Capitulo3: plateado.

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—No, no; Danielle por dios, estás demasiado distraída —dejo el vestido rojo en el estante—. Vamos, si tú eres mi gurú de la moda; colores así de fuertes no van para nada con tu piel tan clara —Danielle parpadeó y le dedico una sonrisa a su hermano.
—Lo lamento, solo estoy algo distraída —Phil le pasó la mano por su hombro.
—¿Probamos en otra tienda? —su hermana ignoro la propuesta.
Sus botas de tacón resonaron en la madera de la tienda; Danielle vio por el rabillo de los ojos a alguien recargado en la pared viéndola atentamente. Ella se volteó rápido sin pensarlo y dio un paso decisivo hacia donde el ignoto.
—Por una vez no —espeto Phil agarrándola del hombro—, por favor, hoy no.
La chica tomo una gran bocanada de aire para luego suspirar.
—¿Qué tal el plateado del maniquí? —su hermano sonrió.
—Ese es perfecto —la empujo—. Vamos, vamos, vamos, no queremos que alguien lo gane —Danielle sonrió; en otro momento, cuando no se había metido en tantos problemas salir de compras con su hermano era de las cosas que más disfrutaba—. ¡Señorita! —le hablo a una empleada—, queremos ese vestido plateado en talla S, tal vez una M también por si las dudas —su hermana le propició un golpe y la encargada sonrió y de inmediato les dirigió a los probadores.
—En un segundo se lo traigo —sonrió antes de cerrar la puerta del probador.
La chica se comenzó a sacar los montones de suéteres que traía encima, cuando solo quedaba la blusa y pantalón la encargada le pasó los dos vestidos, termino de desvestirse, deslizó el vestido sobre su cuerpo y después de subir el cierre se admiro en el espejo; el vestido se ceñía un poco en la cintura, haciendo la ilusión de más curvas de las reales, en el pecho se formaba una onda gracias a la única manga que tenía el vestido, y, en la cintura caía con la gracia de la seda, la apertura a media pierna le daba un toque atrevido y con unos tacones seguramente quedaría perfecto.
Salió del probador y Phil sonrió de oreja a oreja.
—Perfecto, no se diga más —le dio una vuelta—. Claro, ahora unos tacones clásicos de tacón de aguja color...
—Gris —Phil le guiñó el ojo—. Y con los accesorios adecuados...
—Di-vi-na hermana —Danielle se río tras cerrar la puerta del probador.

Termino de arreglarse el cabello, algunos se salían y sin embargo el peinado enmarcaba su rostro y el sutil maquillaje de los ojos combinado con el color vino en los labios resaltaban totalmente sus facciones.
Se levanto de la silla del tocador, había olvidado la bolsa de los accesorios en la sala. Bajo las escaleras muy rápido, la misión de hoy era que Joseph no la viera; pero las misiones no siempre se logran y justo cuando se dio la vuelta escucho la voz de Joseph.
—¿A dónde vas? —preguntó.
Danielle se quedó callada, dándole la espalda a su inquilino.
—¿Danielle? —volvió a hablar después de unos minutos.
Y después de pensárselo, giro para verlo a los ojos y sonrió.
—Hoy es el baile de la escuela y como me invitaron y acepte, voy a ir —la cara de Joseph se descompuso.
—Pensé que los bailes y los chicos no eran tus prioridades —Danielle se río y movió la mano.
—Se pueden hacer excepciones —le guiñó el ojo antes de volver a su habitación.
Entrando a esta se puso el vestido, los zapatos y los accesorios; cuando abrió la puerta para salir Joseph estaba afuera con los nudillos sobre la puerta, sus ojos repasaron todo su cuerpo y así se pasó la mano por la nuca.
—¿Necesitabas algo? —se aclaró la garganta para que le prestara atención.
Joseph no emitió ni un sonido, así que Danielle tomó su abrigo, cerró la habitación con llave y justo cuando iba bajando las escaleras el timbre se escucho; Phil salió de su cuarto como bala para sacar fotografías y Joe iba reaccionando al trance en el que se encontraba.
—Danielle —la saludo Edward, llevaba un traje negro con las solapas blancas y los detalles de las bolsas, se veía bastante bien con traje, le daba un aire más misterioso de lo normal—, te ves preciosa —le dio un beso en la mejilla —tras ellos se escucho a Joe dando una exclamación de sorpresa y Phil iba sacando fotos.
—Gracias, Ed; también te ves muy bien —Phil estaba dando saltos mientras sacaba un centenar de fotos.
—Se ven divinos juntos, y su ropa combina también, por dios, podría seguirlos toda la noche sacándoles fotos —Joseph al fondo estaba con una expresión bastante... Huraña, podría decirse—. Será mejor que se vayan sino llenare toda la memoria de la cámara.
Edward meneó la cabeza dispuesto a salir de la casa puesto que las fotografías y ser el centro de atención no era una de sus cosas favoritas.
—Nos vemos más tarde Phil —le dio un beso en la mejilla—, no creo que lleguemos tan tarde.
—Claro, sí, lo que digas —me empujó hacia afuera—. Nos vemos —y cerró la puerta causando un alboroto.
Durante el camino hacia la escuela, todo transcurrió normal sin pláticas tensas y nada parecido, como normalmente es la amistad de los dos chicos; sin embargo, al llegar a la escuela, justo como había dicho Phil se volvieron el centro de atención, sobretodo a causa de Danielle, que ya de por si antes de faltar tanto llamaba la atención por su belleza.
—No esperaba realmente esto —Edward se lamentó.
—Ya, seguro esperabas que todos te ignorabas si vas tan guapo —Danielle le sonrió—, además no dejas de ser el chico con asentó inglés —Ed rodó los ojos y le dio un empujón a la chica.
Shawn, el capitán del equipo de futbol y ex novio de Danielle pasó frente ellos y se detuvo en cuanto los vio.
—Dan —le dio un beso en la mejilla, la chica con desgano le sonrió—. Te ves fantástica, como todos los años... Pero con tantas faltas no creo que tengas un historial lo suficientemente bueno para entrar a Harvard, ¿o abandonaste esa idea después de que tu noviecito el francés te dejara? —Edward lo miró con desagrado poniéndose a la defensiva.
—Vamos, Shawn, ¿no es demasiado triste aún sentiré mal porque te cambie por el francés? Las cosas se superan —Shawn dio un resoplido—. Mejor vete con Melanie, esta noche no pudo verse mejor —sonrío con sorna—, ese vestido amarillo se le ve fantástico —Shawn enrojeció mientras Ed y Danielle salían de su vista.
—Apenas vuelves y ya estás causando problemas, eso es una racha —se río, pero de inmediato de callo al ver que la principal se acercaba.
—Danielle —le dio un abrazo y un beso en cada mejilla—, cariño, me da gusto verte; tenemos que charlas sobre muchas cosas —la señora de unos cuarenta años con un vestido largo y carisma de abuelita, pero mano de troyana obviamente tenía intensiones de reprenderla por las faltas—, por ejemplo, tus faltas... —Danielle abrió la boca para repelar pero la principal prosiguió—, ya sé que estás inmersa en tu investigación y es tu prioridad de momento, pero piensa en Harvard, recuerda que tengo tu lugar reservado y la próxima semana son las finales del concurso matemático; tienes que reponerte —le dedico una sonrisa—. Ahora dejó que disfrutes de la noche —y dio media vuelta.
—Esa señora solo nos ve como ganado para Harvard —se pasó la mano por la cara—, me gustaría ver su cara cuando se entere de que nos largamos a Francia, sus dos vacas preferidas se van —Edward se río.
—Si fuéramos vacas, sería mejor idea ir a Suiza, haríamos buen chocolate —Danielle le sonrió y le propinó un golpe.
—Claro, algún día iremos a ver qué misterios nos esperan ahí.
—Has un esfuerzo para despejar tu mente de todo lo de la investigación, es solo una noche, por favor —la chica dio un suspiro mientras entraban al gimnasio de la escuela y lo encontraban lleno de gente bailando, el sonido la aturdió un poco pero, justo como dijo Edward se despejó y se dejó llevar por la magia del plateado invernal.



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