Capítulo I: El hombre misterioso.

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Me levanté a las 8 A.M para ir a la universidad: primero me bañé, después me vestí y al final desayuné.
Vivo solo en mi casa, ya que tengo 22 años, la edad suficiente como para ser independiente.

Una vez salí de mi casa me dirigí a la estación de autobús, que es el que me llevaba a la universidad; estudio Ingeniería.
Llegó el autobús y me subí, después me subí las mangas de mi playera (como siempre lo hago) hasta llegar a mis codos y revisé la hora en el reloj que traía conmigo: eran las 8:30 A.M, estaba a buen tiempo para llegar, solo faltaban 30 min.
Traía conmigo mi mochila, un porta papeles y mi café; iba a traerme un peine para mi pelo largo, pero se me olvidó y ahora mi cabello lo traigo todo alborotado.

Una vez llegué sonó el timbre de que ya era hora para iniciar las clases, y salí corriendo hacia el salón, y una vez llegué, me senté en mi lugar, que era a un lado de la ventana. Podía ver la hermosa naturaleza que tenía la universidad, la cancha de fútbol y un gimnasio. Claro que esta sí era una verdadera universidad de Alfas.

Pasaron las clases hasta que llegó la hora de la salida, que es aproximadamente a las 4 de la tarde, y después de ahí siempre me dirijo hacia la biblioteca que se encuentra a unos cuantos kilómetros de la universidad; a decir verdad, no utilizaba la biblioteca de la universidad por el simple hecho de que había demasiada gente y casi nunca estaban los libros que necesitaba.
Entré a la biblioteca, pero para mi mala suerte sí había bastante gente: varios estudiantes y unos cuantos Omegas siendos asechados por las miradas de los demás Alfas y Betas.

-Hola, Wenn, tiempo sin verte. ¿Cómo has estado?-preguntó una mujer de piel blanca de cabellos color carmesí y ojos verdes; una dulzura, sin duda alguna, pero no tanto para mí (pero sí aceptaría salir con ella).

-Hola, Kennie. Bien, ¿y tú?-le respondí a la Omega, un tanto sorprendido por su presencia ya que hacía mucho que no la veía.
Era una bibliotecaria, así que siempre que venía la veía y con el tiempo nos hicimos amigos.

-Bien, gracias. ¿Otra vez estudiando?-guiñó el ojo.

-Claro, soy un Alfa después de todo-mencioné con orgullo y ella sonrió burlonamente.

-¿Y qué has estado haciendo todo este tiempo? ¿Ya encontraste a tu mate?

-Pues no he hecho nada importante. Y no, no he encontrado a mi mate-dije un tanto pensativo.

-Uh, qué triste, pero no te preocupes que pronto la encontrarás y podrás tener hijos. Ojalá y sea una Omega hermosa- sonrió.

-Muchas gracias, Kennie. ¿Y tú? ¿Qué has hecho?, ¿algo nuevo?-sonreí.

-La verdad...-volteó a ver el techo en un momento de querer soltar una sonrisa-me he casado.

-¿Qué?, ¡¿en serio?!-me sorprendí por su respuesta, y al momento en el que le respondí, todos voltearon a verme y a decirme el clásico sonido que hacen todos al momento de querer tener un momento de silencio: "Sh".

-Baja la voz, hay gente leyendo. Y sí, estoy hablando en serio.

-Eso...Wow, jamás creí que lo harías.

-Lo sé -se burló-. Y pensar que decía que nunca me iba a casar, qué gracioso.

-Lo sé. Bueno y...¿quién es? ¿Ya lo hicieron?-dije mientras me acercaba más a ella para que nadie escuchara.

-Es una Alfa llamada Anna, es muy amable y sexy. Nos conocimos en una cafetería. Y, por la última pregunta..., sí-bajó la cabeza avergonzada, tratando de ocultar su rostro rojo parecido a un tomate-, sí lo hemos hecho.

-Wow, es...sorprendente, jamás pensé que le darías al otro lado-volví a sonreír-, pero ¿quién soy yo para juzgar? Cada quien sale con quien quiera. Mucha suerte con tu relación, que tengan muchos cachorros-sonreí amablemente.

-Muchas gracias Wenn, sigues siendo el mismo de siempre-sonrió de nuevo.

-Siempre.

-Bueno, "estudiante universitario de nivel 100"- decía mientras una gran sonrisa se le formaba en el rostro. Joder, hubiera deseado que esta mujer hubiese sido...mi mate-, ¿qué esperas para ir a estudiar?

-Bueno, tienes razón. Un Alfa siempre trabaja-dejé de apoyarme en el escritorio de ella, listo para irme-. Nos vemos-le guiñé el ojo.

-Adiós.

Empecé a buscar un lugar libre y pude encontrar uno (milagrosamente) que se ubicaba a un lado de un Alfa alto y de un cuerpo potente y grande, de cabellos negros, que portaba una camisa negra con mangas grises, unos jeans, unas botas y un morral de piel; se encontraba leyendo un libro y se veía que sí estaba interesado en tales hojas de papel.
Me acerqué cuidadosamente a su lado con tal de no molestarlo.
Aquel hombre ni siquiera se molestó en mirar quién se estaba sentado a su lado, estaba muy concentrado en su lectura que ni se daba cuenta de su entorno. Podía robarle su maletín sin que se diera cuenta.

Saqué de mi mochila mis libretas y empecé a ponerlos en la mesa, listo para hacer la tarea, pero solo me faltaba ir en busca de un libro; no solía utilizar mucho el internet (solo en casos de emergencia o necesidad), ya que prefería leer libros en físico, sin utilizar esas cosas modernas. Además de que así me sentía menos inútil.

-Mierda...-mencioné en un susurro al darme cuenta de que me faltaba un cuaderno.
De de haberlo dejado en el salón, pensé.
Cuando mencioné tal palabra, el chico de mi lado volteó a verme con una cara de...¿desagrado? Quizá le había desagradado la forma en la que hablé, pero no me importó, después de todo yo ya era mayor de edad como para decir lo que quería.
Me levanté de mi asiento para ir en busca de un libro, más tarde iba a ir por mi cuaderno.

Cuando me levanté se me cayó una pluma y, claro, me agaché para recogerla, pero al momento en el que me agaché, un olor a menta con fresas invadió mis fosas nasales: el olor era poco notable, pero no tanto como para no saber de qué era tal olor; me quedé anonadado y mirando a todos lados con la esperanza de que el olor haya sido de mi mate, pero nada, no vi nada raro. Como estaba tardando demasiado en subir a mi lugar, el hombre misterioso (el Alfa potente) que estaba a un lado mío, volteó a verme por unos segundos he, interrumpiendo su lectura, abrió sus labios y dijo:

-¿Se te ha caído algo o es que acaso tienes una erección?

Me quedé callado por unos segundos, analizando el problema, viendo aquellos hermosos ojos azules cristalizados como el mar que tenía aquel Alfa; ojos que trataban de seducir a cualquiera que tratase de verlos; la costa, definitivamente era yo reflejado en la costa de sus ojos.
Sin duda alguna...eran unos hermosos ojos brillantes y cautivadores.

-¿Qué? Ah, perdón...-sonreí nerviosamente-, pero es que se me cayó una pluma.

-Pues bien, pero estás tardando demasiado en recogerla, así que, si no te molesta, recógela ya o si no te la rompo y te la meto por un lugar que te arrepentirás toda tu vida por no haberla agarrado cuando te lo dije -amenazó aquel grandulón.

-Em, está bien, no hay necesidad de llegar a tal extremo. Ya la tengo -dije en el momento en el que agarré la pluma, pero aquel olor llenó mis fosas nasales de nuevo, haciendo que soltara la pluma-. Otra vez...-susurré.

-Ejem...-tosió un poco aquel Alfa para poder llamar mi atención, lo cual logró hacerlo-. Veo que estás interesado en que realice la advertencia que te acabo de dar, ¿verdad?

-Ah, no -me levanté, intentando ignorar tal olor-. Listo, ¿ves? No te has muerto -le sonreí en forma de broma, intentando lograr que haya entendido la indirecta.

Aquel hombre solo se dignó a volver a la posición en la había estado antes. Yo solo me quedé parado por unos momentos analizando lo sucedido, pero al final no le di mucha importancia porque después de todo era un Alfa y yo igual, era totalmente imposible que aquel hombre haya sido mi mate.

Ojalá y sea una Omega sexy y de ojos azules, ya que a mi me encantaba el azul.

Fui por mi libro y regresé con la victoria de que al fin había encontrado el libro que estaba buscando.
Eran las 5:15 P.M, la hora exacta para empezar a hacer mi tarea.
Sin duda...esto había sido un día muy raro.

Alguien más.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon