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Me pido perdón por todas las veces que arremetí como un tornado, como un tsunami, en contra de mí misma. Por todos los truenos, rayos y centellas que arrojé para lastimarme porque creí que lo merecía. Pido perdón por todas las sequías de sentimientos; porque no me permití llover. Pido perdón porque mis primaveras son tan efímeras, que las flores extrañan sentir amor. Pido perdón por no darme un abrazo ni en los inviernos más fríos, y en cambio observar con indiferencia cómo temblaba con fuerza cada vez que soplaba el viento sobre mi piel. Me pido perdón por todas las estaciones que pasé azul porque tenía miedo de respirar.
