Capítulo 24: Secuestrado

3.9K 252 272
                                    

Abrí los ojos muy rápido. Me encontraba acostado en una cama y por si no fuera poco, amordazado. Empecé a ver a mi alrededor, por supuesto no era mi casa, era un cuarto color amarillo y al lado de mi había una pequeña cajonera.

Me encontraba atado de pies y manos a las cuatro esquinas de la cama, con mucho esfuerzo pude sentarme en ella. Fue ahí que recordé que el mangaka me saco a la fuerza del apartamento.

Jale mis brazos y piernas en un intento desesperado por huir pero lo único que hacia era lastimarme las muñecas y los tobillos. Las cuerdas rozaban con mi piel dejándome marcas rojas, a punto de casi sangrar, pero no me importaba, solo quería salir de ahí.

La puerta se oyó abrirse, el rechinido que hacia era insoportable. Como impulso gire a ver de que se trataba.

—¡Hey! ya despertaste dormilón, me alegro –y ahí estaba el hombre que mas me había hecho sufrir. Ijuuin Kyo.

Me empecé a mover más rápido para soltarme, era inútil lo sé, pero fue pleno impulso. No podía hablar, solo pujar. Parece que le divertía pues se quedo viéndome durante varios segundos con una sonrisa.

Después de un rato se acerco a mi y me quito el trapo que tenia en la boca. Empecé a toser y respirar agitado.

Cuando recién me compuse el mangaka se abalanzo contra mi para besarme. Le mordí el labio para que se alejara y dejara de hacer eso.

Se separo y me lanzo una mirada agresiva mientras se tocaba el lugar donde le había mordido.

—Deja de hacer ese tipo de estupideces o te irá peor. ¿Me escuchaste? Si te resistes seré más duro contigo.

—N-no.

—¿Qué dijiste? –preguntó con una cara burlona.

—Que no.

—¿No? –cada vez se acercaba más a mi, hasta quedar frente a mi. —Te quitaré esa actitud rebelde.

Su mirada estaba concentrada en la mía. Sentia como su aliento chocaba con el mio. Intentaba alejarme pero me era imposible.

Y de nuevo empezó a besarme muy brusco. Yo quería que parara ¡Que me dejara en paz! Y lo mordí de nuevo.

Esta vez se alejó enojado y me abofeteó.

—¡Te dije que dejaras de hacer eso!

Gire mi rostro y desvie la mirada hacia otro lado. Sentí como mi mejilla empezó a arder por el golpe.

¡Ya no lo soporto!

Ijuuin tomo de nuevo mi rostro.

—Mirame, mirame a los ojos. Quiero que me veas cuando te haga mio.

Había dejado de luchar por soltarme, mis lagrimas empezaron a salir. Lo único que hice fue llorar, llorar en silencio, como siempre, y aguantar la misma tortura.

Con sus pulgares empezó a limpiar mis lágrimas.

—No llores. Pronto te haré sentir mejor.

Es un maldito enfermo.

Mi camisa era de botones así que no había necesidad de desamarrarme para quitarla. Hasta suerte tuvo en ese aspecto.
Y de nuevo empezó mi sufrimiento.

Empezó a besarme y, lentamente se dirigió a mi cuello. Sentí como me fue dejando marcas.

Mordí mi labio inferior y cerré mis ojos con fuerza tratando de imaginar otra cosa; intente controlar mis lágrimas pero no podía.

Obsesión.  [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora