Capitulo 1

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- Ve a jugar, yo me encargo de lavar la ropa, ¿de acuerdo? - Maria José abrazó a Daniela y la empujó con suavidad para que se fuera a la habitación, odiaba ver a su amiga hacer cosas que para ella, que eran un poco mayor y tenía más fuerza, eran casi imposibles de realizar.

Rápidamente lavó las prendas que le habían puesto a lavar a su amiga y se fue corriendo a la cocina, pues su trabajo era preparar algo de desayunar para todas las niñas del orfanato. 

No había mucho que hacer, eran casi 20 pequeñas, y la comida que había podría llenar a solo 10 o 12. 

Partió todo en raciones iguales...Hirvió algo de agua y puso un poco de cocoa para tener algo caliente que tomar.

Luego de esto, se fue a la habitación para buscar a Daniela. La encontró jugando con una muñeca de trapo vieja.

- Oye...¿Vamos abajo? las demás deben estar por venir, quizás lo mejor sea esperarlas abajo.

La menor no hablaba mucho, se limitaba a asentir o negar con su cabeza, siempre había sido así, e incluso la monja que las cuidaba había pensado por mucho tiempo que la niña era muda, hasta que un día Maria José se tardó bastante tiempo en regresar del jardín y Daniela no dejó de llamarla y lloriquear

Bajaron las escalas y se quedaron sentadas en la primera de ellas, era 23 de octubre, Maria José estaba por cumplir 8 años, y no paraba de contar los días para eso...aunque sabía que en su caso no era algo especial, esperaba la fecha con ansias cada año.

Se quedaron un rato ahí sentadas, hasta que Daniela empezó a temblar.

El frió de Bogotá aumentaba cada día, y ya su ropa no lograba darles el calor necesario. 
Maria José abrazó a la niña contra sí, tratando de cubrirla con su cuerpo para que dejara de temblar. 

Algunos minutos después entraron las niñas, acompañadas de la monja y una mujer que nunca habían visto
Eran las  8 de la mañana aproximadamente, y al ver la extraña, Maria José y Daniela se levantaron con rapidez.

- Buenos días, niñas - saludó la monja con la hipocresía que la caracterizaba, pues tras las puertas, era un monstruo para la mayoría de las niñas. Todas respondieron a coro un "hola" robotico

Se sentaron a comer, una ayudante se encargó de vigilarlas, mientras que la monja y la mujer desconocida subieron a la oficina. 

Al acabar de desayunar, todas tenían que ayudar a poner en orden la casa, Maria José y Daniela se pusieron a hacer las camas. 

Al mucho rato la monja vino por Daniela, y por otras tres niñas que tenían la edad de ésta. Maria José supo que la mujer quería adoptar a alguna de las niñas.

Cuando Daniela volvió, Maria José, o "Poché" como le decía Daniela desde pequeña, se limitó a abrazar a la niña con amor.

La ternura de Daniela era innata, podía transmitir alegría y amor a kilómetros, era hermosa y simpática a pesar de no pronunciar más de tres frases en un día. Y esto la hacía irresistible para alguien que pensara adoptar

***

Las cosas siguieron normales, no volvieron a ver a la mujer desconocida...


...Hasta unos meses después.

El 20 de diciembre un auto enorme se estacionó a la entrada del orfanato, las niñas estaban afuera ayudando a arreglar unas plantas, el día anterior Daniela había cumplido 7 años, y Poché había conseguido comprar un cupcake en la misa del miércoles.

Del auto salió la mujer, ya no tan desconocida, llegó sonriendo, con un hombre, salieron del auto con cajas y bolsas en sus manos.
La monja al verlos, hizo entrar a las niñas y les ordenó que se sentaran en el suelo todas juntas y ordenadas. 

En una de las cajas habían muñecas y juguetes, en otras dos, ropa, y en las demás, había comida y algunas golosinas.

Llamaron una a una a las niñas, tenían derecho a escoger tres juguetes y tres conjuntos de ropa. Además, les daban una bolsita de dulces.

Poché eligió un balón, un kit de maquillaje y una muñeca que bailaba. Además, para vestirse, teniendo en cuenta el clima decidió tomar dos jeans, y dos sweaters.

Lo que fue extraño para todas fue que en ningún momento llamaron a Daniela, lo que le daba una idea a Maria José de qué iba a pasar con ella.

Los dos adultos subieron con la monja a hablar, y Poché aprovechó para hablar con Daniela.


- Oye...te vas a ir, vas  atener una casa y una familia - le avisó sin rodeos.

- ¿Qué?

- Van a adoptarte...ellos van a ser tus "Papas" 

- ¿...Y tu? - los ojos de la niña se encharcaron

- Ey, no vayas a llorar, Dani, con ellos vas a tener ropa nueve, mucha comida, una cama cómoda, y no te va a dar frío nunca más - La mayor sonrió, dándole un abrazo a la pequeña que ya sollozaba - Yo voy a estar bien, prometo que nunca me voy a olvidar de ti, eres como mi hermanita, Daniela.

- Yo...Te quiero mucho, no me quiero ir - Apenas y se le entendía que decía.

- No, shhh, no llores, nena, estarás bien, se ve que ellos son buenas personas - Poché trataba de calmar a su amiga, acariciándole la cabeza y apretándola contra sí misma.


Cuando los señores bajaron, Daniela ya se había resignado a su futura familia. La monja, a sabiendas de la unión de Maria José con la pequeña, le dijo a esta que le cambiara el short viejo y la blusa rota por una jardinera y una blusa nuevas, que le habían traído a Daniela sus nuevos padres.

Poché siguió las indicaciones y se fue a arreglar a la pequeña, arregló también su cabello castaño en dos lindas coletas y le entregó a Daniela una pulsera de oro que había sido de sus padres, antes de que éstos murieran en un accidente.


Remember Me / CachéWhere stories live. Discover now