Bienvenida a Derry // Richie Tozier [✔️]

18

Janice Denbrough

Estaba recostada mirando el techo moviendo mis labios cantando Billie Jean mientras mis dedos golpeaban mi abdomen al ritmo de la canción.

—¿A dónde f-fuiste? —Salté en mi lugar por el susto de oír hablar a Bill, no lo había escuchado entrar.

—Por ahí. A conocer Derry —respondí sin mirarlo pero si sentí como se acercó a mí.

—¿D-de donde sa-sacaste esto? —cuestionó tomando la bolsa con lo que Richie me había comprado así que me senté en la cama quitándosela.

—Yo lo compré —respondí de inmediato—. Antes de que te pongas loco y me lo rompas.

—Más te v-vale estar diciendo la verdad —Me señaló con su dedo así que aparté su mano con brusquedad—. No me sigas p-p-provocando.

—No me das miedo —aseguré entre dientes—. Yo veré que hago o dejo de hacer.

Me miró con rabia y después salió de mi habitación azotando la puerta así que puse los ojos en blanco sacando las cosas de la bolsa para dejarla sobre el escritorio perfectamente acomodadas.

Miré la bombilla de mi habitación cuando comenzó a parpadear lo que me confundió, ¿Sería una falla de energía?

Me cubrí los oídos al oír como si estuvieran rayando el vidrio de mi ventana, era un ruido que me estaba taladrando los oídos además de que la luz cada vez parpadeaba más.

Respiré pesadamente cuando la luz se apagó pero aún había algo iluminando mi habitación, era la luz que fácilmente podía proporcionar una vela.

Observé la ventana cuando una luz roja iluminó el lugar y me pegué a la puerta cuando vi un globo rojo desde afuera con la frase "I love Derry".

Intenté abrir la puerta con desespero pero parecía como si el picaporte del otro lado se hubiera es fumado porque no lograba abrir. Golpee la puerta cuando el globo comenzó a atravesar la ventana haciendo un ruido horrible que lo único que hizo fue desesperarme más.

—¡Bill! —lo llamé porque este era un buen momento para que se metiera en mi vida—. ¡Bill!

Me agaché al oír el globo explotar dejándome con los oídos zumbando y la respiración acelerada.

Cuando levanté la mirada me pegué lo más que pude a la puerta sintiendo las cicatrices de mi brazo picar cuando el payaso apareció frente a mi con una cínica sonrisa.

—¿Qué quieres? —pregunté enterrando mis uñas en la palma de mi mano, estaba aterrada—. Lárgate de aquí pedazo de mierda.