Esperando en la eternidad

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La noche merodeaba con una insalubre mezcla de madreselva y vainilla. A lo lejos su audaz olfato captaba un atisbo de algo que comenzaba a darle hambre. Allí en su subterránea cavidad, llena de polvo y tras siglos de misantropía decidió salir. Aquel olor nuevo y potente le dio ganas de volver a la superficie. Lo hizo. Sabía que estaba desacostumbrado a la vida y a las cosas en movimiento. En cuestión de minutos se vio obligado a volver a aprender todo aquello que había olvidado en su anacoreta existencia de los últimos tiempos. Tardó otros tantos minutos en dejar de ser quien era para emular ser como los demás. Cual animal hambriento olisqueaba en busca de aquella fragancia. Olía a nuevo, a puro. Era tan penetrante....... Al fin sintió el aroma tan cerca que vio a su objeto de deseo, no destilaba un aura especial. Era la chica que tejía asomada en la torre de la ventana. En ese momento ella se quedó mirándole con extrañeza, no gritó, sonrió y dijo con una enigmática sonrisa en los labios:

- Llevo siglos esperando a que te rindieras a mí.

Le besó, le ató a su propia piel y le susurró con candidez al oído:

- Ahora nos queda la eternidad.

Él se quedó mirando la nada, de su bolsillo cogió una pequeña botella y bebió las últimas gotas de extracto del extinto loto. Una vez ingerido lo olvidó todo, renació pero ya no era él. Ella gritó ferozmente intentando romper a zarpazos los lazos que les ataban. 

Terror expressWhere stories live. Discover now