Capítulo 1.

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¡Hey, hola de nuevo! Bueno, antes de que empiecen a leer quería comentarles algunas cosas. A las lectoras que ya han leído la versión anterior; voy a cambiar la trama casi del todo. Cuando escribí la trama original no tenía mucha experiencia, así que lo de la chica buena y el chico malo me parecía... bueno, diferente a lo que pienso de eso ahora. Quiero escribir una historia que identifique, en el que el protagonista no sea un hijo de puta. Así que, haré a Harry completamente diferente. En síntesis, todo cambiará. Espero y les guste la nueva trama :)

Y para las lectoras nuevas, ¡espero y les guste!

Tefy


Subí dos escalones y la puerta rectangular se cerró detrás de mí. No respondí al saludo del conductor y me percaté que el autobús ya había comenzado a avanzar. No me animé a mirar hacia las personas en el momento que me decidí a caminar con lentitud hacia mi asiento de siempre. Al levantar mi cabeza tan solo un poco, noté que alguien ya se había sentado en aquel lugar. Harry Styles se encontraba con la mirada fija en la ventana y su mata de rizos cubría un poco de su rostro. No me percaté de que estuve a punto de sentarme sobre él hasta que noté sus largas piernas. Mi rostro ardió y prácticamente salté hacia el asiento de al lado, clavando la vista en el suelo; totalmente avergonzada y evitando cualquier contacto visual.

Envidiaba a Harry Styles. Su carácter carismático y su alergia a la timidez, su personalidad agradable y su gran corazón. Era completamente social, jamás le faltaban temas de conversación y siempre decía justamente lo correcto. Extrovertido, amable y... bueno, guapo. ¡Lo tenía todo!

Y luego estaba yo. Dejaba de respirar cada vez que alguien me hablaba y se me calaban los huesos frente a la simple mención de que tenía que hablar frente a alguien. Se me daba mejor la soledad, el silencio y yo íbamos tomados de la mano y mi torpeza me llevaba a balbucear y/o tartamudear. Era vergonzoso.

Cuando el autobús frenó de golpe, me percaté que ya habíamos llegado. Me levanté casi al mismo tiempo que todos los demás, y agradecí haber pasado desapercibida. Fui una de las últimas en bajar, ya que nadie parecía estar de buen humor como para cederme el paso. Nadie, excepto Harry Styles. No pronunció palabra alguna, simplemente me sonrió y señaló con un movimiento de manos que podía pasar. Curvé mis labios un poco en una sonrisa tímida como agradecimiento, ya que las palabras obviamente no iban a salir. Me bajé y entré por la gran puerta de blindex.

Sentía las miradas recorrer cada centímetro de mí mientras aceleraba el paso. De alguna forma, descargué la ansiedad que sentía apretando los libros que traía conmigo contra mi pecho con fuerza. Miré mis pies, los cuales se movían con rapidez intentando esquivar el hecho de ser el centro de atención, aunque probablemente solo lo fuese para unas cuantas personas. Estaba segura de que llamaba más la atención el hecho de que estuviese prácticamente huyendo, más que mi presencia sola. Las baldosas en blanco y negro se difuminaban frente a mí, causando que me marease un poco.

Escondí mi rostro detrás de la puertecita de mi taquilla y suspiré. Un sentimiento de frustración se apoderó de mi pecho, y me obligué a calmarlo. No necesitaba agregar más color a mis mejillas.

Reemplacé los libros que llevaba anteriormente por otros, y cerré con cuidado mi taquilla; lentamente, procurando que no emitiese sonido alguno. Acomodando los libros contra mi pecho, retomé mi paso rápido y me adentré a la clase del señor Higgins, la cual era una pesadilla. Lo fue desde el momento en que lo conocimos, y descubrimos que era un intento de perfección. Los borrones lo sacaban de quicio, la más mínima falta de ortografía le ponía los pelos de punta y el tartamudeo lo ponía nervioso.

Me senté hacia el fondo, tanto para pasar desapercibida como para evitar contacto alguno con el maestro, ya que también parece tener una afición con hacerme hablar y luego regañarme por mi tartamudeo de nerviosismo.

Desvié la mirada de la puerta al momento en el que las personas comenzaron a entrar, y un ligero bullicio comenzaba a hacerse presente dentro de la sala. El chirriar de las sillas y mesas que provocaban los alumnos que se acomodaban con brusquedad, me llevó a querer cubrirme los oídos. Pero no lo hice. Más bien, volví a posar mi mirada a la puerta. El maestro entró con un maletín y provocó un estruendo al dejarlo con brusquedad sobre su escritorio, causando que la clase quedase en completo silencio.

Las clases de la mañana transcurrieron con normalidad, lo mismo de siempre. Entrar y salir de las salas de clases una y otra vez, pretender prestar atención a lo que el maestro dice y garabatear durante las explicaciones. Caminé con la mirada clavada en las baldosas del suelo, con dirección a la cafetería. Era hora de almorzar, así que pasé desapercibida y formé la fila como todos. Cuando contaba con mi bandeja, caminé estirando el cuello para intentar localizar alguna mesa vacía.

— Hola, Jane —pronunció una voz ronca detrás de mí, sobresaltándome. Giré sobre mi eje y levanté un poco mi rostro para mirarlo a la cara. Se trataba de Harry Styles.

No me atreví a abrir la boca, así que levanté una mano y la agité con suavidad a la vez que formaba una sonrisa sellada tímida con mis labios. Al cabo de un tiempo prudente, bajé la mano con vergüenza y la coloqué bajo mi bandeja una vez más.

— Bien... a lo que venía —chasqueó la lengua —, ¿te gustaría acompañarme a almorzar? Estoy solo, así que...

Desvié la mirada cuando terminó de pronunciar aquellas palabras. No me lo podía creer. Esto debía ser una broma. No tan solo el hecho de que me había invitado a acompañarlo, sino también que había dicho que estaba solo. ¿Desde cuándo Harry Styles estaba solo? Justo cuando comencé a pensar de más, caí en la cuenta de que nunca lo había visto en la cafetería antes. Y que cada vez que pasaba por los pasillos, técnicamente, nunca estaba acompañado de alguien; simplemente saludaba a todo el mundo. Me percaté que Harry me miraba expectante, así que asentí un par de veces con movimientos de cabeza, sin estar completamente segura, mas haciéndolo sonreír.

Su repentino interés en mí me resultaba inevitablemente sospechoso, pero no eliminaba el hecho de que me hacía feliz la mera compañía de alguien. Aunque me sintiese incómoda, no iba a mentir. Hacía tiempo que no me sentaba con alguien a comer, o simplemente disfrutaba de su compañía. Con mi mejor amiga lejos, esta era la única compañía que había tenido en bastante tiempo.

Así que me obligué a disfrutarla, así fuese en silencio.



El chico del bus » Styles (editando)Where stories live. Discover now