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—Me dijiste que habías cortado todos los lazos —está hablando toñi . Su voz es tranquila, una reprimenda.

—Lo sé —Vanesa suena resignada—, pero verla finalmente puso todo en perspectiva para mí. Tú sabes... con la niñez. Por primera vez sentí... Lo que hicimos... estuvo mal.

—Lo que ella hizo cariño. Los niños te harán eso. Mirar el mundo con una luz diferente

—Ella finalmente entendió el mensaje... y entonces yo... lastimé a Moni — susurra.

—Siempre lastimamos a los que amamos, querida. Tendrás que decirle a ella que lo sientes. Querer decirlo y darle tiempo.

—Dijo que me dejaba.

No. No. ¡No!

—¿le creíste?

—Al principio, sí.

—cariño , siempre piensas lo peor de todos, incluyéndote. Siempre lo hiciste. Moni te ama mucho y es obvio que tú la amas a ella.

—Ella estaba enfadada conmigo.

—Estoy segura de que lo estaba. Yo estoy bastante enfadada contigo ahora mismo. Creo que sólo nos podemos enfadar verdaderamente con aquellos a los que amamos de verdad.

—Pensé en ello, y ella me mostró una y otra vez cuánto me ama... hasta el punto de poner su propia vida en peligro.

—Sí, lo hace, hija.

—Oh, mamá ¿por qué no se despierta? —Su voz se quiebra—. La estoy
perdiendo.

¡Vanesa! Hay sollozos amortiguados.

Oh... la oscuridad se acerca. No...

—Has tardado veinticuatro años en dejarme sostenerte así...

—Lo sé, mamá... Me alegro de que hayamos hablado.

—Yo también, mi amor . Siempre estoy aquí. No puedo creer que vaya a ser abuela.

¡Abuela!

¡El dulce olvido me llama!

Hmm. Siento los labios de Vanesa en la parte de atrás de mis manos
mientras ella aprieta mis dedos.

—Oh, nena, por favor, regresa a mí. Lo siento. Lamento todo. Sólo
despierta. Te extraño. Te amo...

Lo intento. Lo intento. Quiero verla. Pero mi cuerpo me desobedece y me duermo una vez más.

Tengo una urgente necesidad de ir al baño. Abro mis ojos. Estoy en el ambiente estéril y limpio de una habitación de hospital. Está oscuro excepto por una luz lateral, y todo está en silencio. Mi pecho y cabeza duelen, pero más que eso, mi vejiga está repleta. Necesito orinar. Pruebo
mis miembros. Mis brazo derecho aulló de dolor, y noto la intravenosa pegada al interior de mi codo. Cierro mis ojos rápidamente. Volteando mi
cabeza, estoy agradecida de que obedezca mi voluntad, abro los ojos de nuevo. vane está dormida, sentada junto a mí e inclinándose hacia mi cama en sus brazos doblados. Me estiro, agradecida una vez más porque mi cuerpo responda, y paso mis dedos por su cabello suave. Se despierta con
un salto, alzando su cabeza tan de repente que mi mano cae débilmente en la cama de nuevo.

—Hola —hablo con voz ronca.

—Oh, moni. —Su voz es ahogada y de alivio. Agarra mi mano, apretándola fuertemente y sosteniéndola contra su mejilla.

—Necesito usar el baño —susurro.

Me mira boquiabierta y luego me frunce el ceño por un momento.

—Está bien.

Lucho para sentarme.

—moni , quédate quieta. Llamaré una enferma. —Rápidamente se pone de
pie, alarmada, y se inclina por el timbre en la cabecera.

—Por favor —susurro. ¿Por qué me duele en todas partes?—. Necesito
levantarme.

me siento tan débil.

—¿Por una vez harías lo que te dicen? —espeta, exasperada.

—En verdad necesito orinar —dijo con una voz áspera.

Mi garganta y boca están tan secas. Una enferma entra en la habitación.
Debe estar en sus cincuentas, aunque su cabello es negro azabache. Usa unos pendientes de perlas extralargos.

—Sra. Mónica , bienvenida de nuevo. Le haré saber a la Dra. Bartley que está despierta. —Camina hacia mi cabecera—. Mi nombre es Dora. ¿Sabe dónde está?

—Sí. Hospital. Necesito orinar.

—Tiene un cateter.

¿Qué? Oh esto es asqueroso. Miro ansiosamente hacia Vanesa y de
nuevo a la enfermera.

—Por favor. Quiero levantarme.

—Sra. Martín.

—Por favor.

—moni —advierte Vanesa.

Lucho para sentarme una vez más.

—Déjeme quitarle el catéter. Señorita Vanesa estoy segura que a Mónica le gustaría un poco de privacidad. —Mira deliberadamente hacia Vanesa , echándola.

—No me voy a ir a ninguna parte. —La mirada de vuelta.

—vane, por favor —susurro, estirándome y agarrando su mano.
Brevemente ella la aprieta y luego me da una mirada exasperada—. Por favor —ruego.

—¡Está bien! —espeta y pasa su mano por su cabello—. Tiene dos minutos —le dice entre dientes a la enfermera, y se inclina para besar mi frente antes de darse la vuelta y dejar la habitación.

Vane entra en la habitación dos minutos después mientras la
Enfermera Nora me ayuda a salir de la cama. Estoy vestida en una delgada bata de hospital. No recuerdo ser desnudada.

—Déjeme llevarla —dice Vanesa y da zancadas hacia nosotras.

—Señorita Vanesa, puedo hacerlo —la Enfermera Nancy la reprende.

Ella le dirige una mirada hostil.

—Demonios. Yo la llevaré. —Lo dice entre dientes apretados mientras mueve el poste de intravenosa de su camino.

—¡Señorita Vanesa! —protesta ella.

Vane la ignora, se inclina y gentilmente me levanta de la cama. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, mi cuerpo quejándose. Dios, me duele todo
Me lleva al baño de la suite mientras la Enfermera Nora nos sigue, empujando el poste de intravenosa.

—moni , estás demasiado delgada —murmura de manera desaprobatoria mientras gentilmente me pone de pie.

Me balanceo. Mis piernas se sienten como gelatina. Vane mueve el
interruptor, y estoy momentareamente cegada por la lámpara fluorescente
que suena y titila para encenderse.

—Siéntate antes de que te caigas —espeta, todavía sosteniéndome.
Con indecisión, me siento en el retrete.

—Vete. —Trato de que se vaya.

—No. Sólo haz pis, moni.

¿Esto podría ser más vergonzoso?

—No puedo, no contigo aquí.

—Podrías caerte y te he visto allí mil veces, olvidalo, no me voy.

LIBERADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora