Parte 3

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Las lagartijas recorren la ciudad, oliendo y mirando con sigilo. Una encuentra un rastro en una bifurcación de las calles y hace un pequeño gruñido, que solo sus compañeras oyen. Ambas corren a su lado. Se miran y se dividen una para cada camino.

La casa donde se alojan ed una de apariencia humilde, con un patio delantero con pasto. Un lugar de no mucho más que dos pisos. A ambos lados dos grandes edificios se alzan, como en toda la ciudad. Esta es la única casa baja en todo el páramo.

La casa está bien amueblada, pero también tiene objetos por todos lados, evidenciando un claro desorden. Cosas tales como cuadros con fotos amontonados, una tiara colgando de un velador, un saxofón sobre la mesa. Pero lo que más llama la atención de la chica es un ajedrez que está sobre un esquinero, y sus dos jugadores. El juego es de tres pisos, con escaleras y toboganes conectándolo en diferentes partes. Los que efectuan los movimientos son dos seres que se habían fusionado casi en su totalidad con máquinas. Una mujer de gran altura con ambos brazos metálicos y un chico que llega a medir la mitad que ella.

Al lado de esta imagen hay un sillón semicircular en dónde se encuentra sentado el hombre león y, al lado del sofá, la mujer mecánica. Delante de ellos hay una mesa pequeña, en la cual, la chica apoya la mochila. El hombre árbol se sienta en el sillón, al lado de sus compañeros. Ella, parada delante de ellos, abre la mochila y les deja ver la esfera.

-¿Qué necesitan saber? –Pregunta ella.

-¿Qué es lo que venís a buscar por nuestras tierras y qué es ese objeto mágico? –Exclama el hombre león levantándose mientras lo dice, con una mano fuerte sobre la mesa.

-Estamos intrigados. Nada interesante suele pasar por este lugar. –Dice el hombre árbol.

-¿Y a qué se debe el armamento? –Dice la mujer pantera.

-Son cosas que estaban acá cuando llegamos a la ciudad. –Pronuncia la mujer máquina.

-Nunca logramos manejarlas a nuestro antojo. Están medio oxidadas algunas, inclusive. –El hombre árbol parece apenado.

El león se había vuelto a sentar. Está con los brazos cruzados, enojado y mirando para otro lado.

-Necesito que me respondan algo antes. ¿De dónde conocen a todos estos mitad máquina? ¿Cómo se conocieron? –Pregunta la pantera mientras se sentaba en una silla.

El león y el árbol se miran, ninguno sabe muy bien la respuesta. Pero la pantera mira a la mujer mecánica mientras habla.

-Me siguen a mí. Desde hace un par de semanas. Suelen aparecer más y más a lo largo de los días. No sé muy bien porqué, pero me siento halagada por cómo me tratan.

-Nunca había visto esto. El antes del poder. –La pantera se muestra interesada por la mujer máquina.

-¿Qué poder? –El león parece sorprendido. La mujer máquina desconcertada.

-Esto es un "tótem", un objeto de gran poder que aparece cada tanto en este mundo. Como este, hay varios, que varían en su forma y tamaño, pero no en su poder.

Una lagartija sigue el rastro hasta la casa entre los edificios. Levanta la mirada y gruñe. Las otras dos se encuentran caminando por las paredes de los edificios, en dirección al pequeño refugio.

-Curiosamente, siempre están protegidos por un ser colosal y su respectivo séquito. Nunca había estado en presencia de un "colosal" antes de serlo. –La mujer pantera mira intrigada.

-¿Perdón? Yo no soy ninguna "colosal", ni nunca lo seré. ¿Por qué habría de serlo? Yo no estoy eligiendo eso. Es más, voy a ahuyentar a todos estos seres que están a mí alrededor. –La máquina está nerviosa.

-No funciona así. Vos no lo elegís. Se te encomienda la tarea. Y por cómo se dieron las cosas, parece que ellos se unen inconscientemente a vos. –Les da una mirada a los mitad máquina.

-¿Y qué puedo hacer? ¿Por qué soy su "reina"? Podré estar muy orgullosa, pero no me interesa ninguno de ellos. Ahora los quiero lejos. –Dice devastada, a la vez que se acerca a la chica pantera para que no se escuche todo lo que dice.

-No tengo mucha idea de todo lo que es y lo que representa. Solo sé que en poco tiempo se te va a dar un poder inmenso y vas a tener que cuidar un objeto como este. Hay muchas leyendas de que es lo que tiene que pasar con ese objeto, pero nada desde el punto de vista de un "colosal".

-¡Entonces eso significa que le robaste a un colosal! –Grita el león, levantándose. Después de haberse quedado pensativo por un tiempo.

La pantera se levanta rápido de su asiento y se va para atrás, agarrando fuerte el bolso.

-Un ser de gran poder viene a por ti, y lo trajiste directo a nosotros. –Refunfuña el león.

-Yo les dije que les iba a contar si me daban un refugio. Para ser sincera, le temo menos a esas lagartijas que a lo que hay en la noche suelto por este mundo. –La pantera se está poniendo la mochila.

-Tranquilos. Con la cantidad de vegetación actual y los cañones de defensa, es muy difícil que un ser tan grande se acerque y nadie lo note. –Dice el árbol.

-Tiene razón. Deberíamos estar protegidos en este lugar. –Agrega la mujer máquina.

Un grito atronador suena y todos se dan vuelta para la puerta. La lagartija entra rompiendo todo a su paso. Los androides cercanos se abalanzan sobre ella y logran frenarla, los demás se van para atrás. Pronto las lagartijas que se encuentran sobre la casa rompen el techo. Los mitad máquina intentan frenarlas, pero son muy fuertes y contrarrestan muy fácilmente todo intento de frenarlas.

El hombre león está petrificado en el lugar, viendo como todo se cae a pedazos. El mitad árbol intenta tirarles cosas a las lagartijas para frenar su arremetida, pero no logra más que enfurecerlas. La mujer máquina agarra a la chica pantera del brazo y la saca por una puerta trasera. Ambas caen al suelo cuando una de las bestias se da cuenta de sus intenciones de escape y se lanza hacía ellas. La negra noche está solo iluminada por los faroles de las calles que quedan en pie luego de las raíces.

La chica se convierte en pantera y dice unas palabras al aire. La esfera comienza a brillar con intensidad. La felina embiste a la lagartija, tirándola contra las columnas de un edificio cercano. Las demás lagartijas saltan y se acercan a las mujeres. Los androides que quedan, algunos con partes faltantes, salen a seguir combatiendo.

Una nube de humo se comienza a aproximar por el borde de la ciudad. La chica pantera se da cuenta y ataca rápido a las lagartijas restantes, tirándolas contra la otra que estaba recién levantándose del anterior golpe. El edificio se desmorona, pero no logra tapar un último grito de uno de los reptiles.

Pronto entre las pocas luces de la ciudad se comienzan a distinguir las figuras de las lagartijas aproximándose hacía ellos, junto con una mucho mayor por encima, volando. Todos se miran preocupados. 

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