Capítulo 5

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Ese monstruoso sonido fue lo que agresivamente deshizo mi abrazo con Morfeo y me sacó de mis más profundos sueños. Mis párpados se despegaron lentamente y sentí que mi cuerpo recobraba los sentidos a medida que mi respiración se aceleraba. Fue cuando pude ser consciente de que un nuevo día se hallaba ante mí cuando la sangre que corría por mis venas se encendió en abrasadoras llamas. La corriente llegó a mi corazón como si un rayo me hubiera alcanzado y descubrí que, de nuevo, me sentía atrapada entre mis sábanas.

- ¿Otra vez?-Me dije a mí misma. Los insoportables sonidos repetitivos de la alarma no paraban de chillar. *Bip bip bip*

Después de haber creído que aquello era lo más parecido a mi final me había ahogado en mis propias lágrimas y había dejado que de nuevo la negrura se hiciera cargo de mi consciencia. Respiré hondo y miré hacia arriba para encender la luz, esa ya me la sabía. De alguna manera me había visto atrapada dentro de aquel bucle y parecía como si fuera un títere movido por alguien tenebroso.

- Vale.-Quise tranquilizarme.-Todo sigue igual.

Sin rastro de luz natural, personas o pistas que pudieran ayudarme a escapar de allí me pasé la mano por la cara para retirar el pelo que me estorbaba y me di cuenta de que la herida que antes rodeaba mis nudillos ahora había sanado casi por completo. ¿Cuánto tiempo había pasado desde aquella vez?¿Por qué no me acordaba de nada?

- Joder.-Me dije a mí misma. Me preguntaba cómo había llegado hasta aquel lugar, pero sobre todo, cómo iba a salir. No podía hacer nada para superar la angustia que me generaba la situación, podía conmigo y se apoderaba de mis sentidos. Aquel día aún no había salido de la cama, con lo que aproveché el lugar para esconderme entre las sábanas y cerrar los ojos esperando abrirlos y que todo fuera diferente, pero cuando los abrí me di cuenta de mi cruda realidad. De una cosa buena me sirvió aquel movimiento, pues recordé las palabras que figuraban en la parte inferior de mi ropa de cama, ya que era algo que había pasado por alto. Las busqué de nuevo y ahí estaban.

- La clave de la salida es una entrada.-Leí.

Una entrada era la puerta sin duda, no podía pensar en otra cosa que fuera a hacerme salir de allí, por lo que traté con todas mis fuerzas e ideas de abrir aquel bloque de madera que tanto aguante tenía. De nuevo abrí mis heridas, creé nuevas, y dejé que mis fuerzas se fundieran en lo que era una misión imposible donde mi persona, ya débil, pensaba que se había rendido. Tenía que salir, pero no sabía por dónde, tenía que luchar, pero no sabía contra qué.

Sentada en aquel frío piso de mármol sentí la necesidad de darle más importancia a mis pensamientos. Sentí que quizá aquello no se trataba de fuerza ni de una entrada literal, y quizá fuera algún concepto más abstracto, ¿pero cual?

Busqué entre mis pensamientos. La clave de la salida es una entrada, la clave de la salida es una entrada, la clave de la salida es una entrada. Quizá había una clave escondida en algún lugar, algún montón de números que tuviera que recitar o escribir en algún lugar.

- Vamos allá.-Dije.

Dispuesta a poner la habitación patas arriba me arremangué el pijama y aparté el caballo de madera del medio de la estancia para poder tener más amplitud de movimiento. Busqué por los suelos, debajo de la cama, en las paredes, por dentro de la almohada, incluso en el pomo de la propia puerta. Pero no había nada, ni siquiera un mísero indicio de que aquel sería el día en el que podría ser libre.

Harta de no tener respuestas y mareada por el hambre grité de la impotencia. No tenía ni idea de qué hacer, estaba sola, asustada y perdida, sobre todo perdida.

- Vamos piensa.-Me ordené.-La clave de la salida es una entrada.

Fijé la vista en el caballo balancín de madera que había en la habitación, lo único que parecía tener algo de vida, incluso más que yo.

- Podrías ayudarme en vez de sonreír tanto.-Le dije. No sabía si se lo decía en serio o me refería a mi subconsciente.

El caballo me recordaba a mi época de instituto, cuando la equitación había sido mi pasión y aquellos animales mis mejores amigos. No sabía cuál era la razón por la que aquel balancín estaba tan sonriente en aquella estancia tan tétrica, no encajaba, y a decir verdad, era bastante espeluznante. Ese pequeño detalle me dio que pensar.

Dios.

El caballo de Troya fue una entrada a Troya por parte de los Aqueos para saquear la ciudad y tomar el control. Quizá, quizá esa era la entrada a la que se referían las palabras de las sábanas. El caballo había entrado en la historia como señal de victoria, pero lo que albergaba dentro simplemente no se lo esperaba nadie. El símbolo de una entrada para una salida, aquella entrada había sido el fin de los troyanos.

Me acerqué apresuradamente deseando que mi instinto me hubiera guiado bien, aunque ya me había llevado por caminos muy tortuosos y sangrientos.

Investigué aquel animal de madera buscando cualquier cosa que me sacara de allí, pero si estaba en lo cierto, supongo que eso tampoco iba a ser fácil después de todo. No encontré nada que me indicara que el balancín podría abrirse por alguna parte, y mucho menos encontré una clave para abrir la puerta.

¿Cómo demonios se abría esa cosa? En caso de que se tuviera que abrir debería tener como una pequeña compuerta, sin embargo, nada parecía asomar.

- ¿Qué tengo que hacer?-Dije posando mi mano sobre el caballo haciendo que éste se balanceara débilmente.

Observé la sonrisa del animal de madera, y mientras me recorría un escalofrío por la columna vertebral pensé que aquella sonrisa quizá no sería mi salvación.

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⏰ Last updated: Feb 20, 2023 ⏰

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