Este libro será de autoayuda para personas en duelo.
Pero a la primera persona que ayudara será a mi, pues poder ponerle palabras al dolor se siente como un bálsamo que libera un poco el tormento que es no tener conmigo a mi hija.
SEAN AMABLES SIEM...
Recuerdo claramente sus duras y sentenciosas palabras su mirada que desprendía desdén, su manera de actuar, con el ego inflado, la tranquilidad y frialdad con la que actuaba como si no se tratara de una pequeña vida la que estaba a punto de irse.
No sé ustedes pero yo me imagino que dentro de la profesión de la medicina debe haber una materia en la que les enseñan a sus estudiantes ha deshumanizarse, porque cuando el dolor ajeno no te duele, cuando lidias con la muerte de otros como si de un trámite se tratara, pierdes una parte de lo que te hace ser un humano, pero dentro de todo lo entiendo.
¿Cómo podrían regresar a sus casas, con sus familias si adoptaran el dolor de otros como suyo?
¿Cómo podrían dormir por las noches si cargaran con el dolor y los recuerdos de tantos pacientes que mueren todos los días?
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Sé que es su trabajo, pero el día de la muerte de mi hija se quedara en mi memoria y revivo una y otra vez cada instante, así que recordare a todas las personas que estuvieron presentes y sobre todo sus palabras quedaran tatuadas a fuego en mi alma, ese momento será como un bucle en el tiempo que se repite una y otra vez y otra vez.
Lamentablemente no hay personal calificado para acompañar y contener a una madre que acaba de ver morir a su hija, las duras e ignorantes palabras su poco tacto y prisa al querer terminar con el papeleo, del momento que habrá hecho cimbrar toda mi vida me perseguirán a un buen tiempo no sé hasta cuándo.
Recuerdo haber salido del hospital, sin mi hija con el alma rota no sé cómo podía mantenerme en pie, mi mente intentaba encontrar sentido, algún consuelo, algo a lo que aferrarse, era aun de noche y vi salir al personal de su turno pensé que se iban a casa sabiendo que habían hecho todo lo que habían podido y yo me iba a casa sabiendo que pude haber hecho más, no sé si temblaba de frio o de soledad nunca antes había sentido una soledad más profunda hasta que mi hija murió.
