Epílogo

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Narra Alai.

Estaba poniendo la lavadora cuando sentí como cerraba la puerta con llave y enseguida ponía sus manos sobre mi cintura.

—No podemos. —Le recordé aunque sus besos en mi cuello me hacían no pensar con claridad.
—Acaban de llegar Euge y Ori, así que si, podemos —me hizo darme la vuelta y me besó con pasión.

Enseguida me sentó encima del lavaropas y comenzamos a sacarnos la ropa con desesperación mientras nos besabamos. Empezó a penetrarme con fuerza mientras tapaba mi boca para que no hiciera ruido y yo hacia lo mismo con él. Lo que provocaba que me calentara aún más.
Hace muchos años que estamos juntos pero seguimos sintiendo el mismo deseo y pasión que al principio de nuestra relación.
Cuando salimos del lavadero, fui rápidamente al baño, y enseguida a saludar a Eugenia y Oriana que estaban fuera intentando controlar a los salvajes.

—¿Ya le dieron al mambo? —me preguntó Euge cuando me acerqué a saludarlas.
—¡El primer momento que tenemos en todo el fin de semana! —reí.
—Hacen bien, aprovechen que llegó la ayuda —dijo Ori.
—¿Cuando llegan los padres de todos estos? ¡Yo soy tía, no madre! —se quejó.
—Benja y yo llevamos todo el fin de semana de niñeros, no te quejes.
—¡Solo a ustedes se les ocurre!
—Nos pareció un buen regalo, darles libertad un fin de semana.
—¡Mia, por favor. Controla a tu hermano! —le pidió Benja cuando se acercaba a nosotras —¿En que momento se los ocurrió hacer de niñeros todo un fin de semana?
—¡Eso estábamos hablando! —le dijo Euge.

Íbamos a pasar todo el grupo fin de año juntos en Mardel y a Benja y a mi se nos ocurrió regalarles un fin de semana sin hijos a todos nuestros amigos. Nosotros no habíamos sido padres pero nos encantaba pasar tiempo con todos nuestros sobrinos aunque después de este fin de semana me alegraba no haber tenido a los míos.
Alba y Jaime eran padres de Mia, la primera que llegó al grupo, tenía ya diez años. Y también habían sido padres de Juan, de siete años. Lucas y Blanca habían traído al mundo a Brais, hace ya nueve años. Al ser el ahijado de Benja, pasaba muchísimo tiempo con nosotros en vacaciones y le encantaban los coches pero también leer. Samu y Emi eran padres de Leo, que tenía ya siete añitos.
Hugo, se había casado con una chica española, llamada Maria, y habían sido padres de mellizos, Sabrina y Berto, que tenían seis años. Julia y Lorenzo, eran padres de Aaron, el más pequeño, con cinco años.
Eugenia y Oriana, se mantenían como nosotros, sin hijos.
Nuestra vida era muy distinta a la de nuestros amigos, mientras ellos iban a actos escolares y planeaban sus vacaciones según el calendario escolar, nosotros viajábamos cuando queríamos y no teníamos horarios. Podíamos cenar a las ocho de la noche o hacerlo a las dos de la madrugada. Mientras nuestros amigos se quejaban de la falta de intimidad, nosotros la teníamos a todas horas. Seguimos viviendo nuestro día a día sin planes y juntos. Compartiendo nuestro tiempo y haciendo cosas que nos gustan. Ahora vamos a clase de tango dos veces por semana y es algo que nos fascina. Soy feliz y mucho. No siento que me falte nada porque estoy rodeada de familia y me siento la tía más afortunada del mundo por tener a tantos sobrinos maravillosos que se alegran de verme siempre. Con Benja, nos planteamos hace unos cinco años ser padres, cuando empezamos a ver cómo todos lo eran, pero después de mucha charla entendimos y aceptamos que no era algo que realmente quisiéramos para nosotros y no era justo tener hijos solo porque es lo que se debería hacer. Ahora ya tenemos treinta y ocho años y al menos, por ahora, no me arrepiento de nuestra decisión.

—¡Aaaag qué asco! —Dijo Mia con un álbum de fotos entre las manos mientras Brais miraba a su lado atónito.
—Es papá con la tía Alai ¿Por qué se besan?

Eugenia empezó a reírse a carcajadas mientras Ori le mandaba callar y yo no sabía donde meterme.

—Porque la tía Alai y tu papá, fueron novios —le contó enseguida Benja y se acercó a ver el álbum.
—¡Pero si es tu novia!
—Si, pero antes lo fue de él.
—¿Entonces yo puedo salir con Mia y en unos años con Sabri?
—Ya hablaremos de eso en unos años —le dijo Benjamín y todos nos reímos.
—¡No voy a ser tu novia, Brais! Soy mayor para ti ¡Te llevo un año! —se quejó Mia.
—¿Donde estaba este álbum? —le pregunté a Mia mientras me acercaba a ver todas esas fotos.
—En el altillo, en una caja.

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