Capítulo 8

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Camila

Me rio cuando Lauren me lanza sobre su hombro y entra en el Mermaid. No puedo dejar de sonreír. Con todo lo que ha estado sucediendo en mi vida últimamente, hoy ha sido uno de los mejores días de mi vida. Demonios, creo que realmente puede ser el mejor.

Después de pasar el día con Lauren, estoy llegando a aceptar lo que está pasando. Es seria sobre mí y quiere que esto siga adelante. Los pensamientos de una aventura de fin de semana se fueron hace tiempo y está hablando de nuestro futuro.

Cuando alcanza el porche, me desliza sobre su cuerpo y me deja sobre mis pies. Envuelvo los brazos alrededor de su cuello, no queriendo que me deje ir. Tal vez debería estar viendo esto de modo diferente. Una puerta se está cerrando y otra se está abriendo. De hecho, sigo pensando que perderé todo de mi familia si este lugar deja
de ser mío, pero tal vez estaré comenzando otra con Lauren.

Sé que parece una locura. Solo nos hemos conocido por un corto período de tiempo, pero esto se siente correcto y sé que también lo está sintiendo.
Con el tiempo, llegaremos a conocernos mejor, pero sé que ella es para mí y no voy a dejarla ir.

—¿De verdad hablabas en serio con que querías que me mudase contigo?

—Te quiero conmigo todo el tiempo. —Se inclina y me besa. Me encanta que no pueda mantener los labios apartados de los míos.

Es lenta y perezosa, como si no hubiésemos decidido nada en ese momento. Es como si tuviésemos todo el tiempo del mundo. Realmente siento la presión saliendo de mí y haciéndome sentir más ligera.

Apareció y alejó todas mis preocupaciones.

—Solo quiero asegurarme que no estabas preguntando porque nos escuchaste a Sammy y a mí hoy -admito.

No quiero que se sienta culpable y no quiero una limosna. Quiero que lo pida porque no puede soportar la idea de estar sin mí. Porque también es lo que estoy empezando a sentir. Tiene una vida en algún lugar, así que, ¿cómo podría pedirle que se quedase? El Mermaid no va a estar aquí mucho más. Me romperá el corazón perderlo, pero creo que Lauren no tendrá problema en recomponerme.

—Te lo pedí porque esto no puede terminar. Creo que ambas sentimos lo que está sucediendo. Lo que tenemos no es nada que haya sentido antes y no quiero dejarte ir. —Le sonrío. Escuchar eso va a hacer mucho más fácil vender este lugar.

—De acuerdo. Iré contigo. Quiero decir, tengo cosas que organizar aquí y necesito asegurarme que Peter estará bien, pero iré contigo. Si prometes que visitaremos esto tanto como podamos.

Me mira por un momento y su expresión es ilegible.

—Oye, Mila, tienes una llamada. —Miro a través de las puertas de entrada y veo a Peter sentado detrás del mostrador sosteniendo el teléfono para mí. Aparto las manos de Lauren y le sonrío.

—Dame un segundo —le pido a Lauren y me dirijo al vestíbulo.

Lauren me sigue y observa mientras tomo el teléfono de Peter.

—Pensé que querrías responder. Es el alcalde —me informa Peter.

Miro hacia Lauren, cuyos ojos se abren con sorpresa, recordándome que hoy estaba hablando con el alcalde.

—Hola, Mark —saludo, llevándome el teléfono a la oreja.

—Mila, quería pasarme hoy por tu puesto, pero me demoré. Quería ver si podíamos encontrarnos mañana para hablar sobre el Mermaid. Me he enterado de unas cuantas cosas y quiero aclarar todo esto. —Escucho un revolver de papeles antes de que continúe—: Sabemos que el lugar se está hundiendo y siento eso, de verdad, pero, bueno, ya sabes lo que hace el resort de lujo por esta isla. No hay necesidad de morder la mano que nos da de comer a todos aquí. Con el tiempo sucederá de todos modos.

—Sí —coincido, porque qué más decir. Realmente no quiero charlar con el alcalde ahora mismo. Además, ya he decidido vender—. Ven mañana alrededor del mediodía, si quieres, y hablaremos.

—Te veo entonces. —Con eso, ambos colgamos.

Peter y Lauren me están observando y parecen preocupados. Estiro el brazo y tomo la mano de Peter.

—No quiero que te preocupes por nada, voy a vender el Mermaid. Prometo que siempre tendrás un lugar donde quedarte y vamos a meterte en la universidad.

—Está bien, Nikki —contesta y me abraza—. No quiero que te preocupes por mí. Lo resolveré. He sabido que esto iba a pasar. Quiero decir, me ocupo de recepción. También reviso algunos correos electrónicos.

Lauren interviene antes de que pueda yo.

—Todos vamos a resolver esto. Mira…

—¡Señora Jauregui! Nos ha tenido a todos preocupados —chilla una mujer desde la entrada.

Todos nos giramos para ver a una mujer con un traje que es demasiado caluroso para este tiempo. Su cabello oscuro está recogido en un apretado moño y no hay un cabello fuera de lugar. Se ve como si perteneciese a una sala de juntas y no al vestíbulo del Mermaid. Ahí es cuando miro detrás de ella y veo a la sherif Morgado también llegando a los
escalones.

—Le ha dado un ataque. Intentó denunciar la desaparición de tu chica de ciudad. Cuando me mostró la fotografía, la traje hasta aquí -explica Morgado, viéndose molesta.

—¿Qué iba yo a sospechar? —se queja ella.

—Kathy —advierte Lauren—. Hablé contigo esta mañana.

Su cuerpo se tensa y puedo decir que está enojada. Es un lado de ella que le muestra a todo el mundo excepto a mí. Conmigo siempre es suave y dulce. Pero cuando se refiere a los demás, es directa y fría.

—Por como sonó, pensé que tal vez estaba secuestrada. Además, no he escuchado nada más de usted. ¡Ni siquiera ha abierto un correo de trabajo! —Lo dice como acusación. Como si no abrir sus correos de trabajo significase que está muerta—. Por lo último que escuché, quería salir de este lugar lo antes posible. —Se gira para mirarme y arquea una ceja. Si las miradas pudiesen matar, estaría muerta—. ¿Vas a vender el lugar ya o vamos a quitártelo?

Una arcada me sube por la garganta. ¿Quién es esta mujer para Lauren? Todo el mundo en la habitación se queda callado hasta que Lauren rompe el silencio.

—Camila —dice, alcanzándome, pero evito su mano.

—Jauregui —repito, la palabra sabiendo amarga en mi boca—. ¿La señora Jauregui, la dueña de los resorts de lujo? —cuestiono mientras todo comienza a tener sentido.

Peter resopla por la nariz.

—Eso explica la American Express negra. Espera, ¿es la cabróna que te ha estado enviando todos esos correos electrónicos para que vendieses el Mermaid?

Todo lo que puedo hacer es asentir, porque creo que si abro la boca de nuevo voy a vomitar. Pero no Peter. Está en movimiento antes de que pueda pestañear. Está sobre el mostrador y con el puño en el aire y golpea a Lauren justo en la mandíbula. Lauren no hace nada. Solo se tambalea hacia atrás, pero no toma represalias. Morgado se apresura y agarra a Peter.

—Maldición, Peter, cálmate. No quiero arrestarte.

—No voy a presentar cargos —asegura Lauren mientras sus ojos permanecen fijos en mí. Aparto la mirada, incapaz de soportar verla.

—Vete —le digo.

—Camila. —Su voz es suave.

—No me hables —digo en voz alta—. No se preocupe —digo, mirando hacia la mujer que acababa de irrumpir. Por todo lo que sé, es su amante, su esposa o lo que sea. Está claro que Lauren es una buena mentirosa y me lo creí todo. No me puedo creer que cayese por toda su mierda sobre ir a vivir con ella. Me hizo sentir como si estuviese a salvo. Todo fue para hacerme vender—. Envía la oferta. Firmaré los papeles. —La mujer me sonríe como si fuese la ganadora.

Doy unos pasos hacia atrás y Lauren intenta seguirme. Pero Morgado y Peter le bloquean el paso.

—¡Déjenla ir en este momento! ¿Saben quién es ella? —La mujer se acerca apresurada.

—Sí, y no nos importa una mierda —contesta Morgado.

—Escúchame. Solo deja que me explique —suplica Lauren.

Niego mientras las lágrimas comienzan a formarse. ¿Por qué su traición duele más que perder el Mermaid?

—¿Te acostaste con ella? —sisea Kathy, y puedo escuchar claramente los celos en su voz. Genial. Definitivamente una amante. Como si ya no estuviese lo suficientemente herida.

—No llores. —Se libera del agarre e ignora a los demás mientras lucha por acercarse a mí. Me sujeta el rostro entre las manos—. Por favor, nena, no llores. Solo escúchame. —Me alejo de ella.

Odio lo suave que es su toque. No puedo soportarlo. Afortunadamente,
Morgado y Peter tiran de ella hacia atrás.

—Recoge tus cosas y márchate. Este lugar todavía no es tuyo.

Lauren se libera del agarre una vez más, pero alzo las manos para detenerla.

—¡No me toques! —chillo. No se mueve y juro que toda la sangre se drena de su rostro. Es cuando me doy cuenta que las lágrimas se liberaron.

—No puedo creer que te acostases con ella. ¿Cómo pudiste hacerme esto? Pensé… —Kathy deja la frase sin terminar. No sé si me siento mal por ella o quiero golpearla.

—Por favor. Por favor, solo déjame —le imploro. Mi voz es baja y afligida.

—Se va a marchar, Mila. ¿Por qué no vas a tu habitación? Llamaré a Karla —dice Morgado con tono amable. Lauren abre la boca para decir algo, pero Morgado la interrumpe—: No, o te meteré en la cárcel durante días y realmente no la verás. Sal inmediatamente de aquí y deja que se recomponga. Lo estás empeorando.

A Lauren le tiembla todo el cuerpo y casi me hace creer que siente algún remordimiento por lo que hizo. Pero se me está partiendo el corazón y no puedo pensar más allá del dolor. Le di mi virginidad y ahora me siento traicionada.

Me giro y me dirijo a mi habitación, la escucho gritar mi nombre.

No me doy la vuelta. Solo me centro en alejarme de ella.

—Estás actuando de manera extraña, Lauren. ¿Estás segura que estás bien? Claramente no eres tú mismo. —Kathy sigue adelante como si nada hubiese ocurrido.

No dejo de caminar hasta que estoy en mi dormitorio, luego me quito la ropa. Necesito quitarme el olor de ella. Tengo que borrarla de mi memoria. Tal vez eso ayudará con el dolor.

Cuando entro en la ducha, llevo una mano a mi estómago. ¿Y si me embarazó? Un sollozo sube por mi garganta y niego. No, no creo eso. Si este fuese todo el plan, ella no habría sido tan imprudente. Tal vez no puede tener hijos o algo así. Lloro con tanta fuerza que tengo que deslizarme en los azulejos y sentarme en el suelo de la ducha. Acerco mis piernas, dejando que el agua caliente caiga sobre mí, y cierro los ojos preguntándome si el dolor de la pérdida alguna vez me dejará.

Paradise - Camren Lauren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora