PROLOGO

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A las afueras de la histórica ciudad de Niza se encuentra ubicado el castillo Valrose, perteneciente a una singular familia real, regentes de toda Francia, el pueblo francés los quería mucho por todo lo que habían hecho por ellos desde la última gran guerra que se presentó en el reino, todos los súbditos eran leales o al menos eso creían.

El castillo tenía 200 años, construido por el rey Luis VI Fauré Du-Mont, mucho antes del tiempo de la última gran guerra, sin embargo, con el pasar de los años y el descuido de la familia real ya que era una casa de veraneo, la habían dejado olvidada hasta ese año que decidieron pasar a visitar a sus súbditos más alejados del reino

En la fachada se observa un estilo gótico, con la puerta de madera de roble y acabados finos en marfil, oro blanco en las paredes que servían como reflector para prevenir a los navegantes que estuvieran cerca ya que aumentaba la potencia de los rayos del sol al golpear los muros del castillo y así los barcos mercantes o militares evitaran colisionar contra la montaña de rocas que se encontraban en la orilla de las costas francesas.

En la parte lateral del castillo se podían admirar los hermosos vitrales de dos metros de altura por cuatro de ancho formando la figura del rey Luis VI y su hija Alix Fauré du-Mont con cristales de varios colores en la parte superior se encuentran dos gárgolas de color gris que sirven como desagües para tiempo de lluvias.

En la parte de enfrente se ubican el lugar preferido de los príncipes, los hermosos jardines de descanso veraniego como lo llamaba su finada madre la reina Anette, hermosos matorrales cercaban el lugar de descanso, en la cual se podían admirar los faisanes revoloteando sus alas con sus polluelos, también podíamos admirar como los grandes perros de cacería estaban entrenando. En medio del jardín veraniego se encuentra una hermosa fuente, la cual de vez en cuando sirve como piscina para los invitados reales o para los propios príncipes, está rodeada de flores de exportación provenientes de los mejores viveros de la época del reino vecino, Italia.

A lo lejos, atrás de los matorrales se escuchan los jugueteos de los príncipes, el jardín trasero es el lugar preferido para esconderse del rey y sobre todo de la vigilancia exhaustiva que tienen que soportar por ser los herederos al trono, así pueden divertirse sin temor a regaños por confabular en contra de su hermana la heredera al trono y segunda en línea sucesoria.

Las doncellas y asistentes de los príncipes intentaban seguirlos por todos lados, sin embargo, no siempre lograban su cometido y ese día no era la excepción. Desesperado el personal por localizar a los príncipes, llamaron a la poca guardia real que estaba apostada en el castillo, para que los pudieran localizar ya que el Rey se encontraba en camino y él les había ordenado que sus hijos, los herederos estuvieran listos para la cena de recibimiento.

El rey unas semanas antes, había tenido que salir a arreglar asuntos importantes, con su hermano Capeto, el regente de las tierras de Lyon, por unos rumores que habían llegado de las tierras españolas, había tardado más de lo debido.

La princesa Esmée, una guerrera de apenas unos 16 años de edad, con el cabello rojizo como el fuego, y de una mirada tan cautivadora, con sus ojos color turquesa, corría tratando de buscar a su hermano Adam, el cual casi siempre intentaba esconderse de ella porque si no a regañadientes tenía que ceder a las exigencias de su hermana, la heredera al trono, pero cuando se presentaba la oportunidad la fastidiaba de un modo u otro para que algo malo le sucediera y así el poder tomar posesión del trono, Mattias de tan solo un año menos que Esmée, trataba de ser el maduro en situaciones tensas que siempre se presentaban con ambos hermanos tan competitivos, Amelia de 10 años siempre era muy dulce como la miel, incluso a veces llegaba a empalagar a todo mundo menos a su hermana, Esmée.

Los cuatro reino: la princesa guerreraWhere stories live. Discover now