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—No queremos estar en otro lugar —dice el Sr. Rodríguez, su voz tranquila y mezclada con dolor.

Vane asiente. Tomando mi mano, me sienta tomando luego asiento a mi lado.

—¿Has comido? —pregunta.

Sacudo mi cabeza.

—¿Estás hambrienta?

Sacudo mi cabeza.

—¿Pero tienes frío? —pregunta, observando la chaqueta de Ana.

Asiento. Se mueve en su silla.

-te he traído ropa, en el carro de Ana hay un bolso con ropa, he subido la chaqueta - dice entregándomela.

Rápidamente me la pongo encima de la chaqueta de Ana.

La puerta se abre de nuevo, y un joven doctor entra en un brillante uniforme azul. Luce exhausto y atribulado.
Toda la sangre desaparece de mi cabeza mientras me tropiezo con mis pies.

—Jesús Carrillo —susurro mientras Vanesa está a mi lado, poniendo sus brazos alrededor de mi cintura.

—¿Usted es su pariente más cercano? —pregunta el doctor. Sus brillantes ojos azules casi igualan su bata, y bajo alguna otra circunstancia lo hubiera encontrado atractivo.

—Soy su hija.

—Señorita Carrillo...

—Sra. MARTÍN —lo interrumpe Vanesa.

—Mis disculpas —balbucea el médico, y por un momento quiero patear a
Vanesa —. Soy el Doctor Soto . Su padre está estable, pero en condición crítica.

¿Qué significa eso? Mis rodillas se doblan debajo de mí y sólo el brazo de apoyo de vane me impide caer al suelo.

—Sufrió graves lesiones internas —dice el Dr.—, principalmente en
su diafragma, pero hemos logrado repararlas, y hemos sido capaces de
salvar su bazo. Desafortunadamente, sufrió un paro cardíaco durante la operación por la pérdida de sangre. Nos las arreglamos para conseguir que su corazón funcione de nuevo, pero esto sigue siendo una preocupación.
Sin embargo, nuestra preocupación más grave es que sufrió severas
contusiones en su cabeza, y las resonancias magnéticas muestran que tiene inflamación en el cerebro. Lo hemos inducido a un coma para mantenerlo tranquilo y quieto mientras controlamos la inflamación cerebral.

¿Daño cerebral? No.

—Es un procedimiento estándar en esto casos. Por ahora, sólo tenemos que esperar y ver.

—¿Y cuál es el pronóstico? —pregunta Vanesa fríamente.

—Señorita Martín , es difícil decirlo por el momento. Es posible que pueda hacer una recuperación completa, pero eso está en las manos de Dios ahora.

—¿Cuánto tiempo lo mantendrán en coma?

—Eso depende de cómo responda su cerebro. Usualmente de setenta y dos a noventa y seis horas.

¡Oh, tanto tiempo!

—¿Puedo verlo? —susurro.

—Sí, debería poder verlo en una media hora. Está siendo trasladado a la UCI en el sexto piso.

—Gracias, Doctor.

El Dr. Soto asiente, se gira y nos deja.

—Bueno, él está vivo —le susurro a vanesa . Y las lágrimas empiezan a rodar por mi cara una vez más.

—Siéntate —ordena Vanesa gentilmente.

—Papá, creo que nos deberíamos ir. Necesitas descansar. No sabremos
nada por un tiempo —murmura José al Sr. Rodríguez quien mira
inexpresivamente a su hijo—. Podemos volver esta noche, después de que hayas descansado. Está bien, ¿no es así, Moni? —José se gira, implorándome.

LIBERADA Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ