Capítulo VI: Crueldad.

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-Maldita sea ¡suéltame!-di un fuerte golpe a la cara de aquel Alfa que hizo que sangrara y gimiera del dolor.

-Hijo de...-lo empujé pero seguido de esa acción el otro acompañante me detuvo, soteniéndome de los brazos.

-Basta, joder-dijo aquel Alfa que me sostuvo y después volteé a verlo. Seguido de eso, le di una mirada asesina-. Está bien, ya está-me soltó.

-Vaya, vengo en buena acción de querer regresar algo que no es mío y mira con lo que me encuentro. Otra pocilga más-dije para después dirigirme hacia la salida.

-¡Espera! Esto no ha terminado-aquel Alfa y los demás me siguieron hacia la salida para después encontrarme con un montón de Alfas haciendo un círculo.

-¿Pero qué pasa?-mencioné. De repente, escuché un chillido que mencionaba mi nombre: "Wenn", y en ese momento pude reconocer aquella voz, que era de...-: ¡Zen!-grité desesperadamente para ir con él.
》¡Zen, zen! A un lado idiotas-empujé a todos los alfas para poder pasar y encontrarme con la peor escena del mundo-. Ze...n.

Zen, quien se encontraba llorando, estaba hincado de rodillas y su ropa estaba poco arrugada por los movimientos bruscos que habían hecho con él; sus manos estaban sostenidas por un Alfa de cabellos verdes y con lentes. Enfrente de él estaba otro Alfa de cabellos grises que se encontraba parado dejando a la vista de Zen su enorme miembro, o bueno, lo que se veía a través de sus boxers guindas.
Zen estaba a punto de ser obligado a hacerle una mamada a un Alfa.
La ira me invadió por completo, mi lobo gruñó y mis dientes rechinaron mientras yo apretaba mis puños con fuerza, casi hasta dejarlas en un estado de lívido.

-¡Tú!, joder. ¡Tú! ¡Maldito hijo de puta! -me acerqué a aquel Alfa de cabellos grises que estaba a punto de obligar a Zen a hacer algo malo-.  ¡Déjalo!-le di un fuerte golpe en la cara que hizo que lo empujara y callera de espaldas al piso. Rápidamente volteé a ver a Zen y lo cargué en mi espalda.

-W...Wenn-se sorprendió por mi presencia y atrevimiento.

-¡Atrápenlos!-gritó aquel alfa. Rápidamente empecé a correr hacia la salida con Zen entrando más en pánico y sus pantalones a medio trasero, dejando a la vista sus boxers de dinosaurios.

-¡Corre, carajo, corre!-gritó Zen asustado.

-Eso hago-le dediqué una sonrisa burlona.

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-Déjenlos-dijo John, quien se encontraba tranquilo por la acción de Wenn.

-¡¿Pero por qué!?-dijo el Alfa de pelos grises.

-¿Acaso importa seguirlos? Simplemente sería un desperdicio, además...-puso una cara terrorífica que hizo que el alfa retrocediera-, ¿tendrías la osadía de desobedecerme?

-No-agachó la cabeza-. ¡Déjenlos! Que se vayan al carajo-ordenó a sus compañeros quienes dejaron de seguir a Zen y a Wenn.

Pronto iré por tí, solo....espérame, pensó John. Serás mío.

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