuchillas emergiendo de sus tentáculos, sembraba el terror en el corazón de la ciudad. Este ser, conocido como "Octopus Claw Man", no solo aterrorizaba a los ciudadanos, sino que también dejaba un rastro de mutilación y desesperación. Los destellos de sangre que manchaban el pavimento y los gritos de las víctimas heridas creaban un tapiz de horror que Saitama no podía ignorar.
El aire se cargaba con el olor metálico de la sangre y el miedo palpable. Mientras observaba el caos, Saitama sentía cómo la ira se encendía dentro de él. La falta de héroes en la escena solo alimentaba su creciente frustración. Con la determinación marcada en su rostro, se dispuso a enfrentar al monstruo. A pesar de su formidable entrenamiento, Saitama sabía que aún no era el superhumano invencible que aspiraba a ser. Cada paso hacia el enfrentamiento lo hacía consciente de su propia mortalidad y de los límites que aún tenía que superar.
Al acercarse, Octopus Claw Man volteó, sus ojos brillando con una mezcla de crueldad y deleite ante el caos que había desatado. Con un gruñido bajo, el monstruo se lanzó hacia Saitama, sus garras destellando bajo el sol del mediodía.
La batalla entre Saitama y Octopus Claw Man estalló con una ferocidad que rasgaba el aire de la tarde. Mientras los tentáculos del monstruo se lanzaban hacia él con una velocidad aterradora, cada movimiento de sus garras rosadas cortaba el espacio, dejando tras de sí estelas de un viento cortante. Saitama, con determinación en sus ojos, enfrentaba cada embate con agilidad y reflejos que apenas le permitían esquivar los ataques. Sin embargo, no todos los golpes podían ser evitados.
