«04»

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− ¿Qué estás haciendo aquí, judía? –abro mis ojos estando aun en frente de la bodega.

−Y-yo vine a petición del sargento Edward –me pongo nerviosa y tartamudeo, la expresión del soldado alemán que esta frente a mí no es buena.

− ¡Estas mintiendo! –él grita con fuerza, le veo las venas de su cuello y su rostro ponerse colorado − ¡Él ha mandado a trabajar a todos! –se acerca a mi tan rápido que no pude hacerme hacia atrás.

− ¡Le digo la verdad! –lo digo como suplica mientras que estira hacia arriba mi brazo izquierdo, como si quisiera arrancarlo de mi cuerpo.

− ¡No me contestes, judía! –él grita y alza aún más mi brazo, la punta de los dedos de mis pies apenas y tocan el lodo del suelo − ¡Todos ustedes son iguales, unos asquerosos mentirosos! –la saliva de su boca que sale cada vez que me grita se estampa en mi rostro.


Mi voz se ha perdido en el hoyo negro de mi miedo, los latidos de mi corazón son más rápidos que las liebres corriendo y mis ojos cafés únicamente miran los cielos que tiene como vista el soldado que me tiene sujeta.

Observo como sus labios no se cierran, de reojo también las venas de su cuello van a estallar dentro de su cuerpo, las gotas de su saliva siguen cayendo en mis mejillas y su piel blanca como las nubes ahora color roja como el infierno.


– ¡Voy a darte una lección para que aprendas a no mentirle a tu autoridad! –estruja mi brazo y con el todo mi cuerpo.

– ¡Se lo suplico, no lo haga! –mis lágrimas están en todas mis mejillas – ¡Le digo la verdad! –grito desgarradoramente ante el miedo de que me pueda matar de un solo golpe.


Él suelta mi brazo y con sus dos manos empuja mi cuerpo hacia el suelo, mis manos se entierran en el lodo y mi rostro se embarra también de aquello, mis rodillas se raspan con las piedras pequeñas y mi ropa se humedece.

Lo veo quitarse el cinturón y tomarlo con su mano derecha, él va a golpearme como jamás lo harán en toda mi vida. Cierro los ojos para no verle.


– ¡Alto! –una voz hace vibrar todo el lugar, yo abro los ojos de inmediato y el soldado tiene su mano alzada con el cinturón volando.

–Señor –aquel hombre que iba a golpearme baja el cinturón y saluda a su superior.

– ¿Que mierda está haciendo, soldado? –se le acerca tanto al rostro que sus narices quizá rozan y le grita de manera furiosa – ¿Por qué no está haciendo lo que le he pedido?

–Señor, esta mujer estaba husmeando en la bodega, yo solo quería disciplinarla, como debe ser –el hombre mira a los ojos a Edward pero no de manera desafiante.

–Nadie te dio a ti –con su dedo índice le golpea el pecho –Que te encargaras de disciplinar a mi gente, ¿o sí?

–No, señor, pero... –le interrumpe Edward tirándole el cinturón de la mano derecha.

–Escúchame bien, soldado –rechinan sus dientes –Si vuelves a intentar golpear a alguien yo mismo te daré un disparo aquí –su dedo índice esta en medio de sus ojos, el soldado ve a Edward asintiendo –Bien, ¡lárgate de aquí! –le grita al final y yo tiemblo en el suelo.


El hombre asustado se inclina y toma el cinturón, pero antes de hacerlo me mira y yo hago lo mismo, yo con miedo y él con coraje, trago la saliva que se acumuló en mi boca. Se endereza y se marcha sin mirar a Edward. Ojos verdes se gira, lo observo desde abajo y se mira más terrorífico, él da cuatro pasos y medio hacia mí y se pone de cuclillas.


– ¿Estas bien? –susurra despacio, sus ojos son claros y su mentón relajado.

–Si –mi voz no se escucha bien pero si lo suficiente para él.

–Mira como estas –él observa mi ropa y zapatos, después mi rostro y su mirada se queda en la mía, mis ojos se cierran cuando sus nudillos frotan suavemente mi mejilla izquierda –Mi Olivia –su voz es más baja –Permití que te hicieran esto –abro los ojos lentamente para encontrarme con una expresión de furia y tristeza.

– ¿Por qué estamos aquí? –pregunto tratando de controlar mi llanto, pero no es de tristeza –Yo quiero irme a casa.

–Hay cosas que ni yo puedo hacer.

–Pero tú eres un sargento, tú puedes...

–Si pudiera, jamás te hubiese traído aquí –mantiene la palma de su mano en mi mentón.

–Ayúdame a sobrevivir –los ojos se me llenan de lágrimas –Por favor –mis temblorosos labios secos dicen con dificultad.

–Moriría yo primero antes de que tu pierdas la vida –esa voz autoritaria pero baja me responde.


Él gira hacia atrás cuando escuchamos varias voces provenientes de la bodega, sin preguntar nada Edward toma mis manos y me levanta del suelo con rapidez.


–No hagas ruido –me advierte –Sígueme –toma mi mano derecha y una vibración recorre mi cuerpo, el calor de su mano me es familiar.


Estira mi cuerpo lastimado detrás de él, caminamos a toda prisa como si huyéramos de un asesino mundial. 












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Nota: gracias por leer, les mandó un beso grande. xox

I live for you, Olivia ; harry.Where stories live. Discover now