𝗣𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝘁𝗶𝘃𝗮 |𝐂𝐨𝐫𝐚 𝐇𝐚𝐥𝐞|

°La llegada°

Amelia observaba como las gotas de lluvia caían en la ventana del coche de su madre, jugaba hacer carreras y apostaba cual iba a caer primero

—Como te fue en el vuelo hija—Preguntó su madre

—Bien, dormí todo el tiempo—Contestó ella con la sonrisa brillante que siempre llevaba

—Y tu padre que tal—

—El y Alice me llevaron al aeropuerto, el esta bien,casi llora—Contesto Amelia

—Me alegra que haya encontrado a una buena mujer que lo apoye—

Amelia agradecía que sus padres mantuvieran una buena relación a pesar de su divorció, le encantaba que siguieron hablando y se alegrarán por sus éxitos como si fueran amigos

—Si ella es buena, los extrañaré a ambos pero necesitaba pasar tiempo contigo y necesitaba un cambio de aires, más bien aire puro no como el de la ciudad—

Amelia extrañaría la ciudad, pero siempre quiso estar con su madre y se tomó la tarea de investigar el pueblo donde vivía y con solo ver las fotos supo que su decisión estaba tomada, necesitaba alejarse del ruido y la aglomeración de las personas.
Siempre se considero como una persona que disfrutaba la tranquilidad y pensaba que ese pueblo era perfecto para ella

—Beacon hills es un pueblo tranquilo, la mayor parte de las personas se conocen por eso me gusta.Mira asistiras a esa preparatoria— dice mientras señala al lado derecho

—Comenzarás el lunes, hablé con una compañera del hospital donde trabajo y su hija te enseñará la escuela—Comentó su madre con cierto entusiasmo

—Osea que ya me conseguiste una amiga— dijo Amelia con un tono divertido

—Eso dependerá de ti—

El tiempo pasó entre risas y poniéndose al día, Amelia sin duda extrañaba a su madre era como si se hubieran visto el dia anterior pero por desgracia no era así, sabia que en el divorcio decidió quedarse con su padre porque ya tenía la vida hecha en Nueva York sus amigos y todo lo que conocía , su madre entendía que no era justo para ella que la privará de todo eso, por esa razón solo la veía en las vacaciones y navidades.
Cuando llegaron su madre la ayudó a bajar sus maletas y la instalo en la que ahora sería su habitación

—Si necesitas algo solo dímelo la acomode lo mejor que pude sabiendo un poco tu gusto por el azul—

En efecto, la habitación estaba pintada de un azul intermedio, ni muy fuerte pero tampoco bajo, en la cama podían caber perfectamente dos personas, el armario era lo suficientemente grande para que cupiera toda su ropa y la habitación tenía una ventana con vista al bosque, para Amelia tenía todo lo necesario ella la decoraria un poco con luces y cosas que ya se había imaginado pero que su madre se tomara el tiempo para recordar esos detalles a ella le encantaba.
Esa habitación era su nuevo inicio y que su madre esté con ella para comenzar de nuevo la hacía muy feliz, no esque fuera a olvidar su vida en Nueva York porque eso nunca pasaría, amaba su vida en la ciudad sus amigos y todo los recuerdos que guardaba en su mente y en su corazón, pero estar con su madre la hacía plenamente feliz.

—Te dejo para que te instales, iré a preparar la cena—

—Gracias mamá— la chica de cabellera rubia se acerco a su madre para abrazarla y demostrarle cuanto la había extrañado.

La cena pasó entre anécdotas de cada una y su madre contándole un poco sobre el pueblo, terminaron y subieron a sus respectivas habitaciones.

—Buenas noches que descanses hija—

—Que descanses mamá—

Solo toco la cama y la chica de ojos azules se dejó llevar por los brazos de morfeo