capitulo II "Algo bueno"

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La noche había llegado haciendo más oscura y fría la residencia de los Granchester. Sin embargo en la habitación principal de aquella hermosa propiedad, los amantes esposos seguían prodigándose las más dulces y sensuales caricias.

Cómo era usual en ellos, él la abrazaba por la espalda mientras la besaba detrás del lóbulo de su oreja izquierda, dejando que el delicado aroma de rosas que emanaba de ella invadiera sus sentidos,  y así deleitarse una vez más de la maravillosa sensación de tranquilidad que le daba el sentirla tan cerca, tan suya.  En su mente un solo pensamiento,  el de cuanto  la había extrañado.

Y es que el ritmo frenético de trabajo el que había estado sometido en las últimas semanas, no le dejaba recordar con seguridad la última vez que había podido disfrutar de manera tan plena un momento de intimidad como el que gozaba en ese momento. Con ella en sus brazos sentía que podía olvidar todo aquello que le causara preocupación y angustia y es que Ella era su oasis, su salvación.

Casi caía en el delicioso letargo del placer que seguro lo llevaría  a un sueño profundo cuando escucho la voz de su mujer que le llamaba en un suave susurro.

—Hey, cariño...! No te vayas a quedar dormido otra vez sin cenar...!

El solo la abrazo más fuerte, apretando su cuerpo más cerca al de ella.

—Umm... no lo haré, te lo prometo, solo dame unos minutos más así... por favor!  —Dijo esto último casi como una súplica, que ella lamento no poder conceder, así que lenta y delicadamente se giró para estar frente a él quien se negaba aún abrir sus ojos.—

Ella beso la punta de su nariz, al tiempo que pasaba suavemente su dedo índice sobre sus espesas y bien definidas cejas para así animarlo a despertar.

—Lo siento amor pero esta vez no puedo dejarte descansar, te conozco bien y sé que terminarás por quedarte dormido. Y no puedo permitir que eso pase, no sin  que antes ingieras algo de alimento. Estoy más que segura que no has probado bocado desde el desayuno, que de seguro solo fue una Taza de té y un par de tristes tostadas.

Terry soltando el abrazo, levantó la cabeza para mirarla algo confundido. Y aún con el ceño fruncido y los ojos aun entrecerrados, la cuestiono.

—Cómo es posible que sepas exactamente lo que desayuné está mañana?

—¿Acaso me tiene vigilado señora Granchester?

— ¿Cómo crees...? —Dijo levantándose de la cama y halando la blanca sabana que los cubría a ambos para tapar su cuerpo desnudo y dejando el de él completamente expuesto.

— ¡Vamos Candy! — Respondió él de inmediato en tono de queja al ver que ella se alejaba de su lado. — ¿me vas a dejar aquí  solo y además pasando frío?

Sentada aun a su lado, se volvió para mirarle, y haciendo un esfuerzo para no dejarse doblegar ante la mirada de aquel hombre que era consciente del seductor encanto que ejercía sobre ella, para poder así responderle.

—Debes saber Terence Graham, que no me hace falta vigilarte para saber que no has comido. Es tan simple como que es imposible ignorar los ruidos que hace tu estómago. —Le respondió ella al tiempo que le daba un leve manotazo en su fuerte y bien definido abdomen. Gesto que él aprovecho,  para tomar su mano y acercarla de nuevo a él. —

—¿Sabes? Nunca dejas de sorprenderme,  tienes razón, apenas si probé bocado esta mañana y sí que eran tristes ese par de tostadas. No puedo negarlo ahora  que lo dices puedo decir que estoy realmente  hambriento, aun así no quiero dejarte ir...
— suspiro quejumbroso acercándola más a él antes de continuar-  al menos no antes que me digas lo que quiero escuchar. Me resisto a que nuestro recién encuentro amoroso termine de forma tan abrupta por culpa de algo tan mundano y tan pueril como mi famélico estómago.

Una Luz en la tormenta ( Secuela Música del Corazón)  I" ll be seeing You..Where stories live. Discover now