Capítulo 11

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Narra Alai.

Llegué al hospital después de cenar algo rápido. María y Roberto no querían irse, pero por suerte estaba Agustín que los convenció para que vayan a descansar.

—Vengo por la mañana —. Me comunicó mientras me abrazaba con fuerza —. Sé que las cosas no iban del todo bien, pero mi hermano te ama con todo su ser.
—Lo sé, yo también a él —Sonreí.
—Hasta mañana.

La camilla era de una plaza y medía, así que pude hacerme un sitio sin problema a su lado. Lo abracé y me acerque a su oído.

—Hola mi amor… Estoy deseando que despiertes, que me mires a los ojos y que esto se quede en un mal recuerdo. Extraño tus abrazos por las noches, tus besos…  —Solté un par de lágrimas pero enseguida respiré profundo y me tranquilice, no quería que me escuche mal —. Todavía no pude ir a casa, sigo en la cueva de perversión, pero Benja se está portando bien… Él está tan mal o incluso peor que yo pero se mantiene fuerte… Todos estamos deseando que despiertes… Samu y Hugo hablaron con Benja y van a venir, pero en el hospital no quieren tanta gente en la habitación y ya somos bastantes…

Verlo así me partía el corazón en mil pedazos. Tenía mucho miedo de que no despertara jamás… y también miedo de lo que pasaría con nosotros si llegara a despertar. Lucas había sido un novio maravilloso, siempre tan perfecto que resultaba difícil creer que fuera alguien real. Éramos dos personas bastante habladoras y casi nunca habíamos discutido por cosas relevantes, hasta que me fue infiel en aquel viaje y me lo ocultó durante un mes… Mi príncipe azul de cuento de hadas, me había traicionado y mi mundo se había derrumbado con esa traición. Los celos, la inseguridad, la tristeza y los gritos empezaron a adueñarse de nuestra maravillosa historia y la habían convertido en una pesadilla.

—¿Te acordás de nuestro primer beso? —Le pregunté como si fuera a responderme —. Me fuiste a buscar a casa al otro día de que nos conociéramos, me llevaste a tomar un helado, dimos un paseo por la playa… Te conté mi drama familiar como si te conociera de toda la vida. Me acariciaste la mejilla, mientras me mirabas a los ojos y me preguntaste si me podías besar —. Reí —. Fue tan dulce, amor… Nunca había sentido ese amor a través de un beso… Es uno de los recuerdos más bonitos de nuestra relación —. Suspiré y le di un beso en la mejilla —. Te quiero… Despierta pronto, por favor…

Me acurruque a su lado e intenté descansar un poquito, me desperté al poco tiempo y me fui a sentar al sofá. Saqué mi portátil de la bolsa y me puse a leer otra novela que me habían enviado para corregir, aunque estaba de vacaciones y todavía no tenía que ponerme a ello, al menos me mantendría ocupada y no había nada mejor para desconectar del mundo real.

Narra Benjamín.

Aprovechando que Alai pasaba la noche en el hospital, prepararé la cena para Delfi. Necesitaba distraerme y pasar un buen rato en buena compañía, ni estaba pensando en acostarme con ella, y eso era raro en mi. Solo quería compartir un buen rato.

—Sos buen cocinero, no lo esperaba —. Dio un sorbo a su cerveza.
—Me las apaño —. Le serví un poco más de pollo al curry.
—¿Leíste todos esos libros? —Preguntó mirando hacia mis estanterías.
—Casi todos, leo bastante.
—¿Qué estás leyendo ahora?
—Una obra muy famosa y conocida, El guardián entre el centeno ¿Escuchaste hablar del libro? —Le pregunté mientras me acercaba a la mesa ratona para agarrarlo y enseñárselo, ella negó con la cabeza —. J.D Salinger publicó la obra en 1951 y desató gran polémica por su forma de escribir sin filtro alguno sobre sexualidad, prostitución, delincuencia y problemas mentales. Distintos asesinos se inspiraron en escenas del libro para recrear homicidios ¡Hasta hay una teoría de la conspiración que dice que al leerlo te hipnotizan para convertirte en un asesino!
—Que locura ¿Y de qué habla el libro?
—Cuenta la historia de Holden un chico inadaptado, expulsado de todos los colegios a los que fue… Su adolescencia es dura y se ve envuelto en ese viaje de cambios dónde descubre de qué va el mundo y él mismo.
—Suena interesante.
—Te lo puedo dejar cuando lo termine.
—Me encantaría —. Sonrió.

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