Capítulo 7

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Lauren

Para cuando logro volver con dos cafés, la mesa de las chicas ya ha atraído a una fila de gente. Me quedé atrapada en la cafetería porque no pensé en preguntar cómo lo quería Camila. Pero cuando el camarero preguntó para quién era, supo de inmediato cómo lo tomaba ella. Eso
me irritó increíblemente, pero lo empeoró las preguntas que obtuve después.

Parecía que todo el mundo en la ciudad estaba en la tienda preguntándome por qué le estaba consiguiendo un café a “Mila” y si era la mujer en el bar de anoche con ella.

Evité las preguntas tanto como pude hasta que el tipo me entregó dos tazas, diciéndome cuál era para ella y cuál para Karla. Ni siquiera tuve la oportunidad de decir que les estaba consiguiendo algo de beber a ambas antes de ser bombardeada por la gente, así que debe saber que siempre van juntas.

Todos en la ciudad se conocen y me están mirando como si fuese una especie de alienígena de otro planeta. Estoy intentando no ser la imbécil que sé que puedo llegar a ser, porque esta es la ciudad de Camila y quiero gustarle a ella. Quiero decir, sé lo que sentí anoche y estoy esperando que ella también lo hiciese. Pero, ¿y si todo el mundo en la ciudad le dice que soy una mala mujer? Y peor, si alguien averigua quién soy realmente y se lo cuenta. Joder, tengo que encontrar un modo de contárselo.

—Aquí tienes —digo, colocándome tras ella y pasándole la taza.

—Gracias —contesta Karla cuando toma la suya y luego la deja, así puede tomar el dinero de alguien.

—Estuvieron ocupadas mientras me fui —comento, y Camila mira sobre su hombro para guiñarme un ojo.

Dios, desearía poder tumbarla en el suelo ahora mismo y hundir mi cara entre sus piernas. Me lamo los labios, intentando desesperadamente recordar el sabor de anoche. Pensé que tendría otra oportunidad esta mañana, pero cuando me desperté y se había ido, me volví loca.

—¿En qué puedo ayudar? —pregunto, mirando a toda la gente esperando. Realmente no quiero hablar con ellos, pero haría cualquier cosa para ayudar a Camila.

—¿Puedes traer algunas cajas más de la camioneta? —pide, sonando emocionada—. No puedo creer que hayamos usado tantas.

—Lo tienes —respondo y me dirijo hacia donde estacioné.

El alcalde ahora está al otro lado del mercado agrícola y espero que se quede de ese modo. Hice que mi asistente Kathy lo llamase para preparar un encuentro, pero ahora me lo estoy replanteando todo.

Camila ha derribado todos mis planes y tengo que averiguar qué camino tomar. Cuando caminó hacia mí y me saludó, pasé todo el tiempo esperando que Camila no estuviese observando. Él podía estallar mi burbuja cuidadosamente creada antes de tener la oportunidad de confesarme. Y si lo que todo el mundo me está contando sobre ella es cierto, ese tipo de decepción le partiría el corazón.

Tomo las dos últimas cajas y las llevo a la mesa. Ayudo a vaciarlas y ponerlo todo sobre la mesa, pero parece que tan rápido como las dejo, son tomadas. Y en menos de una hora, la mesa está limpia.

—Mierda —susurra Karla cuando ha despedido al último de los clientes—. Camila, lo logramos —exclama y la toma entre sus brazos—. Maldición, chica, tal vez esto ayudará con los pagos y evitará que la bastarda chupasangre dueña de ese hotel ponga las garras sobre ti.

Me detengo de doblar las cajas vacías para mirar a las dos.
Ninguna me está mirando y los escalofríos me recorren la columna vertebral.

Camila se inclina como si no quisiese que nadie la escuchase, y me centro en la caja entre mis manos mientras agudizo he oído.

Paradise - Camren Lauren G!PWhere stories live. Discover now