Parte 5

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Un grupo de montañas que formaba una especie de círculo, con un pico que se destacaba en el centro de ellas, eran el paisaje que resaltaba en el medio de la nada. Varios precipicios a lo lejos y piedras puntiagudas salían por todos lados. El pico mayor lograba penetrar el cielo, sin poder verse su parte más alta. Nubes negras daban vueltas por este paisaje gigante, que tiraba rayos y relámpagos casi constantemente.

En una de las montañas más bajas, en una pequeña parte saliente cubierta de nieve, estaba tirada la mujer pantera. Inconsciente. Pequeños copos iban cubriéndola poco a poco, casi hasta dejarla tapada. Una figura se acercó entre la oscuridad del lugar y la espesura de una nevada leve, sosteniendo una linterna. Limpió un poco el montículo de nieve que se había formado sobre ella y la levantó sobre sus hombros. Ella, en su poca conciencia intentó reaccionar, pero no tuvo fuerzas.

-¿Quién sos? ¿A dónde me llevas? –Dijo con un esfuerzo exhaustivo.

-Un viejo amigo. Tranquila. –La voz le sonaba familiar.

Cerró los ojos y se durmió.

Al despertar estaba en una cabaña, pequeña, pero con una chimenea que tenía un fuego intenso, capaz de calentar el lugar. Se encontraba débil todavía, pero intentó moverse. Un dolor inmenso en su pecho y espalda la frenaron en su cometido de levantarse. La frazada con la que estaba tapada hasta ese momento, de color violeta, le resultaba familiar. Al otro lado de la habitación, un ser de gran tamaño, con sus garras afiladas y manos delgadas, moldeaba una figura de hierro, formando una hermosa escultura de caballos alados.

-No te esfuerces sin sentido. Ya sabes cómo es esto. En un par de días vas a estar bien de nuevo. –Dijo la gran bestia.

Era una rata negra gigante, con una gabardina de color ocre y un sombrero que combinaba. Sus ojos eran rojos intensos y su andar era lento.

-Nunca va a dejar de sorprenderme cómo encontrás a la gente. –Dijo la pantera acostándose de nuevo.

-Soy una rata. Tengo buen olfato. –Ambos se rieron levemente.

La rata le acercó una taza caliente a su amiga moribunda. Ella tomó con tranquilidad. Ambos sonrieron.

Él se sentó en un sillón que daba justo a la chimenea y se la quedó mirando.

-¿Vas a contarme cómo es que volviste? –Apoyó su brazo en el costado, y su cabeza sobre su mano.

-Nada nuevo. Lo sigo intentando. Y sigo fracasando. Pero esta vez lo tuve en mis manos. –Se miró sus manos, en dirección al suelo.

Él sacó del costado un mate y su respectivo termo, tomaba mientras escuchaba la historia.

-Conocí un grupo variado, me intentaron ayudar. Parecían buena gente. No tenían mucha idea de todo lo que es este mundo, ni de que hacía el "tótem". –Miraba por la ventana.

La rata le daba otro sorbo al mate.

-Y terminé rompiéndolo. Sacrificándolo para intentar salvarme. Y todo sin importancia. Ya que volví a donde empecé. Cada vez que doy un paso, vuelvo dos para atrás. Toda una vida vivida al pedo, toda la experiencia ganada sin sentido, nada te sirve acá. Nada. –Logró abrazarse sus rodillas, con una mueca de dolor.

-Pero todavía tenés un propósito. Un objetivo. Podes hacer lo que yo ya no. –La miró fijo la rata.

Un relámpago iluminó la cabaña, y por un segundo, la rata dejó de ser rata. Se pudo ver en él a un hombre viejo, corroído por los años, casi destruido. Con un aspecto miserable.

-Daría lo que fuese por ser olvidado y pasar a otra cosa. Nunca voy a poder dejar este lugar. Vos, en cambio, tenés todo por lo que podés luchar todavía. –Sus ojos se humedecieron.

-Pero...

-No hay peros. ¿Sabés el motivo por el que me caes bien? Por el que me caíste bien desde un principio. –Dijo la rata con el puño apretado.

-No. –lo miró tímida.

-Cuando me viste por primera vez, no gritaste ni saliste corriendo. Vi en vos a alguien distinta. Una mujer que lucha, que pelea y que tiene cariño. Que comprende todo lo que hay. ¿Sabés todos los que llegan llorando a este lugar? ¿Te das una idea todos los que caen sin emoción? Pocos son los que llegan riendo o celebrando. Pero, así y todo, huyen de mí. Vos caíste distinta. Caíste y te levantaste, saliste caminando y gritando con furia. Te veía viva. Y cuando me viste, me saludaste tranquilamente. Está bien, me confundiste con otra persona, pero aun así. Sos mi primera amiga en siglos. Me trataste como a un igual.

Ella saltó y lo abrazó con todas sus fuerzas.

-No voy a estar acá mirando cómo te das por vencida. No voy a dejarte bajar los brazos. Me cambiaste la vida, y no voy a dejar que arruines tu posibilidad de volver de alguna forma. Te lo debo. –Él continuó el abrazo, mientras decía unas pocas palabras más.

-Nunca había visto una amistad entre un gato y un ratón. –Se alejó un poco y dijo esto riendo.

-Es que ni vos sos un gato, ni yo un ratón. –Se abrazaron un poco más.

La noche terminó y se hizo día. El día terminó y se hizo noche. En ese tiempo ella intentaba recuperarse lo más rápido posible y él seguía haciendo su trabajo. Al final del tercer día, se vendó todo el torso, con ayuda de la rata, y se preparó para salir otra vez.

-¿Alguna recomendación antes de partir? –Dijo ella, terminando de ponerse una campera.

-Que busques a esos que te ayudaron. Por lo que contaste, eran buena gente. Y tenían a una próxima "colosal". Entre ellos saben dónde hay otro, es como instintivo. Te sorprendería la cantidad de veces que los veo pelear entre ellos. Es un lindo show.

-Gracias por todo.

-Espero no volverte a ver por acá. –Dijo sonriendo él.

Ella le devolvió la sonrisa y se fue.

Él se sentó en su sillón y se quedó tomando mate solo. Miró por horas el fuego de la chimenea, hasta que se apagó por completo. En ese momento, en la luz que entraba por el marco de la puerta entreabierta, se vio la sombra de un encapuchado con una oz. Al acercarse más a la rata se pudo ver que era un cóndor andino de gran tamaño. Él miró al animal con tristeza.

-Ella es buena. Nunca vi a alguien igual. No le hagas lo mismo que a todos. Por mí. Por favor.

El pájaro lo miró curioso y pegó un alarido. Dio media vuelta y se fue volando.

Él solo bajó la cabeza y siguió tomando su mate, mientras doblaba un par de alambres formando la figura de una pantera. 

EncoreWhere stories live. Discover now