Capítulo 10

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Al llegar me sentí como algún funcionario público siendo atacado por un montón de reporteros al salir de la oficina. Todos en el departamento, sin falta, comenzaron a soltar preguntas a lo loco sobre que habíamos estado haciendo. Incluso Sam se había dignado a salir de su habitación, se encontraba en la sala mientras Vanessa le explicaba todo lo que había pasado, pero ambas se pusieron de pie al vernos entrar por la puerta trasera. Jafet comenzó a lidiar con todo el alborota, evadiendo las preguntas e inventándose mentiras. Por mi parte, fui directo a encerrarme a mi habitación.

Cuando Alex fue a buscarme más tarde para que fuera a comer con ellos, me excusé diciendo que me dolía la cabeza. Esa nunca fallaba. Pero en realidad me sentía terriblemente abrumado con todo lo que estaba sucediendo. Y cuando lograba quitarme de la cabeza el que hubiera estado así de cerca de matar a Vic, me acordaba de la inminente invasión a la Soledad. Simplemente desee desaparecer y no enterarme de nada más.

Buscando una distracción, fui por el diario que había encontrado en el refugio abandonado hacia días, y sin pensarlo más comencé a leerlo. Rápidamente quedé maravillado con la historia de aquel hombre y todo lo que había tenido que hacer para mantenerse con vida. Y por primera vez en mucho tiempo me sentí adicto a un libro, solo que este tenía un toque especial: todo era real. Esa noche apenas dormí, ni siquiera sentí hambre hasta el desayuno del día siguiente al que no hubiera asistido de no ser porque Jafet me sacó arrastrándome de mi cuarto.

Todos se veían muy animados, más de lo normal. Noté que era su forma de lidiar con el miedo a un ataque de Cranston, felicidad espontánea y sin sentido. Todos ellos sonreían y decían cosas bobas cada vez que podían. Incluso Sam, que, aunque sufría por su sobriedad se esforzaba por mantenerse dentro de la conversación. Pero toda esa falta de alegría solo me deprimió. Contaba cada segundo en aquella mesa para volver a meterme entre las páginas de aquel libro.

Tan así, que ni siquiera sentí un impulso a comentar algo cuando Rawvanna relataba de lo que Jafet y yo nos habíamos perdido al marcharnos inesperadamente. Anderson y Jason habían tenido una disputa, el primero estaba muy decidido a bajar al entonces revelado estacionamiento y entregarnos a Cranston, mientras que el segundo estaba muy seguro que eso solo era condenarnos a todos. Eduardo fue quien los calmó, y luego de escuchar ambas posturas, mencionó que iniciaría una investigación para descubrir como Cranston obtuvo aquella información, que aumentarían las medidas de seguridad y que repasarían los protocolos de emergencia. Claro que todo eso me aterraba y frustraba, no era suficiente para mantener a la Soledad a salvo. Pero no dije nada, ni siquiera mencioné mis sospechas de Vic. Simplemente quería volver para continuar con mi lectura, me encantaba la idea de desaparecer por un segundo y ser una persona completamente diferente.

Y básicamente así fueron todos los días de la semana antes de mi descubrimiento. Todos iban y venían del departamento. Jafet iba a ayudar a la enfermería, Rawvanna visitaba a Madison, Halston cuidaba de Darwin, Alan iba a visitarnos con Eric y Ellen, Alex iba a buscar a Sam al bar, Vanessa se aseguraba de que todo en la casa siguiera dando vueltas, de pronto venían Roque o Derek a pedirnos ayuda con algo –Vic nunca apareció-; y yo no podía apartarme de la lectura. Me preguntaba si lo que yo había escrito provocaría el mismo efecto en las personas que llegasen a leerlo. Y me planteaba volver a escribir, aunque sin llegar a hacerlo.

También tuve muchos pensamientos sobre Austin desde la aparición de Cranston. Me acordaba de él con el más insignificante detonante. Al principio me tomó un tiempo superar su muerte, pero luego de un mes pude andar bien sin pensar diario en su partida más que ocasionalmente, lo estaba superando, o eso creí. Ahora, cuando por fin dejaba a un lado el libro y me quedaba dormido, soñaba con él. Veía viejos recuerdos con Austin de tiempos antes de la Pandemia, cuando le ayudaba con su tarea, cuando jugábamos videojuegos o él decía alguna burrada en medio de la clase. Eso solo hacía que quisiera estar más tiempo pegado a las páginas.

Pandemia Parte IIWhere stories live. Discover now