Diciembre

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Lo mejor de estar en diciembre era que las vacaciones empezaban, las personas se despedían porque no se volverían a ver en dos largos meses. Pero para mi era un gran alivio.

Los preparativos del grado iban bien, excepto por un detalle, tal vez el más grande. Mi vestido. 

No quería un vestido que llamara la atención. Para ser sincera, no quería ir a la ceremonia, sólo quería mi diploma. sin despedidas, sin lágrimas y sin un "seguiremos en contacto" falso.

Lo único que me emocionaba era entrar a la universidad.

Imaginaba la vida universitaria como en las películas. Llena de fiestas, muchos amigos, alcohol y a veces drogas, nuevos amoríos y corazones rotos.

No podía esperar.

Aunque, debo aceptarlo. Salir del colegio tiene sus desventajas. 

Estaban empezando las vacaciones y me sentía improductiva. 

En el colegio había visto a Paula leer un libro. Eleanor & Park de Rainbow Rowell. Intentó explicarme de que se trataba, y el final me llamó la atención, lo que me hizo querer comprarlo, pero en su idioma original, para poder descifrar el gran misterio de aquél libro cautivador.

Finalmente lo compré en su idioma original (inglés). Nunca se me dificultó en inglés, pero no era perfecta en eso.

Leí el libro, (Alerta de spoiler) me rompió el corazón. Pero el misterio seguía. En un momento llegué a pensar hacer lo que Hazel hizo en bajo la misma estrella de John green. Enviar una carta al escritor pidiendo una explicación, o por lo menos un desenlace. Pero lo creí en vano.

Como el libro estaba en inglés decidí hacer una traducción en un cuaderno que me habían regalado en el colegio.

Así que mi vida de vacaciones era estar dentro de un libro.

-Liz- Me llamó mi madre.

-Señora- respondí.

-Te gradúas en una semana y no tenemos tu vestido- Mi madre decía en modo de reproche.

-Estoy pensando en no ir.

-¿Por qué? Estás cerrando la etapa más bonita de tu vida, yo nunca voy a olvidar el colegio- decía nostálgica.

-La profesora dice que puedo ir al colegio a recibir mi diploma.

-¡No!- gritó mi madre -Debes tener por lo menos una foto con tu diploma y compañeros.

-Puedo ir con cualquier vestido, además la toga va a tapar mi vestido- era verdad.

-Pero después todos se lo van a quitar y vas a quedar en tus fotos con un vestido feo y viejo.

-Es lo de menos.

-Mañana mismo vamos a buscar un vestido.

-Pero...- Me interrumpió.

-Nada de peros, vamos por el vestido y punto.

-Está bien- dije resignada.

Al siguiente día caminamos por muchos lugares buscando un vestido, pero nada lograba impresionarme. Y a mi madre tampoco. 

Mi madre cada vez que veía un vestido azul me llamaba para que lo probara. Ninguno me gustaba. Mi madre creía que por el hecho de ser azul lo iba a amar.

Caminamos por casi toda la ciudad buscando vestidos. 

Finalmente llegamos a un lugar donde mi madre compra vestidos muy seguido. Ella vio un vestido en un maniquí que le encantó.

En la tienda había una mujer de cabello castaño largo, hasta la cadera, la mujer era alta y delgada. Y su piel era blanca, con pecas por toda la cara. Mi madre la saludó y le preguntó por el vestido del maniquí, la mujer dijo que habían muchos en bodega. Mi madre le preguntó si había en color azul.

La señora trajo un vestido azul rey, mi madre de inmediato me empujaba al vestier para que me lo probara. La señora y mi madre estaban mirándome como si un perrito estuviera usando un disfraz.

Lo odiaba. 

-¿Y?- mi madre me preguntaba emocionada.

Sólo usaré este vestido una vez. Pensé.

Sólo sonreí a mi madre. -Lo odia- le dijo a la señora que nos atendía.

-Pero si se le ve hermoso- Decía la señora. -¿qué no te gusta y podemos cambiarlo.

El vestido en general. Pensé.

-No tiene mangas y me siento insegura- fue la mejor excusa que me llegó a la mente.

-Eso es lo de menos- dijo la señora y se retiró.

Me miré al espejo y era peor de lo que creía.

El vestido era azul rey con negro, por poco y era strapless. El vestido tenía dos tiras más delgadas que las tiras de mi brasier, lo que hacía que se notara el color. Tenía una cinta negra ancha a la altura de mis costillas y bajaba como si fuera una cortina llena de flores escarchadas hasta arriba de mi rodilla, y debajo había una tela azul oscuro.

Lo único que agradecía era que solo lo iba a usar una vez en mi vida.

La señora que nos atendía volvió con un saco estilo torero color negro, pero la tela hacía que se viera lo que había debajo.

-Se me ve el brasier- dije a mi madre.

-Tienes razón- dijo mirándolo. Yo sonreí -tenemos que comprar un brasier que haga juego.- Mi madre tenía que estar bromeando.

Me resigné y lo llevamos. Mi mamá me lo hizo medir en la casa de nuevo. Lo odiaba. Parecía una bola de espejos con tantos brillos.

Al siguiente día mi madre y yo compramos lo que nos hacía falta. Los zapatos y unas medias estilo pantalón negras, ya que mi madre creía que el vestido era muy corto.

Ya teníamos todo. yo nunca me peinaba, y mi mamá me iba a obligar a peinarme ese día.

Así que opté por lo más fácil. Laciar mi cabello. Era lo más fácil, aunque llevaba tiempo. 

Cuando el día finalmente llegó.

Debo aceptar que estaba nerviosa, y como había dicho mi madre: sólo te gradúas una vez en la vida.

Ese día desperté, mi cabello estaba listo.

Decidí recogerlo e irme a bañar, iba a ser un largo día, había estado practicando un poco con los tacones para no caerme mientras desfilaba por mi diploma. Sería vergonzoso.

Después de bañarme me vestí con mi nuevo y elegante vestido, mi madre decidió maquillarme, nunca me había maquillado antes. Me arreglé un poco más el cabello y estuve lista. 

Decidí llevar unos zapatos sin plataforma para cuando me cansara o para usar al final del grado.

Lo odioso del grado era ver a Luz intentando llamar la atención de todas las personas allí como siempre.

Se veía nefasta, su maquillaje la hacía ver pálida, su vestido era corto, definitivamente no era acorde a la ocasión y mostraba más de lo que debía, parecía una prostituta.

Eso no era lo importante del día, lo importante es que no volvería a verla jamás.

Al final del grado hicieron una comida, nos quedamos a comer y luego tomaron muchas fotos de todo el grupo. Después de eso fui con mi padres, todos empezaron a despedirse. Ellos me preguntaron si iría a despedirme de mis compañeros. Sólo les dije que no y nos fuimos.

Oficialmente esto había terminado, no volvería a verlos nunca más y no tendría que fingir más amistad con Luz y sus amigas. Me sentía libre.

Oficialmente esto había terminado.

TeenagerWhere stories live. Discover now