Capítulo 2

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Una vez, y cuando mi mundo parecía desmoronarse, alguien sabio me dijo, "las personas vivimos como si lo que hiciéramos un día fuera a cambiar nuestra vida". La frase se quedó grabada y archivada en mi memoria haciendo que algo en mi interior cambiara la perspectiva con la que había entendido, lo que a mi parecer, era el mundo.

Hay quienes viven la vida como si tuvieran que exprimirla al máximo, como si tuvieran que honrar al don y honor de haber nacido y tener la suerte de tener un techo bajo el que dormir. Y también los hay de los que se conforman con lo que tienen y deciden construir sus muros alrededor de lo seguro, acatando las reglas y respetando las órdenes como si fuera así la única manera de poder ser feliz. En todo caso, y sea por lo que sea, las personas de este mundo, y me atrevería a decir, sin querer ser ignorante, las del mundo vecino, tienen algo por lo que vivir y es ese "algo" lo que hace que se despierten por las mañanas con la energía suficiente como para apagar el despertador.

Ese monstruoso sonido fue lo que agresivamente deshizo mi abrazo con Morfeo y me sacó de mis más profundos sueños. Mis párpados se despegaron lentamente y sentí que mi cuerpo recobraba los sentidos a medida que mi respiración se aceleraba. Fue cuando pude ser consciente de que un nuevo día se hallaba ante mí cuando la sangre que corría por mis venas se encendió en abrasadoras llamas. La corriente llegó a mi corazón como si un rayo me hubiera alcanzado y descubrí que, de nuevo, me sentía atrapada entre mis sábanas, flotando por mis pensamientos lo agotador que me parecía tener que apagar el dichoso despertador.

Giré mi cabeza sobre la almohada y me quedé mirando la mesita de noche que había al lado de mi cama. Algo no parecía correcto, no sabía qué, pero aquella mañana era diferente. La estancia estaba oscura, no podía ver con claridad, ni pensar con claridad, pues, además de las miles de voces de mi cabeza, el desesperante sonido seguía taladrándome los oídos.  Cuando reuní el valor para extender el brazo y apagar el despertador me di cuenta de que no había instrumento alguno que produjera tal sonido. ¿De dónde provenía?

La alarma sonaba en ráfagas de 3, haciendo pausas cada dos segundos para después volver a comenzar.

Me froté los ojos con el fin de eliminar quizá rebeldes legañas que se atrevían a entorpecerme la vista, pero al enfocar de nuevo, me di cuenta de que no había nada. Noté como mi ceño se fruncía ante la confusión.

De pronto, y tan rápido como una lágrima cae veloz por una mejilla, aquella alarma debilitó su cantar y el silencio se instauró. Miré hacia ambos lados, pues el lugar donde había descansado  estaba situado en medio del cuarto, pero no alcancé a ver más allá que las zapatillas de estar por casa que estaban perfectamente colocadas a los pies de la cama.

Instintivamente busqué con la mano el interruptor de la luz, pero no sabía dónde estaba. Sentía como mi corazón palpitaba feroz en mi pecho mientras me daba cuenta de que no veía más allá que donde mi cuerpo seguía tendido. Me incorporé para buscar mejor, pero el vacío fue lo único que encontré.

¿Dónde estaba la luz?

Recogí las piernas entre mis brazos y por alguna razón me reconfortó. Reconocía mi cama, las sábanas eran familiares, el olor a suavizante de flores me recordaba a algo, no obstante y de alguna manera estaba bloqueado, aún así, daba por seguro que lo había sentido antes. Reconocía las pantuflas, eran aquellas de conejitos que tanto me disgustaban, aunque fueran muy cómodas.

Pero, ¿cómo sabía yo eso? Una oleada de angustia atravesó mi médula, recordé que no recordaba. ¿Quién era yo?¿Qué hacía ahí?¿Dónde estaba?

Mi sistema simpático, o ese que nos prepara para salir corriendo en situaciones de peligro, se había activado sin ningún tipo de silenciador y la sensación de ahogo se había apoderado de todos los rincones de mi persona.

No sabía nada, no sabía absolutamente nada. Estaba perdida, asustada y sola y nada podía hacer para parar aquella situación.

La oscuridad me rodeó con sus temibles extremidades, me quedé sin aliento, y entonces descubrí que otro día más pasaba sin que hubiera dado con la respuesta que más tarde me iluminaría.

MENTAL #PGP2023Where stories live. Discover now