Shiptober 2024 - Teacliff

29 - Lluvia de estrellas

Hace mucho tiempo dos chicos habían adoptado a un bebé tras un incidente que mato a sus padres biológicos; el nombre del pequeño era Allen.

En esos momentos el pequeño corría con una mochila similar al personaje de Finn de Hora de Aventuras.

Detrás de él iban dos hombres, el primero era de cabello negro, atado en una coleta y bastante largo, con ojos negros; David era el primer padre de Allen y quien lo encontró ese día, él iba cargando lo que era un telescopio junto a una manta para picnic.

El segundo que iba detrás de David llevaba el cabello castaño, ojos marrones y rostro lleno de pecas; él era el segundo padre de Allen, Cliff, quien acepto ayudar a su mejor amigo a cuidar el bebé que había perdido a sus padres tal como si fuera de ellos hasta encontrar algún familiar del niño, de su parte iba cargando una bolsa de tienda para acampar y una canasta.

—Papá —Allen miro al pelinegro una vez se detuvieron en una pequeña zona del parque con mucha vegetación —, ¿Por qué salimos hoy? Pensé que no te gustaba salir en la noche.

—Bueno, habrá una lluvia de estrella y pensábamos que sería lindo verlo entre todos.

Los ojos de pequeño rubio brillan por aquellas palabras —¿Podremos pedir deseos?

—No veo porque no —respondió su padre Cliff, para palmear su cabeza —, no creo que tu padre sea tan amargado para no dejarte.

—¿Perdón, Cliff?

La cara de David era todo un poema por la pequeña broma de Cliff, quien reía casi a carcajadas con un pequeño niño confundido por la situación.

Al menos parecía tener una idea de cómo devolverle la broma, o eso mostraba su rostro por unos segundos después al tener una sonrisa de "maldad".

El pelinegro suspiro luego de eso mientras colocaba el telescopio con un resoplo dramático —Allen, que sepas que tu padre es la persona más divertida que conocerás en esta vida, por lo que no existe ningún problema en ello.

Cliff rodo sus ojos mientras colocaba en el suelo la bolsa y canasta, para acercarse un poco al pelinegro con una sonrisa —ay vamos, D, era una broma... Perdón

David miro a otro lado, aunque intentaba aguantar la risa —lo que tu digas, no creo tus palabras.

—¡Pero si voy en serio!

—No Cliff, yo que confiaba en ti —dijo el pelinegro mientras se alejaba al cubrir su rostro —, tenemos un hijo juntos... ¿Y esto recibo? Pensaba que teníamos algo especial.

Por supuesto, mientras los adultos hablaban, su hijo parecía no entender las cosas... Pero no era la primera vez que los veía así, según ellos todo marchaba bien por lo que no debía porque preocuparse realmente de todo.

Eran un poco raros, pero así él los quería, al menos luego ya se encontraban riendo ambos tras aquella situación.

Luego de aquello terminaron de montar el pequeño lugar; entre los tres armaron al lado del telescopio la tienda de campaña junto a la manta frente de la misma.

—Bueno, está todo listo —el pelinegro se secó el sudor de su frente, mirando luego hacia el niño que inicio a jalar su camisa.

—¿Cuándo va a comenzar? —murmullo su hijo mientras lo veía fijamente.

El pelinegro traslado su vista hacia su reloj —creo que aún falta una hora con algunos minutos —murmullo mientras se rascaba la mejilla y voltear a ver a su hijo —. Puedes jugar en todo lo que esperamos, pero no vayas donde no podamos verte, o leer algo. Si tienes hambre solo dilo, trajimos algunos bocadillos por ello mismo.