El primer baile

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Julio,2012.

Cuando tengo que pensar en cómo empezó todo, me recuerdo a mí misma hace un par de años. Tenía catorce años, mi piel era extremadamente blanca, pero sin ninguna espinilla o marca o herida, nada. Tenía el pelo negro corto hasta los hombros y como era bastante gorda mis pequeños ojos siempre se perdían entre mis robustas mejillas, pero sabes, era demasiado joven como para preocuparme por eso. Mis amigas del colegio eran tan distintas a mí, ellas no tenían problemas con usar shorts en verano y trajes de baño, con catorce años no usaba nada que mostrara mi cuerpo porque ya había escuchado los comentarios tipo "miren esa gorda" "miren como se mueve la gorda" Pero nada fue tan terrible como la noche de mi primera fiesta. Toda la noche probándome ropa, toda la noche mirándome al espejo para literalmente ser vendida como un pedazo de carne a un montón de niños pubertos que elegirían con cual pedazo de carne bailarían. 

Mientras mis amigas bailaban con los niños de catorce años más guapos de la sociedad alta, yo me quedé ahí, mirando el piso y fingiendo que me estaba divirtiendo, pero nadie quiso bailar conmigo, nadie me preguntó cómo me llamaba y nadie siquiera se voltio a mirarme como pareja de baile. 

Llegué a casa desanimada, triste, harta ¿Cómo le explicas a una niña de catorce años que el no ser atractiva físicamente no era el fin del mundo? Me recosté sobre mi cama y solo podía mirar el techo, inevitablemente comparándome con mis amigas, las cuales solo se burlaron de mí, de mi manera de bailar, de mi manera de vestir, de que nadie quiso bailar conmigo. 

Así conocí a Seth, entre las lágrimas y las promesas rotas de que la adolescencia temprana es la mejor etapa de nuestras vidas, Seth, mi querido Seth, del minuto uno siendo mi héroe ficticio. Recuerdo estar sentada en una cornisa, se acercó como si pudiera entender que pasaba por mi mente realmente (como si tuviera el valor de hablar sobre lo que estaba pasando). En realidad, para tener catorce años podía expresar muy bien el disgusto, la alegría, la rabia y la necesidad, pero sabía manipular mis sentimientos, eso me corrió la cuenta después.

La cosa es que Seth era fuego, era brisa, era día y era noche. Me hacía sentir bien y a veces mal, pero siempre tenías las palabras correctas y en esos años las palabras correctas eran "no eres gorda". Sabía perfecto que quería oírlo, que necesitaba la estúpida aprobación del género masculino. ¿No les parece divertido? Desde el momento en que conocí a Seth llorando por una gordura física y no de pensamiento es que comencé a sufrir, pero también a ver mi cuerpo de otra manera, a ver mi cuerpo como un templo.

Todas las risas, todas las lágrimas, todas las dietas, todos los vómitos, todo se detuvo cuando apareció Seth.

Relatos de mi autoestimaWhere stories live. Discover now