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MADISON
AL FIN SE HA ACABADO LA UNI DANDO por fin el comienzo al verano y el fin delos estresantes exámenes. Hoy se jugaba el último partido de temporada el equipo favorito de mi mejor amiga y ella decidió que sería buena idea llevarme a ver el partido aún sabiendo que no tengo ni idea de ese deporte conozco a Ronaldo y de milagro. Me coloque el bolso sobre el hombro antes de comenzar a caminar hacia la salida donde me esperaba Ana quien al verme alzo una ceja.
— ¿Como vas a ir así a ver un partido del mejor club de España? — Me pregunto agarrando mi brazo y llevándome hacia la habitación de mi hermano mayor.
— Yo que se An, no se cual es la camiseta de ese equipo. — Me encogí de hombros viendo como ella comenzaba a buscar camisetas en el armario.
— Esta valdrá, toma póntela y nos vamos. — Me extendió una camiseta de rayas azules y rojas.
— Voy, pero esto no combina con nada. — Fruncí mis labios antes de comenzar a quitarme mi otra camiseta.
— Lo que tu digas. — Le resto importancia la castaña.
Me puse la camiseta antes de volver a agarrar mi bolso y salir junto a la morocha de mi casa. Nos fuimos en su auto hasta el campo de fútbol ya que yo no tengo ni idea de como llegar y ni siquiera tengo auto. Al llegar había un montón de gente fuera del estadio esperando para poder entrar al campo y poder ver el partido era un ambiente impresionante. Pocas veces he venido a ver partidos de fútbol ya que solo he venido cuando mi hermano me obligaba a venir con él y aún así siempre he preferido la fórmula 1. Cuando entramos en el estadio mi mejor amiga no tardo mucho en caminar hacia nuestra grada donde al llegar note lo cerca que estábamos del campo.
— Voy al baño. — Avise a la castaña antes de comenzar a caminar por uno de las largos pasillos del estadio.
Cuando me quise dar cuenta ya me había perdido, aún quedaba como una hora o cosa así pero no me aclaraba de por donde había venido. Di varias vueltas hasta que me choque con alguien como el triple de alto que yo logrando que terminase en el suelo.
— Lo siento, no veía por donde iba caminando. — Se disculpo con una voz ronca, pero por el acento ni siquiera era de aquí.
— No, no, es mi culpa me había perdido y no sabía por donde venía. — Negué con la cabeza notando como el moreno extendía su mano en mi dirección.
