|𝕿𝖚𝖈𝖐𝖊𝖉|

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"Tucked"

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Tengo que confesar que la primera vez que lo vi, surgieron pasiones desenfrenadas que mantendría por siempre escondidas.

Era lunes de un muy aletargado julio, y genuinamente había despertado con un muy buen humor. Su esposo preparaba el desayuno, abajo en la cocina, y sus dos niños hacían las mochilas para ir a su primer día de escuela. Muy tranquilo para pretender ser una ama de casa ocupada.

Estiró cada uno de sus huesos y abrió los brazos para recibir el sol. De hecho, cuando terminó de despabilarse se percato de lo celosamente ordenada que estaba la habitación y la forma en que el orden la tenía un tanto confundida. Pues bien, tomó la bata de su ropero y peino un poco sus cabellos rubios. Se puso a patinar con sus calcetines porque no encontraba las pantuflas, y tan pronto como pensó en ello, aparecieron a un lado de la puerta con una tarjeta de buenos días. Era de México seguramente. Sonrió mientras la recogía y abría la puerta.

Al salir, saludó al loro que colgaba del palo en las escaleras: chilló de vuelta con un agradable parloteo mientras silbaba...

¿Por qué todo se sentía endemoniadamente perfecto? Ah. El olor del pan caliente lo confirmaba, incluso el suave jazz de la sala principal y el elegante reloj cucú que colgaba del estribo. Parecía un sueño.

-¡Feliz cumpleaños!- dos niños apuestos saltaron al corredor que interrumpía en la cocina, sus uniformes escolares estaban bien planchados y los zapatos de charol que llevaban cada uno estaban lustrados y brillantes.

-¡Oww! ¿Qué es esto?, una sorpresa?- preguntó mientras se agachaba a la altura de los niños.

-Papá lo preparó, dijo que hoy era un día especial-

-Por supuesto que sí- dijo un tercero mientras abría la puerta que conducía al comedor. De ella entró México quien traía un enorme pastel con fresas encima, con un batido que a vista de los cuatro desprendía un delicioso olor.

-¿Ya te dije que eres el hombre más amoroso del mundo?- comentó USA mientras se cruzaba de brazos y le regalaba la sonrisa más deleitable de su vida.

-No...- dijo -O bueno, en realidad sí, ayer- los dos se mantuvieron riendo en cuanto el sonido del reloj comenzó a sonar.

-Tengo que irme a trabajar, pero prometo venir temprano por ti. La reservación en la Boloñesa está a las nueve en punto-

-¿Reservaste en la Boloñesa?-

-Es tu favorito- le guiñó el ojo.

-¿Y los niños?, ¿Quién cuidará de ellos?- preguntó después de seguir a México hasta la cocina.

-Llamé a mi hermana, no te preocupes, no quemarán nada como Venezuela- colocó la tarta en el desayunador. Uno de sus hijos le quitó el protector y el otro prendía las velas.

USA contempló como el rostro de los niños se iluminaba para que le soplase, pero el hombre la detuvo antes de que lo intentara. Lo miró extrañada pero después sintió como le regresaba un dulce beso en la frente y le susurraba al oído, <<Feliz cumpleaños>>. Ninguno de sus días diarios tenía un tinte tan fraternal como este: en donde su esposo decidiese hacer este delicioso pastel pastel para ella, y sus hijos estuvieran ya listos para partir a la escuela sin que ella se los tuviera que repetir.

𝕺𝖓𝖊𝖘𝖍𝖔𝖙𝖘 || RusmexWhere stories live. Discover now