Capítulo 4: El Virtuoso

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Estrellas gemelas

⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ 4. El Virtuoso ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆


Calvin se sentó en el banco junto a Rod, que parecía esperarle ansioso.

—¿Y bien? —Rod le miró.

—Más de la mitad de la máquina expendedora —abrió la mochila pequeña que tenía en el regazo.

Se la acercó a Rod y este vio el interior a reventar, con todo tipo de chocolatinas, bebidas, patatas fritas y snacks. La cerró mirando a los lados, nervioso.

—Aquí hay para un año —hizo una pausa—. ¿Crees que hacemos algo malo?

—¿Robar en mitad de la calle el 90% de la máquina expendedora para comer en el teatro y no dormirnos? —Calvin lo dijo en un tono muy agudo—. ¡Para nada!

—Memos —Sophie apareció con Maddie por detrás del banco, haciendo que los dos saltaran del susto.

—Sophie, me cago en... —Calvin no se dio cuenta de que estaba abrazando su mochila.

—¿Qué tenéis ahí? ¿Es la droga que os metisteis la semana pasada antes del examen de filo? —extendió la mano para coger la mochila pero Calvin la desvió.

—Eh, eh, eh —se levantó—. Te relajas, ¿vale?

—Sí, igual de relajados que os tienen esas pastillas —Sophie caminó hasta estar delante de los dos, y Maddie la siguió por inercia—. Ahora en serio, ¿cómo habéis sacado el 10? Los dos, justo después de llegar diez minutos tarde a clase porque queríais ir al baño juntos. Para nada sospechoso, la verdad.

—Se llama repasar mientras hacemos nuestras necesidades —Rod se levantó amenazante, pero un mechón se le interpuso en medio de la cara y le quitaba seriedad.

—O un chuletón como una casa —miró de nuevo la mochila—. ¿Tiene algo que ver con lo que escondéis?

—No te interesa ni lo más mínimo —apretó más la mochila entre sus brazos.

Maddie comenzaba a sentir el ambiente incómodo e intervino:

—Será mejor que vayamos entrando —giró la cabeza hacia el teatro—. Están entrando todos.

Se levantaron y fueron todos juntos. La entrada era muy grande, rocosa y brillante; parecía que entraban a un palacio. Cada paso que daban les hacía pensar que habían retrocedido siglos atrás. El teatro iba en descendiente, y estaba completamente oscuro. Las butacas estaban tintadas de rojo sangre, y las paredes y el suelo, incluyendo el del escenario, intercalaban el negro carbón con el plateado. Dentro del edificio hacía aún más frío que en el exterior.

—Coño... ¿Quién nos manda a venir a una excursión así? —Sophie se quejó, por primera vez, de algo que no tenía que ver con Calvin y Rod.

—Pues la Nieves —Maddie se refería a la profesora de lengua castellana, María Nieves.

—¿La nueva ya sabe cómo llamar a los profes? —Rod parecía un padre orgulloso.

—Se aprende mucho. En fin, que dijo que o veníamos o tendríamos un cero en actitud.

—Una bruja.

—Para bruja nuestro Calvin —pensó Rod—. Nos hartaremos de comer; ni tan mal, esto.

Se sentaron los cuatro, uno al lado del otro. Calvin estaba al extremo derecho, Rod a su lado metiendo la mano en la mochila de los dulces, y luego Maddie tapándole a Sophie lo que hacían los otros dos.

—¿Sobre qué iba esto? ¿Algo de unos indios, verdad? —Rod le echaba el aliento de chocolate a Calvin.

—La verdad es que no tengo ni idea. Yo creo que me voy a echar una siesta, ya sabes —le guiñó el ojo, susurrando.

Calvin se separó de su cuerpo y empezó a bajar por las escaleras. Cuando no estaba en el mundo físico, no podía sentir frío. Lo único que era capaz de sentir era dolor, para avisarle de que se estaba alejando mucho; pero esa regla había cambiado.

Aún habiéndose separado de su cuerpo, estando en la escalera y mirándose a sí mismo con la cabeza apoyada en el hombro de Rod, sentía frío. Era una sensación diferente, no era como el frío convencional que sentía con normalidad.

—Hasta siendo un fantasma hay que joderse —pensó.

Empezó a bajar las escaleras, y cuanto más se acercaba al escenario más frío tenía. Todo estaba apagado, ya habían salido los actores y toda la sala estaba en silencio, exceptuando dos o tres personas de la cuarta fila, a la que se acercó.

—Joder, tú eres la pava esa que me rechazó en cuarto —se puso justo delante de una chica, que creía estar mirando a los actores, pero miraba fijamente a Calvin—. Prepotente y gilipollas. Hablando con tu amiga sobre... ¿qué? —dejó de hablar con su voz interior y se concentró en escuchar la conversación.

—¿Ves a esos tres de atrás? Pues al del medio se le ve la raja del culo, fíjate —susurraba demasiado fuerte.

Calvin odiaba escuchar su voz, pero no quería perderse eso. Se giró y se fijó en el sitio donde apuntaban los ojos de la chica, y vio a cuatro personas. Tres de ellas estaban moviéndose, representando lo que se habían aprendido probablemente meses atrás; pero había una figura más. Vestía una túnica negra y estaba encapuchado. Llevaba una máscara con una sonrisa estrecha que se extendía hasta casi las inexistentes orejas. Esta, al igual que los ojos, tenían un vacío en su interior, del que salía la misma neblina estelar que delimitaba por dónde podía moverse fuera de su cuerpo. Al mirar la figura fijamente, sintió aún más frío, se asustaba y se sentía petrificado.

Aún sin haber visto a aquel ser en ningún momento de su vida, su mente le otorgó un nombre como si lo conociera desde su nacimiento.

—El Virtuoso.

Estrellas gemelasWhere stories live. Discover now