Segunda parte, Capitulo 5.

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Luego de un par de horas Jenna bajó a la cocina, como no había nadie caminó hasta el comedor y se sentó. Dejó en la mesa las revistas que ocuparía y en otro lado las que no. Comenzó a buscar los muebles que había elegido y ordenó las imágenes por el lugar. Justo cuando terminaba Fabián apareció y se le acercó.

—Ya acabé.

—¿Tan pronto? —preguntó él, observó la mesa. —¿Y qué vas a comprar?

—Ese es el problema —él arrugó su frente —yo no tengo dinero…

Él negó enseguida.

—No te preocupes por eso, nosotros lo tenemos, por ahora nos encargaremos de todos los gastos —suspiró, al notar que seguía observándola dijo.

—Está bien entonces, mira —apuntó unos sofás y comenzaron a mirar el resto de fotografías.

Cuando acabaron, Fabián había anotado en un papel el código de muchas cosas.

—Las pediré ahora y lo más probable es que mañana ya estén aquí.

—¿Crees que a los demás les gusten? —asintió enseguida.

—Sí, no te preocupes por eso, además —le sonrió —mi hermano tiene pésimo gusto y Sebastián, creo que pasa más tiempo en su trabajo que en su casa.

—Entonces ese fue el motivo por el cual me hicieron elegir a mí —alzó una ceja y se cruzó de brazos —temes que dejen horrible el lugar.

Él suspiró pesadamente y levantó ambas manos.

—Bien, me rindo, tienes toda la razón —la miró con ojos de cachorrito herido, abrió la boca sorprendida —pero no les digas a ese par, tuve que casi jurar que tú deseabas hacerlo para que no volvieran este lugar algo inhabitable.

Al ver lo que hacía se rio, con ganas. No había reído de esa forma desde hace tiempo, incluso desde antes de llegar aquí. Cuando se calmó él la observaba con una ceja alzada.

—Lo siento —jadeó, llevó una mano a su estómago —pero, eres muy malo manipulando a los demás.

Ahora arrugó su frente.

—Eso es un problema, considerando que pertenezco a la guardia de la ciudad —lo miró —debería ser bueno en eso —sonrió.

—O quizás tus engaños no tienen efecto en mi —él fingió pesadez por sus palabras.

—Eso es deprimente —le sonrió y ella le devolvió el gesto.

Jenna observó a Fabián con más intensidad. Apenas se había figado en él o su hermano en la reunión de la mañana, pero ahora, al verlo más cerca, notó que era más joven que ella, que sobrepasaba su baja estatura mínimo por 15 centímetros y, que tenía un mechón rebelde sobre su frente que rompía un poco con su apariencia ordenada.

—¡Cariño, ya estoy en casa! —gritó un hombre desde lejos.

Ella miró con los ojos bien abiertos a Fabián que solo negó un tanto molesto.

—Ese es mi hermano, un tipo de lo más interesante.

Fabián le dijo que lo siguiera y lo hizo, cuando llegaron a la sala se detuvo para observar a un hombre idéntico al que tenía al lado, misma altura, color de ojos y tono de piel, solo que su cabello estaba desordenado, como si acabara de levantarse o pasara sus manos repetidas veces por él.

Hugo los observó fijamente enseguida y entrecerró los ojos un segundo, luego, como si nada caminó hacia ella y la envolvió en un apretado abrazo.

El Placer de JennaWhere stories live. Discover now