Capítulo 6: una historia de amor.

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Danielle estaba en silencio, la casa era tan grande y silenciosa que no podía dormir, le faltaba alguna clase de ruido, algo en qué preocuparse; sus manos se movían apretando la tela de las sabanas, había demasiado espacio para alguien tan minúsculo como ella. Constantemente pasaba esto, no le agradaba estar sola, mucho menos en espacios grandes, necesitaba algo, o alguien que la tranquilizara un poco; tenía que aceptar que antes de Joseph pasaba un poco eso, pero después de su partida se había vuelto más constante, era difícil acostumbrarse tanto a alguien que después se iba a ir.
Se levanto de la cama y se pasó una frazada por los hombros, prendió la luz de la habitación y se puso a abrir cajones y ordenar cosas, sí que era una pérdida de tiempo, pero qué más hacía teniendo insomnio, tal vez solo estaba inventado cosas y todo era por el cambio de horario. Relajo sus hombros y se sentó en uno de los sillones de la habitación, este sofá era diferente a los demás, un terciopelo rojo lo forraba y los remaches en dorado lo hacían ver elegante; reclinó su cabeza y casi sin notarlo se quedo dormida.

—Danielle —la chica despego las pestañas y se levanto más rápido de lo debido mareándose un poco—. Hey, con calma —se talló los ojos con sus manos y observó la habitación... ¿Se había quedado dormida en el sillón? Levantó la vista observando los ojos verdes de Joseph, casi pegó un brinco de la sorpresa.
—Joseph... ¿Qué haces aquí, qué hora es? —se fijó en que su pijama era inapropiada para la situación y se pasó la frazada para cubrirse.
—Las ocho de la mañana —Danielle se levanto rápido—. ¿Por qué no me despertaron? Vamos tarde —abrió su maleta y sacó sus cosas para arreglarse y salir lo antes posible—. Danielle, tranquila, ya está todo listo, solo que decidimos dejarte descansar un poco más, necesitas disminuir tu nivel de estrés, y estoy muy seguro que tenias insomnio, te escuchaba haciendo ruido —la chica lo miro apenada.
—Vaya, lo lamento. Y debieron despertarme, solo voy a desordenar el intinerario...
—¿Desde cuándo te interesa seguir los intinerarios? —Joe negó con la cabeza—, y ahora que lo pienso ¿qué hacías durmiendo en el sillón teniendo una cama más cara que una casa? —la sangre se le subió a las mejillas recordando sus pensamientos durante la madrugada.
—Joseph, voy a arreglarme, los veo en veinte minutos —el chico sonrío de lado, como queriéndose reír, y luego salió de la habitación.
¿Qué diablos había sido todo eso? ¿Joseph estaba intentando coquetear con ella? En qué estaba pensando.
Antes de pensarlo ya estaba lista, extrañamente se sentía un poco más tranquila, tanto así que se dio el lujo de arreglarse el cabello, y combinar su ropa adecuadamente.

Después de unas horas ya se encontraban en el centro de París, sus aliados mafiosos los habían transportado lujosamente y le entregaron una tarjeta con venga a saber cuánto dinero a Danielle; ella no sabía por dónde comenzar, tal vez deberían de ir a hacer unas compras, necesitaban una nueva fuente de datos... Tal vez Edward y ella podían ir a la biblioteca principal de París en lo que Phil y Joseph se encargaban de comprar la nueva computadora y cosas que hicieran falta.
—Nos vamos a separar —Danielle expresó su plan—, tendremos como punto de encuentro la torre, cualquier cosa existen los teléfonos.
Y así cada quien se fue a su destino; Edward y ella se encontraban ya a unos pasos de la biblioteca, era lo suficientemente imponente como para no querer romperse una pierna lanzándose desde el segundo piso.
—No hay mucho que decir —espetó Ed mientras revisaba las cámaras desde su celular—, no tienen mucha seguridad, ni un cuarto restringido, si estás buscando algo en especial será mejor que hables ahora.
—En el diario de viaje se mencionaba a una persona que especialmente me interesó, era algo así como la nodriza de... Bueno, alguno de los dos; lo importante aquí es que era muy apegada a esta persona, y lo describe como alguien casado y con hijos; quisiera pensar que podríamos encontrar a algún tataranieto de esta persona —Edward la miró un poco resignado.
—¿Nombres? —Danielle sonrió de lado—, si no tienes ni idea de esto...
—Ya sé, ya sé, nos lleva semanas encontrar información, su apellido es Couture, y ya que estamos en esto podríamos buscar también a los otros dos; me pregunto si siguen teniendo los libros de ciudadanos —Edward empujó la puerta de la biblioteca dándole el paso a Danielle.
—Claro que lo tienen —la biblioteca era especialmente grande, terminaba con una cúpula con pinturas de Angeles, no muy apreciables por la distancia; en la sala principal había bastantes estudiantes y luego iba dividiéndose en más espacios según la categoría de los libros; Danielle suspiró un tanto sobrecogida.
—Va a ser un largo día.

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⏰ Last updated: Nov 19, 2017 ⏰

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