8 - Arya: Clase de deportes

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Después de las palabras de su papá Arya bajó del coche junto con Sansa a quien pareció molestarle lo suficiente como para acercarse a ella y decirle:

-Juro que si empiezas a decirles a otros que tú eres mi hermana voy a asegurarme de que Joffrey y sus amigos te hagan la vida imposible.

Mientras veía a Sansa con su vestido nuevo y su cabello ondeando, Arya se dirigió a su primera clase de ese día: Historia.

En realidad no le preocupaba mucho prestar atención considerando que casi todos los pasajes importantes habían sido escritos por hombres. Si algo había aprendido mientras hablaba con su papá era que las minorías pocas veces tenían la oportunidad de contar su punto de vista pero si además eran los perdedores, entonces serían olvidados.

En las materias de ciencia, Arya solamente tenía puntajes decentes en biología mientras que con matemáticas, química y física se conformaba en aprobarlas para quitarse de encima a su mamá.

Sin embargo en deportes era hábil como sus hermanos, incluso un poco más que su hermano Bran. Los fines de semana, cuando los chicos habían terminado de hacer sus deberes en casa, solían sacar el viejo equipo deportivo conformado por guantes de béisbol desgastados, bates a los cuales se les había comenzado a despegar el barniz y una bola de los viejos tiempos de Ned.

A la única persona a la cual ya no le importaba el juego de los fines de semana era a su hermana mayor pero Arya aún recordaba cuando Sansa se les unía para apoyarlos en el jardín. Habían sido tiempos mejores pero ahora que comenzaba a fijarse en otros chicos, Arya la sentía aún más distante y cruel.

Mientras tomó asiento cerca de la ventana, Arya tomó su libro de historia acomodándolo para evitar que alguien la descubriera leyendo comics en clase. Algunas veces pensaba en la remota posibilidad de dedicarse a escribir historias para hacerlas historietas aunque también consideraba que ella podría intentar hacerlas por su cuenta, después de todo sus habilidades de dibujo, aunque algo rudimentarias, podían bastar.

Otros estudiantes fueron llegando y sentándose en distintas partes del salón, un chico gordo se sentó detrás de ella mientras que el acompañante de este, un muchacho flaco de cabello rubio, tomó un lugar cercano.

Mientras los minutos pasaban, Arya comenzó a escuchar risas detrás de ella. Estaba casi segura de que estas provenían de los muchachos que se sentaban detrás de ella. Por un momento continuó leyendo hasta que sintió cómo le caía una bolita de papel con saliva en la cabeza.

Robb alguna vez le había dicho a Arya que la mejor forma de intimidar a los tontos era lanzarles una mirada desaprobatoria y prácticamente asesina, consejo el cual tomó ella segundos después de recibir el proyectil. Cuando miró a sus agresores estos fingieron estar haciendo otras cosas, incluso el chico rubio comenzó a entretenerse garabateando cosas en su cuaderno mientras el profesor seguía hablando.

Una vez terminaron las clases, Arya tomó sus cosas y fue a cambiarse a los vestidores. Le alegraba saber que en la clase de deportes probablemente nadie se metería con ella. Mientras se terminaba de colocar los shorts escuchó a más chicas entrar. Reconoció la voz de Myrcella Baratheon más no la de las otras niñas. Justo cuando entró el grupito de muchachas Arya se estaba atando los cordones de sus viejos tenis.

-Hola Arya.- dijo Myrcella amablemente mientras pasaba cerca hacia su casillero.

-Buenos días Myrcella.- cerró la puerta de su armario- Las veo en un rato.

Arya Stark se fue hacia el gimnasio donde no había rastro alguno de profesores. La chica comenzó a ver los detalles del sitio, desde el logo el cual constaba de una W esmeralda encerrada en un círculo amarillo, hasta lo impecables que estaban las gradas.

Más de sus compañeras fueron entrando y sentándose en el suelo o en las gradas, sin embargo seguía sin aparecer el profesor. Aún recordaba que le había preguntado a su padre si sabía quién se encargaría de esa materia en específico pero incluso Ned Stark tenía sus secretos.

-Ya lo verás, es uno de los mejores en su trabajo.- le había dicho él antes de volver a sus preparativos la noche anterior.

Eran casi las 10, algunos chicos de la edad de Arya entraron al gimnasio, incluidos los dos muchachos que habían fastidiado a Arya en historia. Detrás de ellos iba a un señor bajito de cabello rizado oscuro y barba tupida, vestía unos pants negros, chamara a juego, una playera de vieja de Pink Floyd y de su cuello pendía un silbato plateado.

-Buenos días a todos por favor hagan dos filas a cada lado mío, las chicas a la derecha y los chicos a mi izquierda.

Arya y los demás obedecieron. A pesar de la estatura del maestro, la autoridad y confianza que emanaba hacían que todos los chicos que estaban en esa habitación le tuviesen respeto.

-Yo soy el profesor Syrio Forell, aunque esta clase es de educación física yo no me limitaré a darles las típicas clases donde se avientan pelotas los unos a los otros, quiero que salgan de mi curso llevándose a casa algo más útil.- el profesor Forell miró a uno de los muchachos quien había levantado la mano.- ¿Sí chico?

-¿Es por eso que nos juntaron a los chicos y las chicas?

-Ese otro detalle,- dijo el instructor sonriendo- gracias por preguntarlo. Efectivamente la mesa directiva ha creído conveniente que todos tengan las mismas oportunidades de convivir y aprender a respetarse entre ustedes. Sé que parece muy extraño pero las clases que les impartiré les enseñará a tener un equilibrio, disciplina y respeto no solo por sus compañeros, también por la vida y la muerte.

Al decir esa última palabra miró fijamente a Arya quien entendió por qué su padre había guardado tanto el secreto. Si bien Ned Stark hacía lo posible por evitar que los jóvenes volviesen a unirse a las filas del ejército, la realidad era que siempre buscaba formas de volver a sus estudiantes personas íntegras.

Aunque la elección del profesor Forell parecía extraña para cualquiera que conociera superficialmente a Ned Stark, quienes estaban más cerca del director entenderían que la disciplina y el honor que Syrio Forell tenía había sido lo que le había conseguido el empleo.

-Muy bien, ahora basta de cháchara y comencemos a correr alrededor de la cancha, la primera fila en avanzar será la de las niñas y la segunda la de los niños. ¡Vamos, vamos!

Conforme pasaban los minutos, Arya fue viendo como sus compañeros empezaban a debilitarse, incluso las jóvenes ya no parecían tan motivadas a seguir platicando entre ellas.

Una vez que el profesor Forell consideró conveniente reducir el ritmo de la marcha, este colocó a chicos y chicas uno enfrente del otro.

-Muy bien quiero que miren a la persona que tienen a su lado, lo verán de frente y a los ojos.- Arya miró al chico rubio que horas atrás había estado riéndose de ella después de haberle echado una bolita de papel en el cabello- Esa persona es su compañero ahora pero tal vez, si la vida es cruel, esa será la última cara que verán antes de desvanecerse.

Por un segundo Arya pudo ver asomarse el miedo en los ojos del muchacho que tenía frente a ella.

-Les enseñaré los movimientos básicos del día de hoy.

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Al salir de los vestidores, Arya tenía el cabello mojado por lo que había decidido dejárselo suelto por un rato en lo que se secaba. Buscó la cafetería pero al asomarse y verla totalmente llena optó por almorzar en un lugar menos abarrotado.

Mientras vagaba por los pasillos, ella encontró a un muchacho saliendo de uno de los salones que servían para talleres de carpintería y herrería. Parecía tener la misma edad que Sansa pero a diferencia de la mayor de las hermanas Stark, él parecía no tener amigos.

Por unos momentos Arya creyó que ver una pequeña sonrisa se asomaba en el rostro de él. Al sentirse algo tonta por haberse quedado viendo demasiado tiempo a ese estudiante, ella se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia otro lugar aunque no sabía hacia dónde. 

Preparatoria Westeros (+16)Where stories live. Discover now