04 || Venganza

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Esa noche Asher sintió lo que cualquier víctima de su hermano padeció

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Esa noche Asher sintió lo que cualquier víctima de su hermano padeció. Se sintió apresado por la culpa y vigilado desde lejos. Louvell solo lo estaba buscando para salir a cazar como cada noche, pero el menor pensaba en lo que su hermano le enseñó desde pequeño:

«Nada que ocultes debe estar bien. Si me ocultas algo, entonces debes saber que está mal y probablemente seas culpable».

¿Por qué se sentía así? Lo único que deseaba era que Seren estuviese a salvo.

Esa noche, luego de un pequeño regaño por no encontrarlo al primer llamado, Louvell se fue a dormir de malhumor. Por los problemas que Asher le causaba, añadido a que no encontró a ningún aldeano por la calle.

La prevención de los pueblerinos le causaba a Louvell dificultad para encontrar alimento. El miedo que él mismo causó, lo estaba llevando a la inanición en donde solo debía sobrevivir a base de animales que encontraba por el bosque.

Pero eso no le servía. Él quería carne humana.

Sin embargo, también estaba feliz por los avances de su hermano, aunque no le convencía del todo verlo ser el alcalde, también sabía que era conveniente para ellos tener a alguien de confianza en el poder.

«De confianza» pensaba Louvell, cuando en realidad Asher era la primera persona que pensaba traicionarlo.

Su propio hermano.

El día de las elecciones, todo fue bastante rápido. Y lo fue más al no presentarse un contrincante. Todos se encontraba a favor de Asher en aquel momento, y eso lo hizo feliz.

Todo marchaba perfecto.

Y eso asustaba.

Demasiado perfecto.

Cuando se anunció que Asher ganó la alcaldía oficial del pueblo, su primer mandato fue reunirse con el pueblo y hablar sobre lo que deberían hacer por su seguridad. Los aldeanos expresaron que lo único que querían, era que los hombres lobo desaparecieran de sus vidas, y su nuevo alcalde quería lo mismo.

Incluso si él era uno de ellos.

La mayoría de pueblerinos estaban ahí, incluso Conrad con quien Asher compartió una mirada de complicidad y alguien más en esa multitud que no pudo evitar observar.

El plan en cuestión, aunque parecía simple de cumplir, no sucedió como él quería. Al parecer tratar de encaminar a los aldeanos a querer linchar a su hermano se complicó cuando uno de ellos decidió que Aileen, una de sus vecinas, era una mujer lobo.

—Yo vi a Aileen escabulléndose varias noches por las calles y sigue viva —comentó un aldeano en la reunión con su alcalde.

—¿Aileen? No... —dijo Asher, pero alguien más interrumpió.

—¡¡Es verdad!! ¡Yo también la vi! —añadió alguien dándole la razón al primero.

La gente empezó a murmurar sobre el rumor que inició en esa misma aglomeración de aldeanos. De pronto, y sin necesidad de escuchar a la acusada, una muchedumbre se encaminó enojada hacia su casa mientras pedían justicia.

Aullidos de Carabar (Píxeles 0.5)Where stories live. Discover now