Novia, suegra.

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Pensé por un momento que había sido muy inmaduro mi comportamiento, pero al verla tocarse “indiscreta” frente a Andrés y morderse el labio durante todo el recorrido, las ganas de pedirle disculpas se esfumaron.

Nos encontramos parados en la entrada del gran hotel, el conductor es todo un amor, muy amable y respetuoso.

Llegamos y nos bajamos del auto. La mojigata vuelve con el chofer y las maletas, ella trae la de Andrés y él la mía.

Le agradezco y él me responde con un "con mucho gusto"
Cintia se acerca a Andrés y lo abraza, de reojo veo como le susurra algo al oído y luego acaricia su espalda.

La sangre me hierve y tengo la sensación de que en cualquier momento puedo vomitar. Ella se separa de él y le dice algo en voz baja, tengo que parar esto ahora o si no explotaré.

La muy regalada le pone la mano en su pecho y lo acaricia, lo que más me llena de rabia y me hiere es que él se deje.

Me acerco con liegreza hasta estar a el lado de ambos y bruscamente le aparto la mano.

-Mirame, soporté que prácticamente te masturbaras durante todo el recorrido, pero no voy a permitir que vengas y lo toques como si todavía fuera tu novio, así que si no quiere quedar desfigurada abrase de aquí- sentencio y le sostengo la mirada.

Ella vuelve la mirada a Andrés y lo escruta esperando una reacción de su parte.

-Oiga, ¿se lo explico con plastilina o qué boba?- le pregunto con un tono de voz más alto.

Esta niega con la cabeza y dándole una mirada despectiva a Andrés se monta en el auto y cierra la puerta detrás de ella.

El conductor se despide de mí con un ademán y yo hago lo mismo.

Levanto mi maleta y me adentro en el hotel, Andrés se posiciona frente a mí con una sonrisa en el rostro.

-¿Celosa?- pregunta levantando su ceja y mirándome con diversión.

-Sí- acepto seria.

Andrés abre sus ojos y la sonrisa se esfuma de su rostro.

-Debo estar alucinando- musita- Manuela aceptando algo... Este es como un sueño, ustedes las mujeres nunca aceptan nada-

Ruedo los ojos y retomo el camino hacia donde se encontraba la recepcionista, una señora de edad se encuentra detrás de la computadora.

Sus ojos parecen perdidos tras sus grandes y gruesos lentes.

Alza la mirada y una amarillenta sonrisa se asoma detrás de sus agrietados y secos labios.

Su uniforme permanece impecable, su aroma es dulce y su cabello se encuentra perfectamente peinado hacia atrás.

-Bienvenidos al hotel Marshall-

-Muchas gracias, estamos buscando una suite presidencial- dice él dejándome con las palabras en la boca.

-Y una habitación para una sola persona, por favor- interrumpo.

La mujer observa a Andrés y este me miro a mí.

-¿Estás hablando en serio?- pregunta.

Digo un corto “sí” y vuelvo mi mirada hacia la mujer, ésta teclea rápidamente en el computador, sabe mucho para ser de su edad.

-¿Puede por favor darnos dos suites presidenciales?- pregunta él con cortesía.

Ella lo mira mientras acomoda sus lentes que resbalaban por el puente de su nariz y asiente levemente manteniendo el entusiasmo.

Maldito Andrés °Sin Corregir°Where stories live. Discover now