Esa noche, Emma despierta luego de estar horas inconsciente en la ducha. Le cuesta comprender cómo ha llegado a esa situación.
Está bastante golpeada y aturdida.
Las preguntas sin respuesta se acumulan en su mente. Ella quiere saber qué sucedió y qu...
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Trago saliva en seco. No sé qué pensar, no entiendo qué quiero pensar. Estoy demasiado agotada de forma mental como para procesar todo lo ocurrido. Me duele el cuerpo y cada uno de mis golpes.
Antes de cerra el chat con Gael, lo último que veo es su fecha de conexión. Data desde hace más de un día. Mi estómago da un vuelco ante ese dato y, sin seguir perdiendo el tiempo, voy a mirar el resto de mis notificaciones. Por el momento, ignoro el chat de la universidad. Me imagino que deben ser decenas de personas intentando comprender lo que ha ocurrido mientras el pánico y las teorías conspirativas se esparcen con cada palabra.
Intento ver las notificaciones de noticias de los portales que suelo visitar, pero ninguno responde. Los títulos son tan desoladores como los mensajes que me ha mandado Gael. Quiero entrar en varias para leer un poco más de lo que ha ocurrido, pero no puedo. Mi internet no es suficiente para tanto.
Entre tantas notificaciones, también descubro que Gael y Lisa me llamaron a través de mi número y no de manera digital, como usualmente solemos hablar desde la aplicación de mensajería instantánea. Noto también que tengo un correo de voz suyo y que es bastante más posterior que sus últimos mensajes.
Esta vez me cuesta varios intentos comunicarme con la llamada para oír el mensaje. La voz robótica vuelve a hablarme y esta vez recitar los datos de la llamada. Cuando por fin lo logro después de unos minutos, puedo oír a un Gael desesperado:
—Emma, Dios, esto es imposible. Te necesito. ¿Dónde estás? Quiero verte y abrazarte, estoy demasiado preocupado. No me imagino lo asustada que debes estar... —susurra entre gimoteos—. Se llevaron a Shay, necesitaban médicos. No sé adónde, pero ella no se pudo negar.
»Virus nocivos, dejar el país —se ríe de forma histérica y su risa me da miedo—. Es una locura. Es una locura... Espero que hayas podido tomar todo lo necesario, que no te hayan lastimado... —Su voz se escucha entrecortada y muy agitada, habla rápido como si no quisiera que lo descubran, y siento sus nervios palpables en mi propia piel—. Ten cuidado, amor. Al hijo de la vecina lo han golpeado cuando se negó a creer todo esto... Dijeron que debía acatar y que el no hacerlo implicaría ir en contra de la protección ciudadana. La vieja Marce está muy mal, casi se desmaya. Ahora está con mi madre, ella la está asistiendo, pero se llevaron a su hijo... Irá en otra embarcación.
