«01»

785 65 9
                                    


Estoy sentada en el suelo helado, mis piernas están pegadas a mi pecho y escondo mi rostro entre las rodillas huesudas mientras escucho llorar a mamá nuevamente. Su llanto me causa escalofríos y mucha tristeza, ella ha estado así desde que unos soldados alemanes se llevaron a papá, sus últimas palabras fueron: "Voy a regresar, amor" mientras lo arrastraban hacia un vehículo militar. Ella llora porque sabe que jamás lo volverá a ver, así que todos los días, desde que papá se fue, llora en su habitación tratando de que el mar de su llanto lo haga regresar a casa, vivo o muerto.

Me pongo de pie, siento mis piernas adormecidas y el frío me ha provocado que los dedos de los pies se me pongan de color violeta, casi morado, casi sin vida. Sacudo mi vestido, la tela se siente tan dura y áspera, he tratado de lavar mis prendas a mano, pero no puedo hacerlo como lo hace mamá, la necesito aquí.


–Olivia –escucho la bella voz de mamá hablarme detrás de la puerta y el corazón me late rápido por la emoción, mis ojos se abren deseando verle el rostro y sentir el calor de sus brazos.

– ¿Si, mamí? –mi voz sale disparada.

–Nada... pensé que no estabas en casa–susurra como si fuese extraño que yo estuviera aquí, en la casa donde ella me ha dado techo desde que nací.


No le contesto, me siento un poco vacía y extrañada, pienso que mi presencia no le importa en lo absoluto y que sólo quiere sacar su tristeza hundiéndose en un gran océano color negro, su habitación. Aprieto los labios y sigo caminando hacia la cocina, no hay despensa, no hay carne o pollo, no hay frutas o verduras, sólo hay dos patatas que están a punto de pudrirse, sin hacerles ningún feo sé que las tengo que tomar, y así lo hago, corto los pedazos que ya están muy malos y las lavo para después echarlos en una olla con agua y ponerlos a hervir. Me fijo en la pequeña alacena que papá creo con sus propias manos, él le dedico casi una semana a esto solo para que el amor de su vida tuviera un pequeño lugar para poner sus alimentos o cualquier cosa que se le ocurriera, acaricio el frío material mientras sollozo en un silencio inigualable, no hay nada que se pueda hacer aquí, no sé cómo esas personas tienen el corazón para arrancar de esa manera a un integrante de una familia pequeña, ¿no tendrán corazón?

Tarareo una suave melodía que acabo de inventar, imagino un futuro lleno de luz y de tranquilidad, me conmueve el alma pensar en que mamá estará de nuevo conmigo y podremos vivir felices sin olvidar la memoria del hombre de la casa, pero tengo que parar, la puerta principal de la casa es golpeada con tanta brusquedad y desesperación, igual que cuando vinieron por papá. Miro hacia el pasillo mientras la piel se me eriza y mis manos sueltan el cuchillo, hay un silencio horrible después de los golpes, entonces viene lo peor, alguien tumba la puerta y mis labios sólo tiemblan.

Mis piernas no pueden moverse, pero mi cerebro les ordena reaccionar, ellas comienzan a moverse y corro por la cocina hasta llegar a la puerta del patio, no sé de qué estoy huyendo ni tampoco porque tengo que hacerlo, sólo sé que no es nada bueno y si quiero conservar la vida no hay que preguntar esas cosas. Pero cuando voy a mitad del patio el corazón se me detiene, mamá se ha quedado sola en la habitación y no puedo irme, no voy a dejarla ahí y que alguien le haga daño, prefiero morirme antes que perder a otro integrante de mi familia, la única persona que me queda en el mundo. Me mareo un poco por lo asustada que me siento, me doy la vuelta y entro de nuevo por la puerta vieja de madera que permite el acceso a la cocina sofisticada que mamá ha mantenido impecable desde que tengo memoria. Mis pasos se detienen y mis labios se abren, mis ojos comienzan a hundirse en lágrimas de dolor y desesperación.


– ¡Suéltenla!–grito cuando veo a mamá siendo arrastrada por dos hombres vestidos en verde opaco, sin luz, sin nada bueno, igual que sus almas–¡Suelten a mi madre!–grito corriendo hacia mamá, tratando de arrancar su delgado y frágil cuerpo de esas horribles manos blancas.

I live for you, Olivia ; harry.Where stories live. Discover now