Blue [en curso] (+18 Gay)

[ 18 ] ฿‡ PICNIC IMPROVISADO ‡฿

Una comida con una propuesta arriesgada de postre

Que me parta un rayo

Llegados a la puerta del comedor del que salía demasiado bullicio, Noah me dio paso primero y después entró él cerrando la puerta. Contemplé todo embobado, la vida que se sentía era única. Era como si un calor acogedor te envolviera.

Cuando una mano rozó mi espalda me gire para ver que ocurría.

—Nada, es que tenías hierba en la sudadera. Pero ya esta. No más hierba en la sudadera de Blue. —Se acomodos sus gafas con su dedo indicé y con su otra mano removió su pelo que le llegaba ya por las orejas. Y sin que nadie se lo esperara saco una bolsa de plástico de su mochila. Que para el colmo abrió de la forma en la que no hay que abrir una bolsa en publico. Cogiéndola de las asas y dejando que el aire se colara en su interior de forma muy ruidosa.

Me tuve que separar unos metros y comencé a reír rojo de la vergüenza, a él no parecía importarle que casi todo el comedor se girase asustados para ver qué ocurría.

Yo me tapaba la boca hecho una bola en una esquina, esto era estar demasiado expuesto. Frenó el ruido segundos después y me indicó que fuera a su lado. Por suerte ya nadie nos miraba.

—¿Se puede saber que haces? Pareces subnormal. —musité acercándome a él.

—Tranquilo hombre, que yo controlo. —me guiñó el ojo, se dio la vuelta hacia la ventanilla para que le dieran la comida.

Observé de lejos como la cocinera, una mujer ya mayor. Le sonreía a Noah a la vez que este de seguro le estaba contando el plan.

De mientras bajé los dos escalones que me introducían a la zona de mesas y sillas, para mirar al comedor de mi padre. El cual no se veía con nitidez por las cortinas negras, por la altura y cristales tintados. Por mucho que intentara afinar mi vista no tenía un superpoder que me permitiera ver atreves de las cosas.

Si os soy sincero me preocupaba seriamente mi padre, él realmente podía hacer burradas cuando se enfadaba. Era una persona muy inteligente, más de lo que creía o me gustaba admitir. Era un experto en manipulación, sabía cada cosa que hacía, y cada paso que daba. Y ahora había vuelto a ese mundillo por mi culpa, para hacerme sentir mal.