Capítulo 4

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—... yabi... ¡Mi... bi! —La voz distorsionada de Williams pareció traerlo de vuelta a una realidad difuminada y confusa—. ¡Öi! ¡Miyabi!

El joven despegó los párpados con dificultad. Su cara estaba totalmente roja y jadeaba, como si con cada respiración tragara plomo en vez de aire. El dragón le dio unas palmaditas suaves en la cara.

—¡Espabila, vamos! ¡Estamos en medio de la autopista!

Gracias a sus rápidos reflejos, Williams había logrado sujetar a Miyabi con la cola antes de que se desplomara contra el asfalto y había hecho derrapar la moto hasta el arcén hasta detenerse y así poder girarse para sujetarlo contra él y tratar de despertarlo.

—Ryo...— murmuró este. Le costaba mantenerse lúcido. En un rincón de su mente, el miedo se apoderaba de él. Sólo pudo articular, con voz apenas audible—Socorro.

—¡Eh! ¡Öi, Miyabi! —Williams apretó las mandíbulas y chasqueó la lengua con frustración, mirando con preocupación a los coches yendo a toda velocidad por los carriles contiguos.

Si esperaba demasiado, lo mas probable era que los del CPU se le echaran encima, y no podía permitirse una persecución callejera con Miyabi medio desmayado en una moto.

—Maldita sea...

Sin muchas más opciones, se bajó del vehículo para colocar a Miyabi en la parte de delante. Se sentó detrás de él, alargando las piernas cuanto pudo para alcanzar los pedales y estirando los brazos, de modo que el joven tigre quedó con la espalda apoyada en su pecho. Para mas seguridad, enroscó su cola serpentina alrededor de su cintura y la de Miyabi, aproximándolos aún más. «Está ardiendo» reconoció inmediatamente. Incluso a través de la ropa, la temperatura corporal del joven abrasaba. Arrancó la moto percibiendo de nuevo ese olor tan extraño como agradable filtrándose por los respiradores del casco.

El tigre, en su último resquicio de consciencia, notó el cuerpo que tenía detrás y parte de él, una muy pequeña, entendía lo que pasaba y se intentó agarrar como pudo. La otra parte, la que sólo empezaba a ansiar al dueño de ese olor, hizo que Miyabi emitiese un ronroneo quedo y bajo mientras la cola se enroscaba alrededor de la que intentaba mantenerle a salvo. Un ligero «Gomen» salió entre medias del ronroneo.

¡Tu-tum!

El corazón de Ryo dio un vuelco que casi le hizo perder el control del manillar. El dragón sacudió la cabeza a caballo entre el susto y la confusión, sin entender a qué se había debido aquel súbito aceléron en su pulso. Casi como si quisiera ir al compás, aceleró también la moto a través de los carriles para alcanzar el distrito financiero.

—Kassy, carga el GPS y marca la dirección que me mandó Miyabi.

—Entendido. —Respondió la asistente inmediatamente, generando un mapa superpuesto en las retinas del dragón, adaptándolo a la visión para colorear el camino sobre la carretera en un tono amarillo—. Tora Miyabi. Reside en el número 456 del distrito financiero 3, piso 36, sección B, puerta 15. Nivel de vigilancia: alto. Se recomienda extremar la precaución.

—Oído coci...

¡Tu-tum!

—¡Ngh! —Williams frenó justo cuando un semáforo se puso en rojo. Jadeó dentro del casco, notando cómo Miyabi le agarraba aún más fuerte—. Ö-oi.. Si me aprietas tan fuerte me vas a dejar sin respiración —murmuró con voz trémula.
—P-perdón... intento... no.. puedo... —dijo aflojando un poco el agarre mientras este notaba cono las lágrimas le resbalaban por las mejillas, dificultándole aún más respirar.

BIO·FERAL | Red de EnigmasWhere stories live. Discover now