Strudel de Manzana y Helado de Vainilla

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Los días comenzaban a ser más fríos cada vez, cosa que no le molestaba a Luna en lo absoluto. Lo que sí le fastidiaba, era la idea de tiritar toda la tarde en el restaurante. Su rutina se había vuelto monótona y se había acostumbrado lentamente a la idea de tener una vida provincial para siempre.

De camino a la escuela, siempre buscaba con la mirada a Mellisa, la hija que había heredado la Florería de Madame Degarmo. Ella se veía bastante feliz siempre arreglando los girasoles de la estantería. A Igor, quien toda su vida había atendido la licorería, se veía bastante conforme con su vida aunque fuera viudo y tuviera dos hijos. O incluso a Monsieur Legrand, quien había viajado desde París para establecer una vida más tranquila.

Pero Luna siempre pensaba que esa vida era demasiado calmada para ella. Creía que Mellisa tuvo una responsabilidad sobre sus hombros de la que no se pudo zafar, que Igor no había querido seguir adelante debido a la pérdida de su esposa y que Legrand había tomado la peor decisión de su vida.

Saint-Archambault era su futuro y debía enfocarse en lo bueno. Como siempre decía mamá.

Amplió su sonrisa al reunirse en el pasillo de la escuela con sus amigos.

—...todo casi listo. Ya no tendrán al buen Scott con ustedes el próximo año. ¿Me extrañarán? —dijo el chico mientras rodeaba con ambos brazos a Denisse y Bernadette.

—Quisieras, nerd —bromeó Denisse—. Será bueno no tener que escuchar tus tonterías todos los días.

—Sé que tú me extrañarás más. —La acercó más a él.

—Idiota. —Puso los ojos en blanco con una sonrisa—. Claro que te extrañaremos. A veces. ¿Qué hay de mí yendo a París?

—Shht. —Bernadette advirtió que Luna se aproximaba a ellos.

Habían evitado ese tema frente a Luna las últimas semanas, quien parecía extrañamente sensible al respecto.

—Luna. —Scott alejó a las chicas, casi culpable—. ¿Cómo estás?

—¿De qué hablaban? —Evadió el tema.

—Nada. Nada importante —mintió Bernadette.

Luna se mostraba extrañamente callada esa mañana. Aunque cada uno de sus amigos intentara sacarle una sonrisa o algún comentario, ni siquiera la palabrería sobrada de Scott causaba efecto en ella. Para el almuerzo, Denisse se acercó a ella lejos de los demás.

—Bien. —Denisse apoyó sus brazos en la mesa, mirándola fijamente.

—¿Qué? —Luna evitaba esa mirada que le hacía soltar la sopa en un segundo.

—¿Qué pasa?

—Nada —musitó ella clavando su mirada en su ensalada de pollo.

—Ajá. ¿Qué pasa? ¿Es lo mismo de París?

—No.

—¿Estás bien con eso?

—Sí.

—¿Entonces no importa si hablo de ello?

—No.

—Bien. Pues ya tengo todo listo para el próximo verano. Mi solicitud a La Sorbona está casi completada. Mis padres me apoyarán con un departamento cerca del Campus—

—¡Cállate! —No pudo controlar su boca, explotando en un sentimiento de angustia y enojo.

—Luna, no puedes seguir así.

Luxure (sample)Where stories live. Discover now