Capitulo III "Presagio"

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Londres - Inglaterra

7 de octubre de 1938.

Candy alzó la mirada hacia el cielo y no pudo evitar hacer una mueca de desánimo al ver que a pesar de ser más de las 2 de la tarde de ese primer viernes de Octubre, el sol aun decidiera permanecer oculto detrás de la espesa capa de nubes grises que cubrían toda la ciudad. Mirando desde la gran ventana del piso superior del atelier de moda de Madame Dumont en Oxford Street, cerró sus ojos deseando que por una vez esa semana, no comenzará a llover a esa hora.

A lo lejos aún podía ver qué aún permanecían un par de *Globos de barrera flotando en lo más alto, pero lo que le resultó muy curioso a Candy no fué el verlos, pues de hecho para ese momento más bien eran pocos los Globos de barrera los que se encontraban aún en el aire, pues a diferencia de una semana atrás era decenas de ellos los que levitaban siempre firmes como gigantes guardianes del cielo Londinense. Pero esa tarde lo que había llamado su atención fue ver el como uno de esos globos estuviera está vez desplazándose rápidamente por encima de los altos edificios a unas pocas cuadras de ahí. Justo cuando estaba por ver hacia donde se dirigía aquel enorme globo, escucho la voz de su hija que la llamaba con insistencia.

-Madre, madre... mamá!!

Cuando Candy volteo para atender el llamado de su hija, se encontró con la bella imagen de Marianne, que aparecía ante ella usando un hermoso vestido en organza estampada color menta, el cual usaría para la gala de esa tarde.

Candy no podía ocultar el sentimiento de orgullo que sentía por su hija, quien cada vez daba pasos más agigantados hacia su inevitable crecimiento, dejando atrás a la tierna niña para convertirse en la preciosa joven dama que tenía ahora frente a ella.

Pero si apenas tiene 13 años -pensaba Candy para si-

Pero lo cierto era que su hija había crecido mucho y gracias a los genes de su padre de quién ella no dudaba había heredado no solo la sensibilidad y el talento artístico si no también muchos de sus rasgos físicos. Entre ellos la muy espigada figura de su hija, pues a sus 13 años de edad ya era casi tan alta como ella.

Claro que Candy como su madre podía ver muchas cosas de ella reflejadas en su hija: Como los abundante reflejos rubios en su larga melena de ondas de un castaño cada vez más claro, así como su diáfana y encantadora sonrisa, pero sin duda el asomo de una pequeñas pecas rosas sobre sus perfecta nariz eran sus sello indiscutible. Pero aun así, era imposible dejar de notar ese aire de natural distinción en cada uno de los delicados y hermosos rasgo del rostro de Marianne que hacían sentir muy orgullosa a su abuela Eleanor.

-Lady Granchester ¿qué le parece? -le pregunto Ilsa en su muy marcado acento francés

- Si Mamá dime, verdad que está hermoso?

Candy sonrió complacida al ver no solo el bello vestido que usaba su hija, si no la cara de felicidad que está reflejaba mientras expectante a su respuesta, entrecerraba sus ojos haciendo notar mucho más sus párpados adornados por sus largas pestañas castañas que entornaban con candidez sus hermosos e intensos ojos azules, iguales a los de su padre.

- ¡Sí que lo es,...es muy hermoso! Y tu luces simplemente maravillosa en el!

- oh mamá, ya casi no puedo esperar para que Papá me lo vea puesto. ¿Crees que le parezca bien?

Candy sonrió una vez más ante, la desbordada emoción de su hija., mientras no dejaba de mirarse frente al espejo.

-Claro que le encantará, no debes tener duda de ello. Ahora será mejor que vayas a cambiarte aún debemos hacer un par de cosas más antes de ir a casa. -Le dijo dándole un beso en la mejilla. -

Una Luz en la tormenta ( Secuela Música del Corazón)  I" ll be seeing You..Where stories live. Discover now