Capítulo 5, El encuentro

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El sonido del viento cesó.

Sobre el silencio que le consumía el alma, una voz se alzó. Imponente, amenazante, autoritaria -¡Muéstrense o prendo fuego esta casa!- Inquirió. Sus entrañas se encogieron, como si hubiera estado a centímetros de aquella persona, conociendo la confusión y la impotencia que sentía por desconocer sus entornos.

Decidió que era hora de salir de su posición detestable, dejar de abrazarse las piernas en un rincón oscuro en algún cuarto del segundo piso. Lentamente abrió la puerta y escuchó al pobre joven decir, casi sollozando, -- Yo no estoy muer...--.

Un golpe de tristeza le llenó el corazón. Melancolía. Una empatía profunda y nostálgica se apoderó de su ser. No pudo mantener la compostura y con un golpe fuerte cayó sobre el barandal de la impetuosa escalera, evitando una trágica caída. Igual, ya estoy muerta, no pasaría nada si caigo.

El ruido llamó la atención del joven, y al chocar sus miradas, sus mentes conectaron por primera vez. Los ojos de Anilay se llenaron de lágrimas, un nudo se formó en su garganta, y por más que quisiera no podía emitir sonido. Quería gritar, quería llorar, quería lamentar su presencia en esa casa, quería tirarse al suelo y hacer berrinches como un niño a quien sus padres han retado.

Pero lo extraño era sentir ese dolor por nunca poder volver a su hogar. A su ciudad, a ver a sus amigos, a tocar a su perro y a sentir el mar... pero... Yo jamás vi el mar. Ni siquiera me gusta. 

Y tampoco tenía un perro, recordó. Y ni siquiera se sentía cómoda en su hogar, admitió.

La tristeza se difuminó levemente, permitiendo lugar para la confusión. ¿De quién eran esos sentimientos? ¿A quién pertenecía esa nostalgia? ¿Por qué sentía tanta impotencia?

El tiempo parecía paralizado.

El corazón de Aaron latía con fuerza, y ver a aquella chica no hizo más que confundirlo aún más todavía. Odio, ira, furia, miedo, terror. Sentía que no podía respirar, como si de repente no hubiera más aire en aquel lugar. Se apretó con fuerza el pecho, un poco de aire pasaba, pero no era suficiente. Respiraba más rápido, y más fuerte. Buscó apoyo en la sala, una mesa, una silla, cualquier cosa que lo sostuviera.

No pudo llegar muy lejos. Cayó al suelo y se tomó las piernas. Sintió la decepción de su madre, el desprecio de su padrastro, recordó a su hermano y pensó si Noah estuviera aquí, intentaría secarme las lágrimas con sus deditos. Ese sentimiento le dio un poco de tranquilidad, lo devolvió a su realidad y notó, que aquello le era ajeno. ¿Noah? ¿Padrastro? Quizá su madre pudiera estar decepcionada, pero jamás con la intensidad que sintió.

Su mirada volvió a la chica en las escaleras. Ella lo miraba fijamente, Los vientos del pasado habían cayado al ver la conexión entre ambos.

--Está comenzando-- Afirmó el hombre que había introducido al chico al comienzo de su nueva... vida. 

La Casa de los VientosWhere stories live. Discover now