𝖮𝗇𝖼𝖾

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— No sé, Enzo

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— No sé, Enzo. Te invitaron a vos, es mejor que yo me quede en el hotel.

— Ann, te estoy invitando yo. Aceptá.

Enzo solo necesitaba una respuesta positiva, ya que la mayoría de celebridadades de habla hispana invitaban a Enzo a una fiesta que iba a darse en la casa que uno de ellos tenía por allá.

— Vamos, Annie — habló desde el vehículo la única persona que conocía, Manu —. Está noche será interesante.

Eso bastó para convencer a Anna, que en pocos segundos, ya iba a lado de Enzo en la limusina. Todos iban hablando de sus cosas, algunos fascinados con Enzo y las preguntas para él no paraban. En ningún momento soltó a Anna de la mano y amablemente contestó y habló con los demás.

— ¿Gustas? — le dijo Manu a Anna ofreciéndole una cajetilla de cigarrillos.

— No, gracias — y luego le preguntó a Enzo, que si aceptó.

Manu bajó una ventana y se asomó para fumar más cómodo. Enzo lo imitó, soltando a Anna para no quemarla.

Ella se sintió algo perdida, Enzo explicaba el proceso de la película, así que pensó en acompañar a Manu y sacó la cabeza a la calle junto a él.

— París es increíble posta — habló ella y Manu rió.

— Es aún mejor cuando vienes con tu pareja — Anna asintió y se quedó un momento más ahí, sintiendo el viento sobre su cabello.

En la casa había más personas de las que iban en la limusina y eso puso nervioso a Enzo, que no estaba acostumbrado a las grandes multitudes, aunque era un lugar grande, apenas se lograba distinguí a cada quien

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En la casa había más personas de las que iban en la limusina y eso puso nervioso a Enzo, que no estaba acostumbrado a las grandes multitudes, aunque era un lugar grande, apenas se lograba distinguí a cada quien.

De repente, pusieron una canción que hizo cambiar de actitud por completo a Enzo. Nada personal de Soda Stereo.

— Uff, esa canción... — dijo Enzo llamando la atención de Anna.

— Te gusta mucho Soda, ¿no? — Enzo asintió y comenzó a cantar en voz baja.

Comunicación sin emoción... — cantaba mientras movía sus dedos simulando baquetas.

𝗣𝗥𝗢𝗙𝗨𝗚𝗢𝗦 | 𝖤𝗇𝗓𝗈 𝖵𝗈𝗀𝗋𝗂𝗇𝖼𝗂𝖼Where stories live. Discover now