42. Cinco metros

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🧡ATENCIÓN🧡

Posibilidad de maratón FINAL la semana que viene si este capítulo 💣estalla 💣de COMENTARIOS. 

🤯 ¿Qué dicen? 🤯

¿⚡SOLA ⚡no se merece este ÚLTIMO empuje?

🔥🔥🔥

Nota: no vale comentar letras sueltas para hacer bulto ni hacer spam. 😉

«¿Estaré dormida?»

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«¿Estaré dormida?».

«¿Esta es una de mis pesadillas?».

«Sí. Estoy dormida», repito en mi mente.

La brisa sopla y las gotas que resbalan por la piel de mis mejillas se tornan heladas. El nudo en mi garganta crece. No puedo respirar. Es tan grande que el aire no es capaz de entrar en mi cuerpo.

Aturdida, me llevo una mano a mi boca y la oprimo para acallar cualquier tipo de sollozo.

«Estoy dormida», insisto. Las lágrimas caen con bravura, incontenibles. Desbordan mis ojos como el río más furioso en medio de una tormenta guiada por los instintos de la madre naturaleza.

«No».

No, no es cierto. Es imposible. Imposible. No...

... Claro que no, porque ni mis pesadillas suelen ser tan crueles.

Suelto un suspiro ahogado en un vano intento de asimilar el nuevo panorama que tengo frente a mí. A tientas, logro salir del trance que me embarga y camino hacia atrás. Las tablas crujen con cada paso que doy, siento que el sonido es ensordecedor, pero Gabriel parece no percatarse de ello, pues sigue hablando con el desconocido al que llama «Xander».

Mi garganta se seca. Pronto, el frío que siento en mi cuerpo se intensifica y no sé si los espasmos que siento son por los temblores causados por el clima o por el llanto. En cuanto entro a la cafetería, corro hacia donde hasta hace unas horas me consideré feliz. Tomo el relicario de la mesita de noche y lo meto en el bolsillo de la chaqueta.

Sin detenerme, hago en unas cuentas zancadas el camino que me lleva a mi habitación. En el momento que ingreso, no puedo evitar desplomarme siguiendo la rectitud de la pared hasta que quedo sentada en el suelo. Me abrazo a las rodillas entretanto los temblores me poseen y soy incapaz de reaccionar. De reojo, veo que Syria duerme en la cama. Espero que no se despierte, pues lo que menos necesito ahora mismo es que comience a ladrar.

Son tantos los pensamientos que pasan por mi mente que no sé con cuál quedarme, pero el principal es que me siento una idiota. La sensación está aferrada a mí misma y creo que se ha vuelto parte de mi ser en tan solo unos instantes.

Mis lágrimas se convierten en un llanto desgarrador. No puedo frenar. Cada respiración se consume en un sollozo ahogado que me destroza desde adentro hacia afuera. Antes he caído, pero nunca había imaginado que volvería a caer desde tan alto.

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