Parte 3 Encuentro

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Las extrañas figuras, se acercaban cada vez más. Tomas temblaba de miedo, sin saber qué hacer, sin saber que pensar, decidió quedarse quieto, pero una sombra cubrió sus ojos, y grito sin poder contenerse. Cuando los abrió, las figuras estaban delante de él. Eran dos hombres, de unos 20 años de edad, vestidos con unos trapos viejos, como de otra época, con sus pelos largos, despeinados y sucios. Lo miraban fijamente, como sorprendidos de lo que veían. Roky ladraba sin parar. Tomas dio un tirón a la correa dejo de ladrar. Las figuras, sin dejar de mirarlo, parecían tan asustadas como él. Se dio cuenta que alguien tenía que romper el silencio. Con un nudo en la garganta, y la voz temblorosa dijo

-Hola... mi nombre es Tomas, tengo 11 años, y soy de Mar del Plata. Vinimos a visitar a mi abuela, Laura que vive en San Vicente.

Pero nadie contesto. Los dos hombres seguían mirándolo fijo, sin moverse, como inspeccionándolo. Hasta que uno de ellos, que tenía un solo ojo decidió hablar

-¿En qué año estamos? –pregunto

-En el 2014 –contesto Tomas

-Tanto tiempo pasó ya –dijo el de los dos ojos

-¿Tiempo de qué? –pregunto Tomas

La silueta de los dos ojos se alejo como enojado, dándoles la espalda. El de un solo ojo, se acercó a Tomas y le dijo en voz baja

-Creo que la respuesta es obvia. De nuestra última vez entre los vivos.

-Perdón, pero no resulta obvia para mí –dijo Tomas, ya más tranquilo, y recuperando su habitual tono de voz

-Entonces, déjame contarte una historia. Hace muchos, muchos años, dos hermanos, que vivían no muy lejos de aquí, decidieron ayudar a su madre a traer las ovejas que se habían escapado. Una de ellas, la más pequeña, se alejo del rebaño, y decidieron ir a buscarla. Sin ningún plan especifico, empezaron a correr, pero la oveja se alejaba más y más. Y cuando se dieron cuenta, estaba parada en la vía del tren que no hacía mucho habían construido. A lo lejos, se escucho un sonido y una maquina gigante se acercaba a toda velocidad, "¡el tren! ¡el tren!" gritaron los hermanos, que intentaron socorrer a la pequeña oveja. Pero de repente todo oscureció, y ya no hubo más sonido, luz, aire, era como la nada misma. No se sentía nada, al abrir los ojos, estaba todo allí, el tren, la oveja, el pasto, los arboles que revoloteaban con el viento, pero no lo sentían. Uno de ellos se dio cuenta, que al alejarse el tren, que había dos personas tiradas al costado de la vía, inmóviles. Intentaron socorrerlos, y para sorpresa de ellos, se dieron cuenta que los que yacían en ese lugar eran ellos. Lastimados, sangrando, llenos de golpes por todo el cuerpo, como si algo hubiese pasado por encima de ellos. Y sin dudarlo, se dieron cuenta que fue el tren quien los lastimo, y que ahora y para siempre estarían muertos. Su único alivio, fue saber que en la eternidad que les quedaba, estarían juntos. Vagaron durante años, y años. Vieron como las vías del tren que causaron su fin, desaparecían y se convertían en caminos de tierra, y luego los cubría una alfombra gris, llamada asfalto. Como los autos las atravesaban sin cesar, día tras día, noche tras noche. Pero una vez al año, a veces cada dos, podían volver a estar en el mundo de los vivos, podía, tocar, sentir, respirar, ¡vivir!, todo se volvía real. Lo único, es que  solo podían hablar con los muertos.

-Perdón –interrumpió Tomas- solo con los muertos no, yo estoy vivo y puedo hablar con ustedes, quizás me puedan ayudar a buscar a mi familia.

-No te das cuenta verdad –dijo el de los dos ojos, que había vuelto a estar con ellos durante la historia relatada por su hermano- si nos ves y podes hablar con nosotros en que estas muerto

-¡Que!... no puede ser, no es posible... yo, ¡muerto! No... debe haber una explicación lógica... -dijo Tomas

-Y la hay –le respondió el de dos ojos, con un tono cortante- ya no perteneces al mundo de los vivos

-Basta –lo interrumpió su hermano- no seas así. Es un momento difícil para él. Démosle tiempo, ya va a entender.


ZozobraWhere stories live. Discover now