Después de presenciar la negligencia flagrante de los héroes y lo podrido que está el mundo, Saitama se sumerge en un mundo turbio donde la línea entre el bien y el mal se desdibuja. Desilusionado y desencantado, abraza su papel como antihéroe, luch...
Han pasado varios días desde aquel incidente con los hermanos Tank Top, y aunque Saitama los dejó gravemente heridos, la Asociación de Héroes no le impuso sanción alguna, gracias a la influencia de Silver Fang.
Saitama realizaba su patrullaje habitual no tanto por deber heroico, sino más bien para escapar del aburrimiento de su casa. El día estaba soleado y tranquilo, lo cual lo motivaba a regresar a casa sin haber encontrado algo que rompiera la monotonía.
En su ruta, Saitama caminaba por la zona costera de Ciudad J. Le gustaba incluir la costa en sus patrullajes para hacerlos menos aburridos. Sin embargo, de repente, el clima soleado dio paso a un cielo oscurecido y las olas del mar comenzaron a intensificarse de manera inusual.
Saitama observó los cambios con cierto desdén, pensando que era solo otra broma de la vida para arruinar su día. Pero la situación se intensificó rápidamente. Gritos alarmados rompieron la tranquila atmósfera y el agua del mar comenzó a invadir las carreteras.
Guiado por los gritos, Saitama se dirigió hacia la fuente del caos y descubrió a un monstruo imponente obstruyendo el tráfico. Los conductores abandonaban sus vehículos y huían en dirección opuesta, mientras el monstruo proclamaba ser un mensajero de las profundidades marinas, miembro de un enigmático pueblo del mar.
Con voz amenazante, el monstruo declaraba que los humanos deberían someterse y ofrecer la superficie para que su pueblo pudiera reinar, tratando a los humanos como ganado.
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Pero antes de que pudiera continuar con su discurso, Saitama, irritado por la interrupción de su tranquilo paseo y el giro sombrío del día, saltó directamente hacia el monstruo. Con un puñetazo rápido y certero, Saitama estalló la parte superior del cuerpo del monstruo, dejando solo las piernas inmóviles en el asfalto, poniendo un fin abrupto y violento a la amenaza.
Los transeúntes y conductores que habían estado huyendo del monstruo se detuvieron de repente, confundidos al ver que la amenaza había desaparecido tan abruptamente. Se volvieron para descubrir que el causante de tal hazaña era un hombre calvo con una capa, quien parecía no inmutarse ante la magnitud de su acción.
La multitud empezó a murmurar entre sí. Algunos expresaban su asombro y gratitud, maravillados por la fuerza demostrada, mientras que otros susurraban críticas y sospechas, preguntándose si aquel héroe tan poco convencional era realmente de fiar.
Saitama escuchaba los murmullos dispersos de la gente, captando tanto los elogios como las desconfianzas. A pesar de la mezcla de opiniones, Saitama se encogió de hombros, indiferente a lo que pudieran pensar de él. Las experiencias recientes con los hermanos Tank Top y la reacción del público le habían enseñado lo volubles y contradictorias que podían ser las percepciones de la gente.
Con un encogimiento de hombros, Saitama se alejó de la escena, dejando atrás el caos resuelto y los comentarios dispersos. Su figura se desvanecía en la distancia, tan casual y tranquila como el paseo interrumpido que había decidido retomar, sin dar mayor importancia a la peculiaridad de su día.
