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SOPHIA
EL RELOJ DE MI MÓVIL MARCABA LAS 11:30 DÁNDOME POR FINel tiempo de descanso de mi preciado trabajo, agarre mis cosas y las metí en mi bolso antes de salir del edificio en el que trabajaba. Al salir revise mi móvil por si Nico me había dicho algo antes de levantar la mirada y encontrármelo con un ramo de tulipanes en la mano. Su mirada se conecto a la mía antes de que me acercara rápidamente a él mirándole sorprendida.
— Pero, ¿como has encontrado mi trabajo? — Alce mis cejas extrañada a la vez que comenzábamos a caminar hasta mi cafeteria favorita.
— Solo tuve que hacer un par de llamaditas y aquí estoy, toma. — Me extendió el ramo sonriendo animadamente.
— Nico... no era necesario en serio. — Agarre el ramo con cuidado de que no se me cayese.
— Si lo era, Soph, tenemos que hablar. — Me miro cambiando su mirada a una un tanto más seria.
Asentí con la cabeza para no llevarle la contraria, ni siquiera me gusta llevarle la contraria ahora. Caminamos juntos hasta la cafetería donde solía ir para leer o estudiar, ya que en el apartamento que comparto con Amaia siempre hay algún ruido estruendoso logrando que no me pueda concentrar. Me pedí el té además de un pequeño trozo de tiramisú, que es lo que básicamente me pido siempre, Nico por otro lado fruncía el ceño leyendo la carta en italiano.
— ¿Necesitas ayuda? — Alce una ceja divertida observándole.
— ¿Qué? Ah, no, no, esta todo bien, todo tiene muy buena pinta. — Mintió tratando de sonreír mientras seguía intentando entender la carta, llame a la camarera para que viniese.
— Una cioccolata calda e un pan di spagna, per favore. — Hable amablemente notando la mirada de Nico sobre mi.
— ¿Qué has pedido? — Me miro confuso.
— Es una sorpresa, te gustará.
La camarera no tardo mucho en venir hacia nosotros con las cosas en una bandeja. Nico frunció el ceño al ver el pequeño pastelito frente a él.
— No se como te acuerdas de que el chocolate caliente es mi bebida favorita. — El vasco me miro conectando nuestras miradas. — ¿Que es esto? — Señalo el pastel.
— Tú pruébalo.
— Voy, espero que no intentes darme algo malísimo. — Bromeo con una pequeña sonrisa antes de probar el pastelito. — Esta buenísimo, ¿como sabías que me iba a gustar?
