Capítulo 9: Fiesta.

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Dexter

Escucho a mi abuela llamarme a gritos desde la planta baja una vez los invitados empiezan a llegar. Me subo el zíper de mis jeans con prisa y termino de abotonarme la camisa blanca que compré para la ocasión. Me doy un último vistazo en el espejo, me paso una mano por las cortas ondas de mi cabello y corro fuera de mi habitación.

Tal vez a algunas personas les parezca extraño que mi abuela esté presente en mi fiesta de cumpleaños número diecisiete, pero esta es su casa y también es la principal organizadora del evento, así que sería un poco descortés no invitarla. Mis fiestas de cumpleaños nunca han sido como las que suceden en las películas o libros, llenos de adolescentes y licor. Lo tradicional es invitar a mis familiares y a mi pequeño grupo de amigos y conocidos, conversar, cantar y pasar el tiempo.

—Dex, apúrate, ya hay gente en la entrada. Mira, ya llegó tu tía Mary con los gemelos —indica mi abuela, un tanto alterada a los pies de la escalera mientras hace ademanes para que me apresure.

Salto los últimos escalones, me detengo frente a ella, le sonrío de manera amplia y dejo que me arregle el cuello de la camisa a la vez me inspecciona con sus oscuros ojos marrones.

—¿Y tus gafas? —pregunta.

—No las necesito hoy —digo y evalúo lo que lleva puesto. Tiene un vestido color durazno bastante tradicional con unos zapatos bajos. Su cabello gris y negro está recogido en un moño—. Oye, te ves genial—digo con sinceridad.

—Tu también —ella me besa la mejilla y por unos segundos puedo deleitarme con su grato aroma de anciana—. Ya anda —me da una nalgada—, es de mala educación hacer esperar a los invitados.

Cuando llego a la puerta principal, recibo a mi tía Mary y a sus gemelos, Frankie y Kyle, de quince años. Ellos son los primos más cercanos a mi edad, ya que el resto tiene menos de seis años. Del lado materno, mi madre, Maya, es la hermana mayor, Mary es la siguiente, luego están mis tías Martha y Mia, quienes son mellizas y por último está mi tío Mason quién tiene veintisiete años. Mi familia por el lado paterno vive en Estados Unidos, como mi padre, a quien veo una vez cada década, así que ningún Folley estará presente hoy.

Saludo a cada uno de los invitados a medida que van llegando. Pronto, la casa comienza a llenarse de personas y de sonidos que la mayoría del tiempo no existen cuando solo estamos mi abuela y yo, dándole un ambiente acogedor. El interior está decorado de manera básica y simple, con globos, guirnaldas y letreros de felicitaciones, nada muy ostentoso. Me recuerda a las fiestas de mi infancia.

Estoy de pie en la entrada, recostado al marco de la puerta, cuando veo su auto estacionarse junto a un poste de luz al otro de la calle. Un nudo empieza a formarse en mi garganta. La observo bajarse del auto y de inmediato noto que se volvió a cortar el cabello por debajo de los hombros, pero yo lo prefiero largo ya que la hace verse más joven. Ella se aproxima a la entrada de la casa con su común taconeo, lleva unos jeans azules, una blusa amarilla y su bolso colgando de su brazo. Trae esa característica sonrisa impecable, que claramente heredé de ella, cuando sube al porche y se detiene frente a mí.

—Hola, cariño —dice con su suave y tersa voz.

Yo trago con dificultad e intento relajar mi rostro.

—Hola, mamá —fuerzo una sonrisa.

—Ven aquí —dice y abre sus brazos. Yo me lanzo hacia ella y recuesto mi mentón sobre su hombro mientras me dejo envolver por el aroma de su familiar fragancia, la cual me trae tantos recuerdos vívidos—. Te extrañé mucho, mi niño —dice mientras me acaricia el cabello.

La Energía Entre NosotrosWhere stories live. Discover now